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Jueves, 7 de enero de 2010
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Sebastián Scherman y la exposición Desde el Once con humor

“Reírse de uno mismo es sanador”

El humorista propone, a través de 40 viñetas, una síntesis de sus últimos cinco años de trabajo. “El humor judío es la expresión de una filosofía de vida”, sostiene Scherman, que dibuja a sus criaturas valiéndose de la ironía y el sentido crítico.

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Para Scherman hacer humor tiene sus fórmulas: “La observación y los juegos de palabras”.

Convocado por el flash, Sebastián Scherman elige posar al lado de un rabino de su creación, dueño de una larga barba que lleva inscripto el abecedario hebreo. No se aguanta, lanza un chiste: “Fijate. Su nariz se parece a la mía”. Eso, reírse de los prejuicios, es lo que inspira a este humorista gráfico, abocado principalmente a la “rama” judía. En una exposición en el Espacio de Arte de la Amia (Pasteur 633), Scherman ofrece una síntesis de sus últimos cinco años de trabajo, en 40 viñetas. “El humor judío es la expresión de una filosofía de vida y consiste en reírse de uno mismo”, define en una charla con Página/12.

Se define como humorista a secas. Rótulo que tiene merecido, porque lo que puede verse en Desde el Once con humor, curada por Elio Kapszuk (también director del espacio), son trabajos de diversos temas, algunos inéditos y otros publicados en medios de comunicación. Tintas, acuarelas, drawing pen, lápices, tinta china y esponja son los materiales que utiliza para demostrar que es capaz de hacer reír con cualquier cosa: la salud, el dinero, la colectividad, Tinelli.

En todos los casos, lo que subyace es la ironía combinada con una alta dosis de inocencia. También “el sentido crítico”, como remarca él. Un componente que no está ausente cuando bromea con su religión. “El nombre de la muestra responde a que se realiza en el Once, donde nací. Y también a que es un barrio asociado a la colectividad y a su impronta cultural”, explica. Impronta que Scherman traslada a sus viñetas con la presencia de personajes típicos como el zeide (el abuelo), el mohel (el encargado de la circuncisión) y, por supuesto, la idishe mame (la madre).

“Creo que es saludable reírse de uno mismo. Es algo sanador”, reflexiona Scherman, inmediatamente después de aclarar que el frote de su dedo índice tiene su razón de ser en que esa mañana se quemó con la plancha. “Ves: en ese momento yo puteé. Pero ahora estoy haciendo un chiste”, remata. Habrá entonces algo de catarsis. Lo dijo Joseph Klatzmann en El humor judío: “Reír para no llorar”. La definición de Scherman es similar: “El humor es una defensa del ser humano para canalizar ciertas situaciones. En el humor judío eso es llevado al extremo, porque la historia de la comunidad está llena de padecimientos”.

El padre del humor judío es el escritor ruso Sholem Aleijem (1859-1916). Y uno de los padres de las tiras cómicas es Saúl Steinberg, dibujante judío estadounidense, a quien los grandes nacionales reconocen especialmente. En estas tierras, el máximo exponente del humor de la colectividad fue León Poch, polaco afincado en Buenos Aires a partir de 1928. Como todo un género en sí mismo, este tipo de humor contiene elementos que lo definen.

“Buscar siempre otro costado, el antiheroicismo y la tradición talmúdica de la pregunta y la respuesta”, enumera Scherman. Y para ahondar en lo último, antes que dar una explicación híper teórica, prefiere servirse de un chiste universal. “Viene un judío con su amigo no judío caminando. Este último le pregunta: ‘Che, Abraham, ¿por qué los judíos responden a una pregunta con otra pregunta?’. Y Abraham responde: ‘¿Y por qué no?’.” “Son sentencias que tienen consecuencia humorística, como eso de que donde hay dos judíos hay tres opiniones, o el tema de hablar con las manos”, explica el artista.

Amante de Sendra, Caloi, Quino, Fontanarrosa, Rudy y Liniers, Scherman es dibujante y redactor del portal Tu Messer. Ingresó a la escuela de Carlos Garaycochea a los 25 años, pero conoció su pasión a los diez, cuando “editaba” una publicación denominada Risa: “Consistía en arrancar una hoja del cuaderno Gloria y dibujar sobre actualidad”, recuerda. En esa iniciación, Scherman tuvo una influencia especial: “Mi viejo David, un odontólogo que laburaba para Polémica en el fútbol, dibujando pronósticos de los partidos. Un personaje total”.

Aunque se anima a bucear en la proliferación de apellidos judíos en Facebook, Scherman aborda principalmente lo tradicional, las costumbres. “Nada de exageración. Es todo así”, destaca, y agrega su sorpresa porque ciertos símbolos pertenecientes a la colectividad –como la idishe mame– se hayan vuelto populares. “No sé cómo ‘tujes’ llegó al glosario argentino. Quizá la metió Guinzburg”, se ríe.

Para Scherman, hacer humor es algo cotidiano. Sus fórmulas: “la observación y los juegos de palabras”. La intención es “desacartonar, cuando hay algo frío”. Y mientras bebe otro sorbo de ese cortado que perdió temperatura, repetirá eso de que en la mañana se quemó con la plancha.

Entrevista: María Daniela Yaccar.

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