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Miércoles, 17 de marzo de 2010
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Inauguración de la Casa Nacional del Bicentenario

Cultura con espejo retrovisor

La presidenta Cristina Fernández la definió ayer como “un espacio inédito de reflexión”. Se trata de un edificio remodelado para funcionar en forma interactiva. Además de muestras temáticas –la primera es Mujeres 1810-2010– habrá ciclos de cine, danza, literatura y música.

Por Silvina Friera
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Cristina con Jorge Coscia y José Nun.

Los ojitos “mutantes”, el logo estilizado con los colores de la bandera argentina, invitan a ingresar a la Casa Nacional del Bicentenario, “un espacio inédito de reflexión” para la Ciudad de Buenos Aires, como lo definió la presidenta Cristina Fernández, durante la inauguración de este edificio pensado en forma interactiva, “exquisitamente diseñado”, que será dedicado al debate y la reflexión sobre la historia del país. “Algunos dicen que sólo hay que mirar para adelante; yo también digo que hay que mirar para adelante, pero con el espejo retrovisor para hacer un aprendizaje de lo que pasó”, dijo la Presidenta en el patio de este nuevo centro cultural –cuyo mentor, José Nun, estuvo presente, cerquita de Fernández–, después de haber recorrido los 3000 metros cuadrados junto con la directora ejecutiva de la casa, Liliana Piñeiro; el secretario de Cultura, Jorge Coscia, y el coordinador general de la Unidad Bicentenarios, Julián Kopecek. “No tengo una visión integrista de la historia –aclaró Cristina–, pero creo que una de las características de estos 200 años es que nunca hemos tenido un debate serio acerca de qué país queremos, en qué sociedad queremos vivir, qué aspiramos a dejarles a nuestros hijos, y estos 200 años son una oportunidad para construir definitivamente un proyecto de país y sociedad.”

El patio de la Casa quedó chico para albergar a tanta gente. Estaban de pie, aguantando con verdadero estoicismo la llegada de la Presidenta, el bailarín Maximiliano Guerra, los escritores Noé Jitrik, Vicente Battista, Mario Goloboff y Mario “Pacho” O’Donnell; la periodista Mona Moncalvillo, los dibujantes y humoristas gráficos Caloi y Miguel Rep –responsable del mural de la Casa–, el editor Daniel Divinsky, el cineasta Sergio Renán, y el actor Alejandro Awada, entre otros. La Presidenta señaló que el primer objeto de debate “vamos a ser nosotras, las mujeres”. “Y cuando digo objeto no es que me equivoque porque algunos y algunas todavía nos tratan como objeto”, precisó Fernández y anunció que la segunda muestra estará dedicada a los proyectos económicos que tuvo el país en estos dos siglos. “Creo que los argentinos deberíamos comenzar a ponernos de acuerdo en algunos cuestiones fundacionales para no seguir discutiendo siempre sobre lo mismo, llevando a cabo esa terrible historia del péndulo, que nos hace ir de un lado a otro, en un antagonismo permanente ante lo otro”, subrayó la Presidenta. “No hace falta que todos pensemos exactamente lo mismo, ni que vengamos de los mismos lugares o de las mismas historias para construir un país. Si uno ve otras sociedades desarrolladas, advierte que han podido construir una identidad nacional desde la diversidad.”

Fernández señaló que el objetivo que “nos debe unir es la equidad, la igualdad de oportunidades”. La Presidenta aseguró que no estaba hablando de igualitarismo. “No somos todos iguales; el igualitarismo que alguna vez proclamamos al mundo como una bandera irrenunciable e intransigente devino en esto que no es conformismo, sino la sensatez de que no somos todos iguales, pero todos tenemos derecho a tener las mismas oportunidades, y quien debe asegurar esto es el Estado, que nos representa a todos.” La Presidenta agregó que la primera pauta fundacional es admitir el rol del Estado en toda sociedad moderna. “Parece casi una verdad de Perogrullo, pero hasta hace muy poco tiempo se discutía cuánto Estado era necesario, y cuanto menos Estado, parecía ser mejor.” En ese sentido recordó que esta idea del Estado mínimo se derrumbó “estrepitosamente” en el último trimestre del 2008. “La presencia del Estado, que no es omnipotente, es la garantía imprescindible para que pueda desarrollarse un proceso de justicia, de equidad, de igualdad, y fundamentalmente de equilibrio en la relación de fuerzas que se desarrolla en una sociedad”, explicó Fernández. “Es absolutamente tramposo dejar librado a las fuerzas del mercado el signo de igualdad de capacidades –advirtió–; es simplemente un argumento que disfraza las verdaderas intenciones de aquellos que proclaman al mercado como el gran asignador de recursos.”

El público que se acerque a la Casa Nacional del Bicentenario (Riobamba 985) se encontrará con la exposición temporaria Mujeres 1810-2010, que recorre la presencia femenina en la vida pública y privada entre 1810 y 2010 a través de los cuatro pisos del edificio de fines del siglo XIX, cuya remodelación se centró en la valoración de su arquitectura original. En la planta baja hay una videoinstalación permanente con seis pantallas que repasan los dos siglos de historia argentina a través de una pluralidad de voces y enfoques. Además de las muestras temáticas, en la casa habrá ciclos de cine, danza, literatura y música. Fernández planteó que el objetivo de este lugar es ser un espacio de debate y reflexión. “Uno nunca tiene la certeza definitiva sobre algo, las certezas no son definitivas, lo único definitivo es la muerte”, señaló la presidenta. “En este año del Bicentenario vamos a dar ese debate que venimos haciendo. Y lo vamos a profundizar”, prometió. “Yo creo en la profundización del debate, que no responde al conflicto. El único lugar donde no hay conflictos es en el cementerio; allí se terminan todos los conflictos, allí nadie debate –ironizó–. Es un lugar al que ya llegaremos algún día, pero ahora tenemos la intención de seguir debatiendo y discutiendo el desafío de la vida.”

Fernández aseguró que sigue creyendo “firmemente” en la voluntad como una capacidad para transformar la realidad. “La voluntad de cambiar las cosas, de ser parte de un proceso de transformación del país, la sigo reivindicando como uno de los elementos más distintivos de la condición humana”, admitió la Presidenta. “Ya no estamos para cambiar el mundo, pero sí nuestro querido país.” Por las blancas paredes de la Casa ya comienzan a germinar los sueños y relatos del Bicentenario.

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