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Domingo, 22 de agosto de 2010
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HUGO GUERRERO MARTHINEITZ FALLECIO AYER DE UN PARO CARDIACO A LOS 86 AÑOS

Adiós a un agudo animal de radio

El locutor peruano instauró un estilo como entrevistador radial y no se guardaba nada cuando opinaba. En los últimos meses había vivido en la calle y luego fue internado en un psiquiátrico.

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Marthineitz instauró en la radio los llamados de los oyentes.

Fue locutor y animador, pero fue antes un hombre polémico y agudo, sin demasiados tapujos para lanzar enunciados tan graves como su voz. A Hugo Guerrero Marthineitz, fallecido ayer a los 86 años de un paro cardíaco, se lo recordará como una figura de la radiofonía nacional, por instaurar un estilo como entrevistador y por su transparencia a la hora de estar del otro lado, al ser reporteado. A principios de julio, Guerrero Marthineitz había sido internado en un centro psiquiátrico de Belgrano. Hacía varios meses que se encontraba en una complicada situación económica. “Hoy no tengo trabajo y llegué a dormir diez noches en la calle por el dinero que me deben”, había dicho. Su muerte fue a las 8 del sábado en el Hospital de Clínicas de la Ciudad de Buenos Aires, según detallaron fuentes de la institución sanitaria. Y sus restos serán sepultados esta mañana, a las 10.15, en el cementerio de Chacarita.

El locutor comenzó su carrera en Perú y trabajó posteriormente en Chile y en Uruguay. Pero fue en la Argentina donde cobró mayor popularidad. Pisó estas tierras en 1955 y dejó su huella. El, sin embargo, parecía no verlo. “Yo soy un loco de mierda que habla solo ante un micrófono. Fui y sigo siendo un mediocre que da examen todos los días”, dijo hace dos años. Su importancia para la radiofonía nacional se materializa en dos ejemplos: los silencios prolongados, a pesar de su apodo, y los llamados de oyentes en vivo en la radio. Entre los programas que condujo, cabe mencionar El show del minuto, El club de los discómanos, Splendid Show y Reencuentros. En 1977 ya anticipaba que lo suyo no se limitaba a la radio: “Creo que hay que valerse de todos los medios de comunicación –rechazo la palabra ‘masiva’, que encuentro ofensiva y agraviante– para ayudar a comunicarse a la gente”. Su debut en televisión fue en 1984, con el ciclo televisivo A solas, que consistía en entrevistas a celebridades. Se dice que fue el pionero en la indagación de ciertos temas incómodos para los entrevistados, particularmente sus prácticas sexuales. Casi como con todo, con la televisión asumió un rol crítico. “En nuestro mediocre medio televisivo todos son fracasados aunque sean estrellas (...). Yo estoy orgulloso de no tener ni la primaria completa”, sostuvo.

A lo largo de su carrera, Guerrero Marthineitz recibió dos galardones destacados. En 1987, el Premio Konex de Platino Radial por la fundación homónima; en 2007, Premio a la Trayectoria por la institución de educación terciaria ETER. Pero aunque los premios seguramente hayan hecho foco en eso, Guerrero Marthineitz tampoco limitó su campo de acción a la radio y a la televisión: una de sus facetas poco conocidas era la literatura. Demostraba tener un interés personal al leer cuentos de Ray Bradbury y Roberto Bloch en sus programas, pero además publicó los libros De hastío, los gatos y los días, en 1976, y Pasto de sueños, en 1996, entre otros. Su último paso radiofónico fue por Rivadavia, con colaboraciones para el programa conducido por Mauro Viale. No fue del todo feliz: en mayo de este año, Viale y Guerrero Marthineitz se enfrentaron a pocos metros de la emisora de Recoleta, por la deuda salarial a la que aludían sus dichos.

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