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Lunes, 16 de julio de 2012
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Un debate para reactivar la jubilación de escritores

“Hay un camino a recorrer”

Luego de que la iniciativa de Carlos Heller perdiera estado parlamentario, el diputado Juan Carlos Junio reactivará un proyecto de ley que cuenta con un amplio consenso: “Hay que fortalecer la idea de que los escritores son trabajadores de la cultura”.

Por Silvina Friera
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En el Centro Cultural de la Cooperación, Junio, Vicente Battista y Juano Villafañe explicaron la ley.

¿Cuánto vale una metáfora? El interés por esta materia podría dilatar la pupila de un puñado de lectores. Pero más allá de quién formule la pregunta y con qué intenciones, también resuena el eco de una especie de diagnóstico naturalizado. Lo simbólico está excluido del mundo del trabajo; se presupone que no tiene valor. Más allá de sustanciales avances y conquistas en el territorio de los derechos sociales, económicos, culturales y políticos, los escritores aún tienen la ñata contra el vidrio del corrosivo asedio de la incertidumbre, la precariedad y la pobreza. El diputado Juan Carlos Junio, del Frente Nuevo Encuentro, presentará un proyecto de ley para que los escritores puedan jubilarse. La iniciativa es la misma que promovió el año pasado Carlos Heller en la Cámara de Diputados –luego de recoger el espíritu de una propuesta que se elaboró en el Espacio Literario Juan L. Ortiz, el Area de Políticas Culturales y el Departamento de Estudios Parlamentarios del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini (C.C.C.)– con el objeto de reparar una injusticia tan arraigada. Todos los autores y autoras en edad de jubilarse (65 años), con un mínimo de cinco libros editados o que puedan acreditar una trayectoria pública y constante en la creación literaria no inferior a 20 años, percibirán una asignación mensual de tres jubilaciones mínimas, que hoy ascendería a 4800 pesos por mes.

La “ley de autores”, como se la denomina para simplificar su nomenclatura legislativa –Asignación Unica por Trabajos y Obras en Reconocimiento a Escritores–, cuenta con el apoyo de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) y con más de 800 adhesiones, entre las que se destacan la de Horacio González, José Pablo Feinmann, Liliana Heker, Adolfo Pérez Esquivel, Diana Bellessi, Leopoldo Brizuela, Tamara Kamenszain, Abelardo Castillo, María Rosa Lojo, Eduardo Grüner, Marcelo Cohen, Carlos Chernov y Angela Pradelli, entre otros. “Trabajaremos con la máxima convicción para que el proyecto sea ley”, prometió Junio durante un debate en el C.C.C., acompañado por Vicente Battista y Juano Villafañe. “Por supuesto, como siempre, es una lucha que habrá que librar. Tenemos bastante confianza y optimismo; pero hay un camino a recorrer.” El diputado nacional por la capital subrayó que éste es un momento de conquista de derechos de “gran trascendencia” para la sociedad y compartió un concepto del poeta Raúl González Tuñón: “Desde mi puesto de proletario de la inteligencia, he tratado de servir a los intereses de mis hermanos los trabajadores”. La frase del poeta “fortalece la idea de que los escritores son trabajadores de la cultura”, agregó el diputado, y por lo tanto “no se entiende cómo estos trabajadores no se jubilan”.

¿Qué se entiende por escritor literario? “A toda persona que de-sarrolle el uso de la palabra escrita como profesión y que trabaje con ese instrumento de modo profesional y artístico, dentro de los distintos géneros reconocidos de las composiciones literarias, como poesía, narrativa, ensayo y dramaturgia, en un sentido amplio”, definió Junio. “Quedan excluidos los trabajos científicos, técnicos, jurídicos, médicos, académicos, porque entendemos que esos profesionales tienen su horizonte jubilatorio claramente definido, más allá de que también hagan un trabajo intelectual y publiquen.” Una de las cuestiones en las que hizo especial hincapié es el requisito de haber realizado, como mínimo, aportes por quince años, de manera continua o alternada, al Sistema Unico de la Seguridad Social. “En vez de treinta años, que es lo que aportamos todos los otros ciudadanos y ciudadanas, sería la mitad”, aclaró Junio. “Pero en el caso de que no tenga quince años de aporte, se obraría apelando a una ley, que es la que se utilizó para más de dos millones de personas, por la cual si no tienen los aportes, se los jubila. Y luego, una vez que tienen incorporado el derecho y cobran, durante un período devuelven lo que no habían aportado antes.” El diputado comentó que ha tenido algunas conversaciones con el presidente y otros integrantes de la Comisión de Cultura, la primera que tratará el proyecto, y percibió un “gran consenso” ante esta iniciativa.

Battista señaló que la sociedad “nos ha educado en la creencia de que un escritor no tiene por qué jubilarse, porque cuando alguien se jubila deja de hacer lo que estaba haciendo”. El escritor, en cambio, casi nunca abandona la escritura, excepto que alguna enfermedad opere como impedimento. El autor de Cuaderno del ausente planteó que es “el mismo argumento que se usó con las amas de casa: ¿por qué una ama de casa tiene que jubilarse si nunca va a dejar de hacer lo que hace?”. Cuesta desterrar este modo de enfocar una parte del mundo de la creación artística, donde escribir parece más un pasatiempo inútil o el vicio de sujetos “teñidos por la locura” que el oficio de un trabajador. “En la escuela primaria y en la secundaria hemos leído a grandes escritores argentinos como Raúl Larra, Luis Franco y Bernardo Kordon”, enumeró Battista. “No sabíamos o no queríamos saber que esos autores murieron en la pobreza, que no obtuvieron compensación alguna por el aporte que ellos realizaron a la sociedad, a la cultura nacional y latinoamericana. Cuando alguno de nosotros preguntábamos por esto, nos contestaban: ‘bueno... hay que tener en cuenta que Miguel de Cervantes murió en la más extrema pobreza. Entonces, si Cervantes murió pobre, ¿por qué Luis Franco no va a morir pobre? En base a ese esquema nos fuimos educando.” El escritor ponderó que a partir de 2003 se empezaron a ver las cosas de otra manera. “No es casual que la jubilación de amas de casa haya surgido en este tiempo, como no es casual que partir de este proyecto logremos los escritores tener la jubilación que nos corresponde por ser trabajadores.”

¿Cuánto vale una metáfora?, le preguntaron a Villafañe durante un programa de radio. “A mí se me ocurre que estamos frente a un cambio de época con relación al mundo de lo simbólico”, reflexionó el poeta y director artístico del C.C.C. “Hoy el negocio de la venta de palabras es uno de los más redituables en el mundo, y nosotros manejando el clic de la computadora somos operadores de esa gran bolsa de valores. Las metáforas, las imágenes, las palabras están generando riqueza, en el medio virtual, en los medios de comunicación, en las industrias culturales. Entonces, creo que es una época donde podemos colocarnos en el carro de la puja distributiva; es el momento de pedir, para los escritores, tan románticos, extremadamente vitales y bohemios, una jubilación.”

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