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Jueves, 10 de septiembre de 2009
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TIERRA SUBLEVADA: ORO IMPURO, LA NUEVA PELICULA DE FERNANDO “PINO”SOLANAS

Retrato de ese deporte de robar para la Corona

El nuevo capítulo de la saga iniciada por Solanas en 2004 con Memoria del saqueo expone con crudeza la expoliación de recursos naturales por parte de empresas que, en connivencia con los funcionarios, se convierten en dueñas y señoras de la tierra.

Por Luciano Monteagudo
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Solanas encuentra en la era Menem el origen de casi todos los males, pero ese anclaje no le impide avanzar hasta estos días.

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TIERRA SUBLEVADA: ORO IMPURO
Argentina-Venezuela/2009.

Producción, guión, narración y dirección: Fernando E. Solanas.
Imagen y cámara: Rino Pravato, Mauricio Minotti, Alejandro Fernández Mouján y Fernando Solanas.
Música: Mauro Lázzaro.
Edición: Alberto Ponce y Fernando Solanas.
Estreno de hoy en los cines Hoyts Abasto, Village Recoleta, Gaumont, Arteplex Belgrano, Arteplex Centro y Showcase Córdoba.

“Dicen que en la tierra adentro hay unas sierras donde sacan infinitísimo oro...” La cita del capitán Sebastián Caboto, de 1544, sirve de prólogo al nuevo documental de investigación de Pino Solanas que se abre, a través de antiguos grabados y pinturas, con la evocación del genocidio indígena que cometieron los conquistadores españoles para llevarse a Europa –el viejo robo para la Corona– las riquezas de América. Flash forward. En una elipsis de casi cinco siglos, Tierra sublevada: oro impuro, el nuevo capítulo de la saga iniciada por Solanas en 2004 con Memoria del saqueo, expone hasta qué punto esa expoliación de los recursos naturales y el avasallamiento de las poblaciones originarias sigue siendo esencialmente el mismo, salvo que ahora se cuidan un poco más las formas.

Tal como se iniciaba La próxima estación, su film anterior sobre el “ferrocidio”, Solanas empieza su indagación por el comienzo mismo: se dirige a la Secretaría de Minería de la Nación y entrevista al máximo responsable del organismo, el ingeniero sanjuanino Jorge Mayoral, que explica con entusiasmo profesional el auge que vive el sector, celebra la generación de riquezas regionales y puestos de trabajo que traería la inversión extranjera, habla de un “boom” y se ufana del posicionamiento argentino en el “top ten” de la minería mundial. Durante los siguientes 80 minutos, el documental se ocupará no sólo de desmentir esas supuestas bonanzas para el país sino también de desnudar hasta qué punto, en su afán de lucro urgente, las grandes transnacionales del sector aplican desde hace años una política de tierra arrasada, que no tiene en cuenta las terribles consecuencias ecológicas ni humanas de una actividad peligrosa y nociva como pocas.

Rodada en las provincias de Catamarca, San Juan, La Rioja, Tucumán y Salta, Oro impuro está estructurada en una introducción, diez capítulos y un epílogo, una organización didáctica sobre la materia que permite ir conociendo las inmensas riquezas que esas empresas se llevan, lo poco y malo que le dejan al país, la pobreza estructural que se arraiga en las poblaciones aledañas a la actividad, la corrupción y complicidad de los distintos gobiernos nacionales y provinciales en esta depredación y los movimientos de resistencia espontáneos y autónomos que están naciendo para hacerle frente al saqueo, con más avances y victorias quizá de las que se conocen aquí en Buenos Aires.

A diferencia de otros capítulos de la saga, en Oro impuro Solanas se reserva un rol más secundario y cede la palabra a un coro de ingenieros, maestros, indígenas, abogados y ambientalistas que conocen de cerca el tema. “Les estamos pagando para que se lleven nuestro futuro”, se indigna un catamarqueño frente a la Minera Alumbrera, una suerte de Estado dentro del Estado, que corta caminos públicos, dinamita cerros enteros dejando paisajes yermos y utiliza 80 millones de litros de agua potable por día para la limpieza de los metales extraídos. Precisamente, éste es uno de los temas centrales de la película, al punto de que uno de sus capítulos se titula “El agua vale más que el oro”. La desertificación creciente de los Valles Calchaquíes (con árboles pelados que parecen salidos de una película de Tim Burton) y el desequilibrio total del sistema ecológico provocan a su vez la emigración y el desarraigo de poblaciones enteras.

Como en todo su cine de los últimos años, Solanas encuentra en la era Menem el origen de casi todos los males, con la promulgación de leyes que abrieron el camino a contratos y concesiones vergonzosos. Pero ese anclaje no le impide avanzar hasta nuestros días y cargar contra gobernadores actuales (el riojano Beder Herrera, expuesto en toda su traición; el sanjuanino José Luis Gioja y su relación con la minera transnacional Barrick Gold), hasta llegar incluso al gobierno nacional. “A fines de 2008, el Congreso de la Nación votó por unanimidad la Ley de Protección de los Glaciares –recuerda el documental–, pero la presión de Barrick y del gobernador Gioja logró que la presidenta Cristina Fernández vetara la ley.”

Hay en el film algún episodio que busca demasiado deliberadamente la emoción, como el testimonio de ese maestro rural que vive en absoluta soledad en medio de la sierra y abre todos los días su escuela para apenas cuatro niños. Algunos registros son a su vez de naturaleza televisiva, aunque muy eficaces en la denuncia de la connivencia de la clase política con el poder económico, como esas tomas caseras que exhiben a funcionarios de la provincia de La Rioja –los secretarios de Minería y Medio Ambiente, nada menos– rompiendo a patadas y empujones un corte de ruta llevado a cabo por un par de maestras de Famatina. Pero en su totalidad, Tierra sublevada: oro impuro (la segunda parte, Oro negro, dedicada al petróleo, llegará el año próximo) se impone por su sobria, segura, convincente elocuencia.

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