Un poco a la manera de su protagonista, a El discurso del rey le cost贸 arrancar, como si tartamudeara: hab铆an pasado dos horas de ceremonia y apenas si hab铆a conseguido una estatuilla de las doce a las que aspiraba. Pero en la atropellada final la pel铆cula brit谩nica demostr贸, como el rey Jorge VI, que era capaz de quedarse con la 煤ltima palabra. Gran ganadora de la noche, The King鈥檚 Speech se asegur贸 cuatro de los premios mayores 鈥搈ejor pel铆cula, director (Tom Hooper), actor (Colin Firth) y gui贸n original (David Seidler)鈥, un poker de ases que no se daba desde los tiempos de El silencio de los inocentes, 19 a帽os atr谩s.
鈥淲e shall prevail鈥, se escuchaba pronunciar a King George en la heroica, pomposa banda de sonido que repiqueteaba de fondo mientras desfilaban im谩genes fugaces de las diez candidatas al premio mayor. Era obvio que el sobre cerrado que reten铆a en su mano Steven Spielberg, despu茅s de m谩s de tres horas de ceremonia, no pod铆a contener otro ganador que El discurso del rey, destinada a prevalecer por sobre todas las dem谩s. La pregunta, en todo caso, es: 驴por qu茅?
Sin duda, respuesta no hay una sola. Los insiders de Hollywood empiezan se帽alando los errores estrat茅gicos de marketing de la que se supon铆a deb铆a ser su principal competidora, Red social, premiada apenas con tres Oscar (gui贸n adaptado, m煤sica original y edici贸n) de los ocho que ten铆a en juego. Que se estren贸 demasiado temprano y ninguna pel铆cula se sostiene seis meses en la consideraci贸n de los 5774 miembros de la Academia, aparentemente de memoria corta; que su director, David Fincher, no pudo promocionarla lo suficiente porque estaba en Suecia filmando La chica con el tatuaje de drag贸n, la primera entrega de la Trilog铆a del Milenio de Stieg Larssen; que uno de sus principales productores, Scott Rudin, es una persona tan admirada por su capacidad de trabajo como odiada en el medio por su despotismo (Rudin tambi茅n es el productor de Temple de acero, el western de los hermanos Coen, que significativamente no consigui贸 ni una sola de las diez estatuillas a las que hab铆a sido nominado).
Explicaciones hay muchas. Tambi茅n se habl贸 de una r茅plica del efecto David vs. Goliath del a帽o pasado, cuando la producci贸n independiente Vivir al l铆mite desplaz贸 al gigante Avatar, representante de los grandes estudios. Pero no parecen casos comparables. Es verdad que Red social es un producto de Sony Pictures y en cambio El discurso del rey proviene de una iniciativa casi personal de un grupo de productores brit谩nicos y australianos, al punto que el director Tom Hooper reconoci贸 que fue su madre quien le insisti贸 en que filmara esta historia. Pero ni una ni otra pel铆cula expresan la antinomia de la ceremonia anterior. De hecho, m谩s all谩 de c贸mo haya sido desarrollado cada proyecto, sus roles lucen casi invertidos. Por su tema, sus actores y su planteo formal, Red social parece por cierto la pel铆cula indie, mientras que toda la pompa y circunstancia de King鈥檚 Speech hacen pensar en una producci贸n mainstream de esas que tanto gustan a la masa societaria de la Academia, cuyo promedio de edad se ubica bien arriba de los 50 a帽os.
Ah铆 est谩 quiz谩 la clave de su 茅xito. A diferencia del film escrito por Aaron Sorkin (el guionista de West Wing) y dirigido por David Fincher, El discurso del rey responde a las tradiciones m谩s anquilosadas y conservadoras del cine que sigue gustando y ganando en Hollywood. Ambas pel铆culas est谩n basadas en personajes y hechos reales; pero mientras que Red social no hace nada por identificar a los espectadores con su odioso protagonista (Mark Zuckerberg, el creador de Facebook), The King鈥檚 Speech, por el contrario, busca la empat铆a con ese rey en problemas.
Se trata, sin ir m谩s lejos, de la vieja f谩bula de la superaci贸n personal a partir del esfuerzo y el sacrificio. Buen esposo y mejor padre de familia, el monarca tiene plena conciencia de su minusval铆a (que la pel铆cula adjudica a un trauma infantil causado por el autoritarismo de su padre) y no aspira a grandes ambiciones pol铆ticas. Pero cuando descubre que su reino lo necesita, sabe que no puede faltar a su deber, a diferencia del hedonista de su hermano, inclinado hacia las mujeres y el champ谩n. As铆, con la ayuda de un plebeyo 鈥損ara colmo de una colonia lejana, Australia鈥, George luchar谩 contra la adversidad y se pondr谩 al frente de una naci贸n que no ha querido la guerra, pero que est谩 dispuesta a darla en defensa de sus m谩s acendrados valores.
Ganadora del premio del p煤blico en el Festival de Toronto all谩 por septiembre, cuando tuvo su estreno mundial, El discurso del rey es, adem谩s, esa clase de pel铆culas que siguen pulsando la vieja y siempre rendidora cuerda de Cenicienta: el plebeyo de extramuros que compone Geoffrey Rush finalmente termina integrando el c铆rculo m谩s 铆ntimo de la familia real, provocando en la audiencia la inveterada ilusi贸n de que la tan ansiada igualdad es posible a pesar de las diferencias de origen y de clase. Nada muy distinto, por caso, a lo que propone la lectura de la revista Hola.
El arquetipo que explota El discurso del rey expresa exactamente lo contrario de lo que sucede con el protagonista de Red social: un plebeyo 鈥搄oven, nerd, jud铆o鈥 que no s贸lo no tiene la menor intenci贸n de integrarse con la aristocr谩tica elite de Harvard, sino que directamente la provoca, la desaf铆a y hasta la derrota. El film de Fincher podr谩 presentar a Zuckerberg casi como a un autista, pero no por ello impulsa a sus espectadores a sentir simpat铆a por 茅l. En el nuevo mundo de las redes sociales electr贸nicas, el valor que pueda tener el creador de Facebook como persona se limita a su capacidad de 茅xito. Es un signo de los tiempos, un espejo en todo caso en el cual esa sociedad de poetas muertos que cada vez m谩s parece la Academia de Hollywood no ha sentido la necesidad de verse reflejada.
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