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Viernes, 9 de diciembre de 2005
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EL ESPECIAL DE TN, A VEINTE AÑOS DEL JUICIO

Los jueces, en aquella sala

Lo que nunca se vio del juicio a las juntas militares, que se emite esta noche, repasa testimonios pero además reúne a los jueces y al fiscal en la histórica sala de audiencias.

Por Emanuel Respighi
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El 9 de diciembre de 1985, un día que marca la historia argentina.
Hace exactamente veinte años, Argentina vivió una de las jornadas más importantes de su historia: el 9 de diciembre de 1985, tras más de siete meses de audiencias y 833 testimonios, Carlos Arslanian leyó la sentencia del juicio que condenó a los miembros de las juntas militares que usurparon el poder en el país durante la dictadura militar 1976-83.
De esa manera, por primera vez en la Argentina, un grupo de dictadores era juzgado por la Justicia civil por las violaciones a los derechos humanos, que dejaron un saldo de más de 30 mil desaparecidos. Aquel histórico proceso, que sentenció a prisión a Jorge Rafael Videla (presidente de facto entre 1976 y 1981), Emilio Ma- ssera, Orlando Agosti, Roberto Viola (presidente en 1981), Armando Lambruschini, Omar Gra-ffigna, Leopoldo Galtieri (presidente entre 1981 y el fin de la guerra de Malvinas), Jorge Isaac Anaya y Basilio Lami Dozo, fue el primer paso para comenzar a cerrar uno de los períodos más oscuros de la historia argentina, al menos en la faz judicial. A dos décadas de ese inédito proceso judicial, la señal de cable TN estrena esta noche, a las 22, Lo que nunca se vio del juicio a las juntas militares, un especial que intenta echar luz sobre los aspectos menos conocidos del histórico proceso.
Emisión especial de A dos voces, el ciclo que en la señal de noticias conducen semanalmente Marcelo Bonelli y Gustavo Silvestre, Lo que nunca se vio... conforma un material necesario sobre la historia reciente argentina, por todo el significado que tuvo aquel juicio, sólo comparable con el de Nuremberg, donde se juzgó a los jerarcas nazis (aunque allí los vencedores de una guerra juzgaban a los vencidos). Pero, además, se trata de un material novedoso en varios aspectos. En primer lugar, porque el documento se vale en gran parte de material de archivo de las audiencias del juicio, imágenes que en su momento sólo pudieron emitirse por televisión sin sonido, por expresa disposición de las autoridades judiciales (la única excepción a ese silencio, que incluía las transmisiones radiales, fue la lectura de la sentencia, que se emitió en directo por todos los canales de aire).
Claro que más allá de su aspecto histórico, Lo que nunca se vio... cuenta con el importante detalle de haber reunido por primera vez y en la misma sala de audiencias de la Cámara Federal donde se llevó a cabo el juicio a los seis jueces que integraron el tribunal juzgador de las juntas militares (Carlos Arslanian, Andrés D’Alessio, Jorge Torlasco, Ricardo Gil Lavedra, Jorge Valerga Aráoz y Guillermo Ledesma) y al fiscal Julio César Strassera, encargado de la complicada tarea de reunir las pruebas acusatorias. A dos décadas de la que fue su tarea más importante (“Ahora me puedo morir en paz”, le dijo D’Alessio a su esposa el día posterior a la finalización del juicio), los encargados de juzgar a los responsables de miles de muertes y desapariciones cuentan detalles e intimidades de aquellos días, cómo los vivieron y cómo recuerdan aquél histórico proceso.
Es justamente a través del testimonio de los miembros del tribunal que el informe presenta su aspecto más revelador, intuido por muchos pero nunca antes reconocido públicamente por ninguno de sus protagonistas. Basándose en el testimonio del fiscal Strassera, la investigación periodística reveló que días antes del comienzo del juicio existió una propuesta político-militar para evitar que se llevara a cabo el juicio. Según se cuenta en el programa, tanto el fiscal como algún miembro del tribunal recibieron por separado llamadas telefónicas –en una operación promovida por el ex jefe del ejército Jorge Harguindeguy y apoyada por un sector de la derecha del gobierno de Raúl Alfonsín– en la que se les “ofrecía” llegar a un acuerdo, que consistía en que los miembros de las juntas reconocerían su responsabilidad en los hechos que se le imputaban a cambio de que no se los juzgara por éstos ni los testigos presten testimonio alguno.
La iniciativa, cargada de fuerte presiones y amenazas varias, buscaba preservar a los dictadores y a la institución militar ante la sociedad. Sin embargo, Alfonsín, por entonces con la potestad de que el Presidente de la Nación era también jefe de fiscales, le dio la orden a Strassera para que presente pruebas contundentes contra los militares. “Yo no tengo ninguna instrucción que darle, sólo que haga lo que tenga que hacer y no se vuelva loco”, cuenta el ex fiscal que le dijo Alfonsín. “Y mi respuesta –confiesa Strassera– fue: ‘Para eso ya es tarde señor Presidente’”.
Otro aspecto interesante que se puede observar en el programa es la declaración que en su momento dio al tribunal Alejandro Agustín Lanusse, presidente de facto entre 1971 y 1973. Allí, el ex comandante en jefe del ejército revela intimidades acerca de la falaz manera en que los responsables del autoproclamado Proceso de Reorganización Nacional justificaban cada uno de sus criminales actos, ventilando el horror de las “acciones por izquierda” que realizaba la Junta Militar. Según cuenta, el ex presidente se enfrentó duramente a los jerarcas de la última dictadura militar, acusándolos por su accionar, luego de las poco claras explicaciones que sus camaradas le dieron acerca del paradero del periodista Edgardo Sajón (vocero presidencial durante su gestión) y de su sobrina Elena Holmberg, que por entonces se encontraban desaparecidos.
Hacia el final del programa, de una hora y media de duración, Lo que nunca se vio... centra su atención en algunos de los testimonios que sirvieron de prueba para juzgar a los militares, deteniéndose en las declaraciones de los integrantes del grupo que logró fugarse de la Mansión Seré, a la postre las únicas personas que pudieron escaparse de algunos de los cientos de centros de detención ilegal que se diseminaban por todo el país. Para finalizar, la emisión de la lectura de la sentencia se combina con el testimonio de los jueces acerca de cómo vivieron ese momento y las horas que insumió, divulgando que una vez finalizada la lectura, los camaristas permanecieron juntos y despiertos durante toda la noche, a la espera de leer en conjunto la cobertura que los diarios le dieron a aquel histórico día.

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