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Miércoles, 1 de marzo de 2006
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LOS ACTORES DEL PROGRAMA Y SUS VINCULOS CON EL BAR

Trinchera de los parroquianos

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El equipo estable de Un cortado, historias de café, en su hábitat natural.

Hasta el momento se grabaron 104 episodios de la temporada 2006 de Un cortado, historias de café. Participaron 211 actores con invitados (elenco rotativo) como Patricio Contreras, Eleonora Wexler, Cecilia Maresca, Pablo Alarcón, Sandra Ballesteros, Fernando Lúpiz, Germán Kraus, Rubén Stella, Mimí Ardú, Verónica Vieyra, Martín Seefeld, Cutuli, Juan Alberto Badía, Víctor Laplace, Norma Pons, Alicia Zanca, Arturo Bonín, Emilio Disi, Emilia Mazer, Lydia Lamaison, Gloria Carrá, Marita Ballesteros, Héctor Malamud, Nancy Anka, Betiana Blum, Juan Acosta y Axel y Nicolás Pauls, entre otros. Página/12 consultó a algunos de ellos para conocer qué similitudes existe entre el café de Un cortado... y el de la realidad. ¿Se trata de un café que ya no existe? ¿Sigue siendo un lugar donde se recrean los vínculos?

Arturo Bonín destaca que “el café de Un cortado... es una visión posible”. Pero duda que queden “tantos cafés así en Buenos Aires, desde la forma y desde la composición. Yo he acostumbrado a ir a cafés de barrio donde uno se transformaba en un asiduo a los tres o cuatro meses o al año de visitarlo. Y ahora veo cómo cambian de fisonomía, de dueños y cómo se van reciclando en otras cosas”. Para Bonín es bueno tener una referencia de “que eso existió, existe y saludable sería que siguiese existiendo”, aunque subraya “que es una tendencia que se está dejando de lado”.

“Aunque el programa no lo señale, hay un café parecido a ése que no está seguramente en Corrientes”, afirma Pablo Alarcón. “Es el café de barrio con historia –agrega–, que está defendido como una trinchera por los parroquianos.” Alarcón pudo conocerlo: “Me pasé la mitad de mi vida en un canal de televisión y la cuarta parte en un café”, asevera para que no queden dudas de la amistad de su alma con los bares. El actor señala que al haber vivido muchos años en el exterior “no lo he encontrado en otros países. Es lo más querible, lo más deseable, lo más necesitable cuando uno está afuera. ¿Dónde carajo hay un café en el que no te echen si no te tomás un segundo café? En la Argentina”, asegura.

“El café que conoció mi generación era un lugar tradicional de reunión, donde se arreglaban negocios, se jugaba al billar”, sostiene Germán Kraus. “También tengo el recuerdo de mi padre –agrega–. El café formaba parte de su vida y tenía que ver con sus afectos. Ya en mi época no era tan determinante, pero siguió siendo un punto de reunión.” Kraus los asocia con el tango Café la humedad de Cacho Castaña: “Tiene que ver con los amigos, con las salidas de los sábados a la noche y, fundamentalmente, con los afectos. El espíritu del programa tiene que ver con eso: con rescatar ese lugar que tiene mucho que ver con los argentinos, sobre todo con los porteños”.

“Filosóficamente, el café de Un cortado... tiene una relación directa con lo que tiene que ver con el culto a la amistad, con el encuentro, con una buena charla”, expresa Martín Seefeld. “Yo siempre lo hago habitualmente con mis amigos –agrega–. La idea siempre es ir a tomar un café para poder charlar. Incluso también se transfiere a todo lo que tiene que ver con lo laboral.” Para Seefeld, ese tipo de café “sigue existiendo”. “Hay un montón de cosas que son clásicas y van a existir toda la vida, y ésta es una de ellas. Siempre cada grupo tiene un lugar de encuentro donde se reúne. A mí me ha pasado mucho con mis amigos de tener siempre un lugar donde encontrarnos y, de alguna manera, no hay que decir dónde. Eso nunca se acaba, independientemente de que ahora aparezcan otros tipos de bares, con otro tipo de filosofía y de mecánica. Pero el clásico café va a existir siempre”, asegura para que los nostálgicos sigan teniendo el derecho a la ilusión.

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