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Viernes, 5 de abril de 2013
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escenas

Bombas amorosas

Mi primer Hiroshima, o el relato de un primer amor que detona sobre la sensibilidad de su protagonista.

Por Sonia Jaroslavsky

Mi primer Hiroshima, de Camila Fabbri, es una obra breve, que rodea casi siempre la misma idea. Hay un trabajo especial en el relato, en el texto poético. Este espectáculo cuenta la historia de Lorena, una aviadora antigua, aunque contemporánea, ya que es una actriz de hoy que relata la historia de su primera ruptura amorosa y el impacto que tuvo en ella el primer amor. Llega a compararlo con el arrojo de una bomba atómica sobre sí misma. La autora explica que llamó así a la obra porque refiere al “aspecto corrosivo de la experiencia del primer amor” y asegura que su espectáculo no tiene vinculación alguna con la película Hiroshima mon amour.

Lorena –interpretada por María Canale– es una chica de veintitantos años que está vestida de aviadora y afirma serlo: “Ahí está el juego de épocas de la obra –explica Fabbri–. Ella lo es, y no, porque todo su relato con Fabio –a cargo de Julián Infantino– está puesto en un marco contemporáneo. Pero los resultados de ese desamor están puestos en un marco antiguo, en el arrojo de la primera bomba atómica. Incluso ella afirma haber sobrevolado Hiroshima en el momento del impacto. Haber estado ahí con su nave: ésa es la metáfora que ronda el relato. Lorena es y no es alguien hoy. Es un personaje que oscila entre épocas. Fabio, en cambio, es un chico de veintitantos, común y corriente. “Ella habla de él como un ser superior, como su santo. Lo que la puesta intenta, poniéndolo en escena a él, es quitarle ese mérito del chico imposible. Fabio existió, y existe. Sigue existiendo más allá de ese vínculo amoroso que no funcionó. Y nada lo perfeccionó, ni lo hizo más fuerte, sigue siendo un varoncito que está ahí parado, como muchos otros”, dice Fabbri.

A la pregunta sobre por qué la imagen de una bomba atómica, Camila responde “porque las bombas, los estallidos y los hongos pueden llegar a formas inverosímiles: bellas pero que al mismo tiempo son muerte”. Para la puesta trabajó con videos de YouTube, ya que este aspecto abriría la puerta hacia lo contemporáneo en contraste con el relato antiguo. “Usamos videos de bombas, muchas bombas unificadas; mezclamos imágenes del después del arrojo de la bomba atómica de Hiroshima y las combinamos con imágenes placenteras del personaje de Fabio. Con imágenes del chico acostado en la cama, mirando a cámara, hablándole a la cámara en mudo. Mezclamos esos mundos como si en la mirada de Lorena fueran la misma cosa. Con la actriz María Canale tuvimos un proceso muy minucioso. Hay momentos de detención en lo que cuenta, en lo que habla. El texto tiene un carácter bastante literario, incluso poético. Esto a veces suele ser perjudicial para la actuación in situ, pero pudimos lograr en los procesos de ensayo que eso no sucediera. Hay momentos en que ella se despersonaliza, se vuelve caricatura. Acá también el juego de épocas, de un personaje que está hoy, y que no está, porque es antiguo y ya no existe. Como una fotografía o un dibujito animado de una película que ya terminó. O que nadie vio.”

En su espectáculo anterior, Brick, Fabbri trabajó con las voces de tres hombres. Pero pasaba algo curioso, porque en esos relatos, había un mundo femenino repartido en tres partes iguales. El relato no era de hombres, las voces no lo eran. Solamente el cuerpo en escena era de hombres, pero no así las palabras. “En este segundo trabajo –desarrolla– surgió una unión, incluso hasta un socorro por la causa: María Canale entendía ese ‘dejarse desgarrar’ por una ruptura, y por supuesto, su renacer.”

Mi primer Hiroshima. Viernes a las 21. El Elefante Club de Teatro. Guardia Vieja 4257. Tel. 4861-2136. $ 40.

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