Los triunfos en serie de los suplentes ante Independiente y de los titulares ante River entregan una primera comprobación: el Boca de Julio César Falcioni será el vivo retrato de su técnico. Jugará a cara de perro. Sin derrochar belleza ni regalar más alegrÃas que las victorias que puedan llegar. Pero con el orden, el esfuerzo y la solidaridad como marcas de fábrica.
El arranque exitoso del verano no presupone que vaya a suceder lo mismo cuando, dentro de tres semanas, comience un torneo Clausura por cuyo tÃtulo Boca, por lo menos, deberá pelear después de dos años en lo que se perdió toda la cosecha. Está lleno de ejemplos el fútbol de equipos que aparecieron en la arena, pero que desaparecieron del verde césped a la hora de jugar por los puntos del campeonato. Pero en los partidos de la semana, ante Independiente –con un mix de titulares y suplentes– y ante River –con casi todo el potencial–, Falcioni demostró que algunas de las cosas que pretende para su Boca ya las ha encontrado, o está muy cerca de poder hacerlo.
Un gran compromiso colectivo para no quedarse parado ni un segundo, la intensidad del despliegue en el medio, el doble cinco áspero y luchador, las dos lÃneas de cuatro paradas por detrás de la lÃnea de la pelota para batirse por la recuperación, la defensa armada con dos laterales de oficio (José MarÃa Calvo y Clemente RodrÃguez) por los costados, dos centrales (MatÃas Caruzzo y Juan Insaurralde) que marcarán en zona y un arquero como Javier GarcÃa –a quien se supone arrancando como titular–, son algunos de los documentos de identidad de la primera versión de Falcioni en Boca. Pero eso sólo no alcanza para ir a más. Se necesita un plus. Y ese plus, que se llama fútbol, pueden dárselo dos jugadores: uno que está pero que no estuvo (Juan Román Riquelme) y otro que no está, pero puede estar en cualquier momento (Walter Erviti).
Falcioni sabe que en la mitad de la cancha, Sebastián Battaglia y Leandro Somoza aseguran presencia, quite y un buen primer pase. También sabe que Pablo Mouche y MartÃn Palermo requieren un abastecimiento que hoy no está asegurado por más que Diego Rivero y Nicolás Colazo se esfuercen por los costados. Y que la presencia de Riquelme está atada con débiles alambres, por los avatares de su rodilla izquierda maltrecha. Por eso repiquetea los oÃdos de los dirigentes boquenses pidiendo una nueva ofensiva por Erviti, que podrÃa cerrarse con éxito esta misma semana.
Con Battaglia y Somoza repartiéndose el mediocampo, Erviti parado más adelante del medio hacia la izquierda y Riquelme moviendo los hilos como enganche, Boca podrÃa componer una fórmula muy completa y equilibrada: peso en el medio y un doble comando con mucho juego de allà para arriba. Con Riquelme y sin Erviti, Boca deberá encenderle una vela a la rodilla zurda de Román para que le posibilite jugar la mayor cantidad de partidos posibles, y habrÃa que ver si es Colazo u otro quien se hace cargo de la banda izquierda.
Pero si no llega Erviti y la rodilla hecha flecos de Román lo deja más afuera que adentro del equipo, habrá que ver cómo se las ingenia Falcioni para suministrarle a Boca más fútbol del que hasta aquà ha mostrado. Y que es lo que le viene faltando para poder catalogarlo como un equipo con pinta de serio y no como un amor de verano, de esos que pasan y se van.
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