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Domingo, 13 de julio de 2008
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Qué está pasando institucionalmente en Ñuls y Central

Parecidos pero diferentes

El club de Arroyito está saliendo de un proceso de deudas millonarias, irregularidades administrativas y desazón deportiva. En el parque Independencia, se espera la intervención de Fiscalía de Estado para asegurar elecciones limpias el 14 de diciembre.

Por Alejo Diz
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Como pasó en Central, los hinchas leprosos esperan ansiosos elecciones transparentes.

Ilusiones deportivas marchitas, deudas salariales, incertidumbre financiera, hinchas ganando la vía pública como recinto de expresión, dirigencias asfixiadas por sus propias incapacidades y un pedido de intervención sonando al unísono como única puerta de escape a la crisis. Tan paradójico anda el fútbol de la ciudad que hay veces que es difícil encontrar diferencias entre canayas y leprosos. Pero que las hay, las hay. Porque el proceso de reconstrucción institucional que viene atravesando la entidad de Arroyito no tiene la misma hoja de ruta que la destinada a la institución del parque Independencia. Vemos por qué entre auriazules y rojinegros, incluso en sus crisis, no se asemejan.

Lo institucional. Quizás la victoria más consagrada de los socios de Central a lo largo de dos décadas de rancias cosechas deportivas es que jamás dejaron al club a la suerte de sus ocasionales autoridades. En Ñuls, en cambio, dos tribunas y promesas de extraordinarios jugadores extranjeros vistiendo la rojinegro fue convenciendo al socio de que en Ñuls sólo interesa el fútbol.

La Justicia. Cuando Gonzalo Estévez y Cía. soñaron con tomar la conducción de Central recetando una sugestiva licencia para el presidente Pablo Scarabino no repararon en que la institución se encontraba bajo la órbita de la Justicia, en el marco de un proceso de convocatoria de acreedores. Y un día las autoridades judiciales pusieron límites a un club que desbarrancaba por el libre albedrío de sus dirigentes. En Ñuls, en cambio, la Justicia fue una compañera fiel de todo lo que dispusiera la directiva. El juez del concurso, Rodolfo Bruch, despertó sospechas por su labor, pero el tiempo terminó por despejar dudas sobre sus convicciones.

Fiscalía de Estado. En Arroyito ocurrió un día que Fiscalía de Estado pidió la intervención del club, resolución que tuvo las manos de la jueza de la convocatoria, Liliana Giorgetti, para aplicarse con la celeridad que dicen los libros. Ese día también llegó al parque Independencia, en octubre de 2004, pero con tan mal azar que el club ya había concluido su proceso concursal y apareció el juez Eduardo Oroño.

Los antecedentes. A pesar de todas las turbulencias, en Central el socio jamás perdió el hábito del voto, herramienta con la cual echó de Arroyito a quienes acompañaron a Víctor Vesco en su último período y abortó los insólitos planes de Scarabino. Para hablar de comicios en Ñuls hay que hacer un agudo ejercicio de memoria, y así y todo puede que se fracase en el intento.

La salida. A Central lo salvó la intervención --la medida misma que desembocó en elecciones, no el proceso propiamente dicho-- dispuesta por la Justicia, que por entonces debía velar por los intereses de los acreedores y por tal era prioritario evitar la quiebra de la institución. Hoy Ñuls no está bajo un proceso judicial, por lo cual la intervención exigida podría estar liderada por Inspección General de Personas Jurídicas (IGPJ), que por medio de Fiscalía de Estado tiene la facultad de intervenir el libro de socios, determinación que daría un baño de transparencia a un acto histórico que se precipita: las elecciones del 14 de diciembre.

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