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Martes, 13 de mayo de 2008
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Pintura. Exposición de Osvaldo Boglione en el Parque de España.

Aguafuertes bien rosarinas

La muestra curada por Marcela Römer recorre una faceta no tan conocida del artista, alma máter de la Escuela Musto. Pueden verse sus grabados, objetos y producción de vanguardia, y también dar una mirada al arte de toda una época.

Por Beatriz Vignoli
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Boglione, Giura y Elizalde en 2 cuartos a caja luz y sin luz.

"Que la gente entre y mire y diga: ¡Uy! ¿El Negro hacía esto? Con eso me doy por satisfecha". Así resumía sus objetivos la curadora Marcela Römer, en una charla informal luego de la concurrida inauguración; el "Negro" a quien se refiere no es Olmedo ni Fontanarrosa sino Osvaldo Mateo Boglione (1936, Bigand, Santa Fe﷓1996, Rosario). Hasta el 1º de junio, las tres galerías del Centro Cultural Parque de España (Sarmiento y el río) muestran una faceta no tan conocida del que fuera director y alma mater de la Escuela Municipal de Artes Plásticas Manuel Musto: revelan su obra como artista. Osvaldo Boglione y su obra incluye rarezas tales como una carpeta de grabados y canciones realizada en 1984 en colaboración con Fito Páez. O las diversas pruebas de artista de su "Homenaje a los que no creían", grabado incluido en la carpeta "Boglione, Bruniard, Grela, Cochet, Minturn Zerva" editada en 1963 por la Galería Carrillo de Rosario. Seleccionando unas cien de entre las 892 piezas del archivo reunido por Natalia Cloti y Paloma Ferrero con aportes de la colección de Sergio Boglione, y secundada por los eficientes montajistas Rodolfo y Juan Perassi, Römer organizó el espacio según tres ejes curatoriales: una galería de grabados, una de objetos y una de "vanguardia". La primera recorre una diversidad de técnicas: aguafuerte, xilografía, gofrado. La segunda recupera propuestas experimentales poco vistas y en la tercera se incluyen catálogos y fotos de las actividades del Grupo de Artistas de Vanguardia en los años 60, documentos que se articulan con otra parte del programa institucional del CCPE: la conmemoración de los 40 años de 1968.

Osvaldo Boglione y su obra recapitulan a través de su generosa exhibición y su ilustrativo catálogo no sólo los 39 años de la trayectoria de un artista, sino casi cuatro décadas de historia del arte de Rosario. Es un encuentro (o reencuentro, para algunos) no sólo con el arte que se produjo en la ciudad entre 1957 y 1996 sino con sus vías de discusión y de circulación, solidarias, grupales y creadas por los propios artistas, docentes y críticos. Se evoca por ejemplo la actividad de la galería Miró, de Guillermo Fantoni y Adriana Armando, como también la exposición que, con curaduría de Fantoni, la APA realizó en 1984 en el Museo Castagnino historiando la vanguardia en Rosario. APA fue sólo una de las dos agrupaciones que emergieron de las reuniones que un grupo numeroso de artistas rosarinos sostuvo semanalmente en 1983, en el umbral de la recuperación democrática, con el propósito de formar un gremio de artistas. Las discusiones apasionadas entre un Boglione recién llegado del exilio y un Rodolfo Elizalde que se quedó a pintar el silencio de las calles (el Negro y el Colorado, colores de lucha si los hay) no llegaron a ninguna síntesis y el gremio se dividió, encabezando Elizalde el otro grupo, APROA. En unas fotos que el catálogo rescata se los ve a los dos amigos recorriendo la obra de Boglione "2 cuartos caja luz y sin luz" (1968) en la galería Lirolay: jóvenes, el moreno dandy de zona Sur y el vasco pelirrojo parecido a George Scott posan, miran, exploran. Mientras tanto, sus mentes incansables carburan el tercer tiempo, el de la charla.

Aquella generación tuvo un modo particular de estar en el mundo, no padeciéndolo o meramente interpretándolo sino transformándolo. Y como se evidencia en los grabados, collages y dibujos que integran la muestra, en el caso de Boglione el ímpetu destructivo informalista convivió con una formación constructivista modernista y con una sensibilidad exquisita, respetuosa de las vetas de la madera y de la expresividad de los más humildes materiales. Hubo piezas perdidas, como aquella polémica figura escultórica yacente de trapos quemados en tamaño natural que Osvaldo Boglione y Mónica Calegari, su compañera, presentaron en 1984 en la sala D del Centro Cultural Bernardino Rivadavia en la exposición colectiva de Artistas por los Derechos Humanos que ellos mismos organizaban. Parecía un cadáver torturado que hubiera sido devuelto por las garras del terror: el efecto era revulsivo. Fue Boglione quien decidió poner una reproducción de "Grande hazaña... ¡con muertos!" de Goya en la tapa del modestísimo catálogo. Casi una década más tarde, en 1993, Norberto Campos todavía proponía teatralizar las "Pinturitas", dibujos y collages de Boglione, "empalmándoles visiones del contexto donde surgieron", como reza el texto mecanografiado que fue amorosamente conservado y que el catálogo del CCPE/AECID reproduce en facsímil. De esas redes transformadoras, esa actitud de trastocarlo todo de la que los assemblages realizados por Boglione con restos de carpintería o sus experimentos minimalistas con materiales industriales fueron sólo una parte, da testimonio esta muestra.

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