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Lunes, 23 de junio de 2008
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Hulk, el hombre increíble entretiene y promete sus secuelas

Un regreso con éxito para el gigante esmeralda

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Una versión con más acción, y poca introspección psicológica.

Hulk, el hombre increíble. EE.UU., 2008

Dirección: Louis Leterrier.

Intérpretes: Edward Norton, Liv Tyler, Tim Roth, William Hurt, Tim Blake Nelson, Ty Burrell.

Duración: 114 minutos.

Salas: Monumental, Showcase, Village.

6 (seis) puntos

Habrá que destacar la habilidad mercantil de Marvel Comics para impulsar sus personajes hacia nuevos lectores y espectadores a través del cine. De hecho, Hulk ya tuvo su oportunidad en la pantalla grande. No hace mucho y de la mano, ni más ni menos, del taiwanés Ang Lee (Secreto en la montaña, Crimen y lujuria). Pero el film Hulk (2003) -con Eric Bana y Jennifer Connelly- no fue el éxito comercial esperado. Por ello esta secuela o, tal vez mejor dicho, remake inmediata y, ahora sí, exitosa.

Con otros intérpretes, mucha más acción, y poca introspección psicológica (Ang Lee nos había propuesto un Hulk escondido en las sombras psíquicas del Dr. Banner), Hulk, el hombre increíble no demora en adentrarnos en peleas bestiales, animaciones digitales, y síntesis argumental. Este último aspecto, valdrá destacar, ha sido lugar común al comic pergeñado en 1962 por Stan Lee y Jack Kirby. Piñas inmediatas con algo de antihéroe torturado. Bruce Banner (Edward Norton en el film) vive angustiado su doble personalidad, mientras machaca brutalmente lo que se le cruza: por lo general, el armamento militar con el que el General Ross (William Hurt) -némesis de Hulk y padre de su amada- le persigue incansablemente.

En esta simpleza radica la esencia y encanto de la historieta. Ross, Hulk, y Betty (Liv Tyler). Si la triada funciona en el comic, ¿cómo no en el film? Desde este lugar, la nueva versión sale mejor parada. Aunque los efectos digitales del Goliat verde nos sigan pareciendo poco verosímiles. Casi como si se produjese un corte en el mismo film: una vez operada la transformación... a mirar dibujos animados. Valdrá recordar que ésta fue la solución narrativa que allá lejos en el tiempo (1948) se encontrara para las escenas de vuelo del primer Superman del cine (Kirk Alyn).

Y ya que estamos, historicemos. La película lo permite desde el homenaje a Bill Bixby (tanto desde una cita televisiva como desde la interpretación de Norton) y el cameo de Lou Ferrigno (también voz del monstruo); respectivamente, Banner y Hulk en la serie televisiva de los '70 y '80. También remiten a ella los encuadres que, calcados, anunciaban la transformación terrible. A lo que se suma la reminiscencia que, intencionadamente, la película propone hacia King Kong y su amada. Más el mito Frankenstein (también una de las fuentes confesas del escritor Stan Lee). Todo esto, para qué negarlo, se disfruta. Más aún cuando la sorpresa final augura tanto.

Pero sólo eso. La película adolece de mejores intenciones. De todas maneras, no es poco si se lo mide desde la vara que corresponde. Marvel ha optado por una película pasatista. Sin tanta elucubración psicológica. Que sirva como nexo al filón comercial que el cine le permite. Y sin director de renombre de por medio. (A diferencia de su predecesora, ésta lleva la firma de Louis Leterrier, responsable de bodrios como El transportador 2 y Danny the Dog). De esta manera, Hulk se encuentra listo para nuevas peleas, mayores ganancias, y más historietas. Qué le vamos a hacer.

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