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Domingo, 17 de mayo de 2009
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Detuvieron a "Caramelo" Altamirano por crímenes de lesa humanidad.

Un represor para nada dulce

La detención se produjo a fines del mes pasado. El ex policía
Altamirano ya fue indagado en la Unidad Fiscal por 15 casos de secuestros, torturas y dos homicidios ocurridos entre 1976 y 1978.

Por José Maggi
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"Caramelo" Altamirano formó parte como policía del Servicio de Informaciones de la ex Jefatura.

La justicia tardó pero llegó: Carlos Ulpiano Altamirano, alias Caramelo, 57 años, divorciado, oficial principal de la policía provincial con retiro obligatorio sin goce de sueldo; con domicilio en Vélez Sarsfield 6800 de Rosario fue detenido el 21 de abril por graves violaciones a los derechos humanos ocurridas entre 1976 y 1978 en el Servicio de Informaciones, de San Lorenzo y Dorrego. Con el patrocinio de Germán Artola fue indagado el 26 de abril por la fiscal Adriana Saccone, titular de la Unidad Fiscal de asistencia para causas por violaciones a los derechos humanos, por 15 casos de secuestros, torturas y dos homicidios. Esta es su declaración.

Altamirano fue imputado por haber formado parte como policía del Servicio de Informaciones de Rosario. Puntualmente se lo acusa de haber participado en el secuestro y las torturas y amenazas de Elba Ferraro de Bettanin, Angel Ruani, Gregorio Larrosa, Ana Ferrari, Marta Bertolino, Raúl Nasini, María Sanfilippo, Marcelo de la Torre, Lelia Ferrarese, Alfredo Vivono, Marcos Olivera, Estela Hernandez, Laura Torresetti. Finalmente se lo acusa del secuestro, totturas y el homicido de Ruth Gonzalez y de Oscar Manzur, todos ocurridos en el Servicio de Informaciones.

"Caramelo" tuvo una actitud distinta a la de sus pares detenidos hasta el momento: cuando tuvo que responder a las acusaciones, acusó a sus interrogadores a viva voz de "prevaricato, privación ilegítima de la libertad y abuso de autoridad" para luego dejar flotando en el aire una velada amenaza: "No tengo nada contra ustedes pero dentro de dos años nos vamos a ver la cara de nuevo".

Altamirano confesó que "como policía estuve en el area 211 dependiendo del Comando del Segundo Cuerpo de Ejército, estando sometido bajo el código militar que contemplaba pena de muerte para quien no cumpliera las ordenes o se considerara rebelde. Y trabajé en el Servicio de Informaciones de la unidad regional II".

El represor recordó los nombres de sus jefes "Seichuk, Zárate, González, Sandoz" así como un episodio ocurrido en aquella época: "Me imputaron apremios ilegales al ciudadano comunista Sergio Schilman y me hicieron Consejo Permanente de Guerra en Córdoba, por lo que estuve detenido dos años".

El lugar de detención ﷓según remarcó como un dato risueño﷓ fueron las dependencias de la policía militar con asiento en el Comando 121 en Lamadrid y Leiva, donde estuvo por casi dos años, y que el propio ejército había denominado como "reunión de delincuentes subversivos" donde ﷓asegura﷓ había terroristas del ERP".

El recuerdo alcanzó a los jefes del lugar, el teniente primero Carneo Savoy, jefe de la compañía, más conocido como Pepitito. En el lugar asegura haber sido visitado por los generales Jauregui y Trimarco, a quienes le pidió su libertad, por lo cual fue trasladado a Córdoba.

En la causa que le llevaron adelante por Schilman, compartía responsabilidades con "Lofiego, Antigiovanni, Ferrera, Nast y Scortecchini". Y destacó que finalmente el "Consejo de Guerra nos absolvió a todos de culpa y cargo, y recuper mi libertad en 1980".

En otro apartado de su declaración Altarmirano aseguró que le dijo "al comandante Feced que no coordinaba con la conducta con la que manejaba a sus hombres y me contestó que yo era un rebelde y que era peronista. Y cuando le dije que estaba loco me dio cinco días de arresto. No me mandó a matar porque me tuvo lástima".

Altamirano confesó que llevaba adelante con su grupo "arrestos específicos de determinadas personas". Y que también realizaban "arrestos no específicos, que era buscar al enemigo, es decir sacarlo por la pinta, por mirada. Yo lo miraba y ya sabía que era terrorista" se ufanó.

El represor también tuvo tiempo de hacer gala de su hipocresía: cuando lo consultaron si había visto torturas en el Servicio de Informaciones, respondió "no te puedo contestar pero con sinceridad no fui testigo, y nunca me lo manifestaron. Si me lo hubieran dicho soy el primero que tomo la denuncia y los esposo a los que estaban allí adentro".

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