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Viernes, 14 de octubre de 2016
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XXXI encuentro nacional de mujeres

Las que buscan encuentran

¿Quiénes son las que van al Encuentro Nacional de Mujeres? ¡Feas, sucias, malas! Aquí, algunas instantáneas de una fiesta donde efectivamente se encontraron las travas, las tortilleras, las que luchan, las que gritan, las que quieren divertirse, las que no quieren más miserias del patriarcado.

Por Magdalena De Santo y Paula Amarilla
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1. LA MAQUINA LESBIANIZADORA

Los varones que tienen miedo de dejar ir a sus novias al ENM, hacen bien. El fenómeno entero resulta una cachetada a las lógicas deseantes que nos han enseñado. El ENM lesbianiza. Y el río Paraná es testigo. Además de la especificidad del taller de Activismo lésbico, lesbianismos o bisexualidades, persiste un modo de estar con las otras que la vieja Adrienne Rich denominó continum lesbiano. La ecuación radica en una solidaridad liberada del ojo censor que, en estos días de entrega absoluta a la experiencia aplanadora de serotonina, se traduce en estar sucias y malvestidas, hacerse tatuajes tumberos en la plaza feminista, abrazar los errores tanto como las pieles exudantes que se rozan, repetir la palabra lesbiana como el mantra de Macky Corvalán, compartir saberes de todo tipo: el maxikiosco con cerveza barata o el perfeccionamiento de métodos de orina callejera. Pasar la noche jugando futbol en el patio sin bandera, echarse a dormir juntas en el aula y por la mañana, cuando la ducha fría de una escuela es la única opción, aceptar el jabón que ofrece la compañera desnuda y estacionar la libido en unas tetas liberadas que más tarde caminarán juntas y multitudinarias.

2. TTT UNIDAS

Jackeline Romero Red Diversa Positiva y responsable nacional de diversidad de Corriente Nacional Martin Fierro fue la encargada de ser la coordinadora del taller nº 9 “Transexuales, Travestis y Transgéneros”. Dentro del ENM por segunda vez se realiza. Y en la puerta de la Escuela rebautizada hubo nada menos que 380 travas y trans copando la comisión. Lo sorpresivo es que en lugar de dividirse en dos o tres comisiones, las compañeras decidieron quedarse juntas. ¿Por qué? “Porque sintieron que unidas eran más fuertes, porque escuchándose todas y unificando su voz se hacían más fuerte”, en palabras de Jacky, que continúa “fue increíble, de modo histórico pudimos mantenernos unidas más allá de las diferencias institucionales y escucharnos”. Tanto es así que Jacky que le bajaba el aguante al activismo, salió con garra para seguir militando porque “ante la necesidad de la otra, la ayuda no se puede negar”. Marta, una trava que viajó con Malas como las arañas, cuenta sentirse dichosa de haber venido y risueña recuerda, “¿lo más divertido en el ENM? Prenderse un pucho con la Llama eterna de la Argentinidad como mechero”. Belgrano, chisteate esa.

3. PUNTO DE ENCUENTRO

La cita: avenidas Sarmiento e Illia, Rosario, 19 horas. ¿Por qué ahí? Girás la cabeza y lo ves: EL Mural de dos Mujeres chapando. El llamado Mural contra la lesbofobia fue aprobado por el Consejo Municipal en 2011 un 7 de marzo, en memoria de la Pepa Gaitán y por la visibilidad lésbica. Pero, ¿de qué visibilidad se habla? Si a menos de a 4 días de inaugurado el mural fue: ¡zás! pared blanca otra vez. Y luego de que la agrupación Las Safinas en 2014 lo volviera a pintar, varita mágica heteropatriarcal de por medio, blanco Ala otra vez. Sin darse por vencidas Las Safinas lograron este año con venecitas inmortalizar por fin el deseo tortón.

Y ahora sí se entiende por qué larga la marcha de orgullo torta, que se cante y se marche desde este bastión de perseverancia, que se abrace a la bandera y que el mural extienda y multiplique en carne torta lista para marchar y llevar su existencia bien presente por toda Rosario.

4. MARCHAR EN FESTIVALADA

Y la marcha parte, con la bandera del arcoíris larguísima ondeando, sostenida y agitada por nosotras, para inaugurar la 2da Marcha Torta para Les-Bi-Transbianas y heteroflexibles. Así, organizada por la agrupación Mala Junta redobla en cuerpos, porque frente a la primera del año pasado que no llegaba a las 300, esta vez somos más de 600. Las manos se alternan para aferrase a la bandera, los cantitos se multiplican llamando a amigas, madres, hermanas a sumarse al placer tortón. Aparece algún puto desprevenido que se confunde con la del Orgullo, sin caer que sólo era de tortas. Pero la marcha transcurre feliz hasta caer como estrella en su Festival Orgullosamente Torta en Plaza San Martín, centro neurálgico de la vida rosarina. ¿Quién recibe? La banda Las Frazadas del Medio Están Bajas cantando bolero “Enamoradas tú y yo” “Dime qué hacer, porque ya no quiero ser tu amiga, quiero ser tu amor”. El festi se llena con canciones de todo tipo: cumbia, electrónica, tango, bolero y reggaetón con Bife, Chocolate Remix, Las Taradas y más. Y de festival se pasa a festín que circulan: pelilarguis, de cortos, rapadas, rastas y cabellos multicolor. Donde la edad heteronormada del amor se evapora y pulula el amor antiage con intercambio de salivas, aprietes y saltando en un pogo que aúlla, baila y chapa. Porque como gritó entre canción y canción Noelia, una de las organizadora: “la única manera de juntar fuerza para seguir defendiendo nuestros derechos, para hacer visibles nuestras existencias es teniendo mucha fiesta, mucha alegría”. Y así seguimos rumbeando, encendidas a La Fiesta Torta, a un sótano hecho sauna de tanta calentura, un averno de placer que salta feroz hacia la calle, ocupándola cada vez más.

5. LA GRAN MARCHA Y LAS POCAS

En la mítica marcha de cierre del ENM, de más de cinco horas de paso continuo, no existe una columna bien grande de lesbianas de todo el país donde confluyan por ejemplo, distintas agrupaciones, partidos y activistas e independientes. Se pueden encontrar diseminadas en pequeños grupos, o dirigiendo la seguridad de su agrupación, llevando los palos enormes de las banderas del partido que sólo esos brazos robustos pueden mover, o también hiper encapuchadas con aerosoles, stenciles y los cuerpos pintados. Ese puñado de radicales que la Comisión Organizadora del ENM dijo en conferencia de prensa no poder hacerse cargo, probablemente eran las aguerridas que respondieron con alguna botella contra la yuta o quemaron unos cartones en la Catedral mientras los camiones hidrantes y las balas las esperaban. Es que dentro de protestas de mujeres, en las tareas de mayor riesgo y exposición encontrás tortilleras, como Lía Ghara: “Yo llegué tarde cuando la policía ya estaba perimetrando. Estaba detrás de un conteiner transmitiendo en vivo, me iba refugiando de árbol en árbol para cubrir y la bala me cayó de rebote, fue un corte nada más”.

6. TORTA LA QUE LEE

Nuestra lengua escrita con caligrafía feminizada por el proceso escolar se ha vuelto guerrilla de unos muros que gritan. Hasta la escritura de paredes metropolinatas es de hegemonía masculina que aclama expropiación de color magenta, violeta y el gran negro anarko. La revuelta de letra escupe en tamaño gigantográfico: “hacela corta, hacete torta” en un codazo de amigas que se felicitan y abrazan por semejante slogan. Otros trazos gritan con presión “concha con concha”; “las pibas nos queremos”; “antes torta que sencilla” haciendo de la creatividad de hagstagh un insulto sostenido para los chetos que comen el domingo feriado en la calle Pellegrini.

La estela de nuestro vandalismo son grafittis: marca registrada que el conservadurismo toma como carta de prueba indiscutible del salvajismo lesbiano. La huella persiste entrada la madrugada del domingo y los amargados bien vestidos no pueden evitar la interpelación; además de esos estragos de existencia y presencia ineludible de otredad interiorizada tienen que pensar ¿por qué “aborté y me hice torta”? Podrán seguir con sus esfuerzos, pero el gran afiche de la Pepa Gaitán pegado en las alturas no hay manera de arrancarlo, por más que lo intenten.

7. NI DIOS, NI PATRON, NI MARIDO

Adriana Carrasco lo resume en esta escena: “El domingo le cambiamos el nombre a la escuela donde se desarrollaron los talleres de temáticas lésbicas y trans. Por una intervención de Cuadernos de Militancia Lesbiana y compañeras Mala Junta, la Escuela Tte. Gral. Riccheri (ministro de Guerra de Roca y organizador del servicio militar) pasó a llamarse –al menos por un día– Escuela Virginia Bolten, militante feminista anarquista de Rosario, editora de la primera publicación feminista argentina, cuyo lema era ‘Ni Dios, ni patrón, ni marido’. En la puerta de la escuela soportamos el asedio de varones cis del Partido Obrero a las mujeres que ingresaban. Uno de ellos planteaba que tenía derecho a entrar. Que en un taller particular las compañeras hayan considerado pertinente que ingresaran varones trans -que no juegan en la relación de opresión de géneros el mismo rol que los varones cisgénero- es algo que se decidió adentro del encuentro. El asedio de estos varones a la organización de las mujeres habla por sí solo del papel social que cumplen”.

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