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Mientras Sánchez consideró que el acuerdo con Ciudadanos era "el primer paso para que se produzca el cambio político", para Errejón el pacto, que incluye "200 reformas", que contemplan medidas para garantizar derechos sociales, limitar las subidas de impuestos o luchar contra la corrupción, "aboca a una investidura fallida".
El acuerdo prevé asimismo un "plan de urgencia social" para los más desfavorecidos, en un país con una tasa de desempleo superior al 20 por ciento y en el ámbito territorial asume la unidad de España frente a los independentistas de Cataluña, que constituía una de las reivindicaciones principales de Ciudadanos.
El acuerdo implica, según el jefe del equipo negociador socialista, Antonio Hernando, que los liberales darán sus 40 votos a Pedro Sánchez, en el debate parlamentario donde buscará la investidura como jefe del gobierno, en el que contaría por ahora con unos 130 votos de 350. El debate está previsto a partir del 1 de marzo, pero Sánchez tiene una tarea hercúlea ante él para lograr esa investidura.
Para ello, sigue necesitando el apoyo o la abstención de otras formaciones, especialmente de Podemos, que dispone de 65 diputado, y que ya ha dejado claro que no lo hará.
Hernando insistió en que, en contra de lo dicho por Errejón, el acuerdo contempla subir las indemnizaciones por despido, un ingreso mínimo vital y un plan de lucha contra la pobreza. "Es un acuerdo abierto, progresista, reformista que no excluye a nadie", se defendió Sánchez, que lo calificó como "acuerdo histórico".
Para Errejón, en cambio, es un documento "hecho para esperar al Partido Popular", del jefe del gobierno conservador saliente, Mariano Rajoy. Una espera que puede ser larga, ya que el vicesecretario de organización del PP, Fernando Martínez-Maíllo, reiteró durante la jornada que "los 120 diputados (del PP) nunca van a servir de costaleros del PSOE". El dirigente conservador volvió a decir que "nuestra propuesta es que gobierne la lista más votada, en este caso Mariano Rajoy", quien ganó las legislativas con un 28,7 por ciento de los votos, insuficientes para formar gobierno al no encontrar socios para su partido, al que toda la sociedad le reprocha sus escándalos de corrupción y la aplicación de medidas de austeridad económica.
El jefe del gobierno saliente ya confesó que apuesta por el fracaso de Sánchez y, aunque ha mostrado su disposición a intentar formar gobierno, si el socialista no lo logra, no esconde que lo más probable, en ese caso, es que el país tenga que volver a las urnas el 26 de junio, una alternativa que los círculos financieros y empresariales españoles verían como "una fracaso incomprensible de nuestra política".
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