Se trata del obispo de la ciudad brasileña de Barra, Luiz Flavio Cappio, quien lleva a cabo el reclamo por el desvío del río San Francisco.
La página digital del diario Folha de Sao Paulo publicó este mediodía sendos comunicados de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB, según su sigla en portugués) para informar sobre el estado de salud del religioso, quien decidió mantener su ayuno, a pesar de haber sido internado en estado "semi-consciente".
Cappio fue hospitalizado esta madrugada por prescripción médica, pero "la huelga de hambre no fue suspendida", apuntó la CNBB, que explicó que la decisión sobre la modalidad de la protesta "será tomada después de que el obispo recobre plenamente su conciencia. Solamente él decidirá sobre el ayuno".
El parte emitido por el médico Klaus Finkam indicó que el religioso está "con estado general comprometido y debe seguir internado para evitar posibles daños permanentes".
El cura perdió el conocimiento al conocer la decisión del Supremo Tribunal Federal (STF), máxima autoridad jurídica de Brasil, sobre la reanudación de las obras, suspendidas desde hace una semana en un fallo de primera instancia.
Antes de desmayarse, Cappio expresó a las personas que lo acompañan en su ayuno en la ciudad de Sobradinho "la profunda tristeza" que lo embargaba por la decisión judicial.
Horas antes el ministro de Integración Nacional (Obras Públicas), Geddel Vieira Lima, dijo que mañana anunciará el nombre del vencedor del primer sobre de la licitación del trasvase al que se opone el prelado.
El Gobierno brasileño accedió a negociar con el obispo y, en una reunión entre el Episcopado y un mediador de la Presidencia que se prolongó varias horas en la noche de ayer, aceptó detener las obras durante dos meses, para "explicar mejor" a la población.
Según el ministro, la decisión de la máxima autoridad judicial de Brasil "demostró que este proyecto es correcto desde el punto de vista ambiental, económicamente sostenible y socialmente justo".
"El Estado no puede estar sujeto a este tipo de presiones, por más conmovedor que sea", argumentó.
El polémico proyecto está presupuestado en unos 3.000 millones de dólares y prevé la construcción de 720 kilómetros de canales que desviarán agua del San Francisco, el tercero más caudaloso del país, a la pobre y árida región del noreste de Brasil, que sufre el azote de persistentes sequías.
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