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Escribí ese cuento cuando tenía gato, hace unos ocho años, me interesaba ver cómo se movía de manera diferente con las distintas personas que visitaban la casa, y cómo era el barómetro de mis estados de ánimo. Cuando uno no sabe cómo se siente, mire a su gato o perro y lo que haga va a indicar lo que pasa dentro de uno. El gato tenía de bueno para escribir que lo podía mirar todo el tiempo que quisiera y en distintas situaciones. Yo tenía una fantasía pueril con mi gato: que iba a un concurso que se hacía en el club Almagro de mi barrio y yo lo paseaba en un escenario con una soguita. A mí me gustaría escribir sobre monos, sobre todo chimpancés, he leído libros de etología y me gustan mucho. He hecho alguna crónica sobre los mandriles, hice varias visitas al zoo para mirarlos, me cansé cuando al pasar por el predio del elefante que se baña en tierra me ensuciaba la cabeza. Pero para cuento sobre chimpancé debería estudiar más. Hay un relato con tema gatuno de Estrella, escritor y filósofo tucumano, poco conocido en Buenos Aires, el autor es hermano de Miguel Angel Estrella. Ese cuento es delicioso.
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