Martes, 24 de marzo de 2009 | Hoy
ECONOMíA › EL PLAN DEL TESORO PARA COMPRAR LAS HIPOTECAS BANCARIAS SIN VALOR, POR HASTA UN BILLóN DE DóLARES, DESATó LA EUFORIA EN WALL STREET
Los detalles del nuevo plan de salvataje para los bancos fueron muy bien recibidos por los mercados, y no sólo en Nueva York. El proyecto crea un mecanismo para dar valor de plaza a los valores rescatados, con intervención privada.
Por Cristian Carrillo
La administración Obama develó ayer su plan para remover activos tóxicos de los balances de los bancos estadounidenses. El proyecto, detallado por el secretario del Tesoro, Timothy Geithner, podría utilizar hasta un billón (millón de millones) de dólares en adquirir hipotecas y títulos respaldados por este tipo de préstamos. Se trata de un programa coordinado en el que el Estado aportará los fondos y el sector privado llevará a cabo la operatoria a fin de generar precios de mercado para los activos que quedaron ilíquidos con la crisis. Es una iniciativa que busca además escapar del mote de estatizante con el que se encasilló a las últimas acciones del gobierno. De hecho, varios economistas reconocen que las sucesivas inyecciones de fondos a algunos bancos son una nacionalización implícita que el gobierno pretende ocultar. Las bolsas del planeta recibieron con beneplácito la noticia de una limpieza patrimonial de los bancos en problemas y respondieron con notorias alzas en sus índices principales.
“Es el mejor de un número limitado de opciones”, afirmó poco convincente el secretario del Tesoro norteamericano. El programa fue presentado como una suerte de limpieza definitiva del sistema bancario sin inyecciones adicionales de capital a las entidades. El propio Geithner reconoció que entre las alternativas se barajó una “compra directa por parte del Estado, asumiendo el riesgo, sobre toda la deuda sin liquidez”. El Departamento del Tesoro utilizará entre 75.000 y 100.000 millones de dólares remanentes del rescate lanzado a los bancos en febrero último. Además, con la ayuda del sector privado, pretende volcar entre 500.000 millones y hasta un billón de dólares en la compra de los activos tóxicos. El programa consta entonces de dos niveles:
1. Los bancos presentan los activos que pretenden vender. La Corporación Federal de Seguros de Depósitos (FDIC) analiza el paquete para determinar el nivel de fondos que garantizará. La proporción deuda-activos no podrá superar la relación seis a uno. La FDIC licitará esos paquetes de préstamos al mejor postor. Los inversores tendrán acceso al Programa de Inversión Público-Privado para financiar un 50 por ciento de los activos requeridos en la compra. El comprador también podrá financiarse emitiendo deuda garantizada por la FDIC.
2. El Tesoro aprueba hasta cinco administradores para gestionar la venta de hipotecas y obligaciones garantizadas por activos emitidos antes de 2009 con la calificación máxima AAA en su origen. Para reducir la probabilidad de que el gobierno pague un sobreprecio por estos activos, los inversores del sector privado, compitiendo entre ellos, establecen el precio de los préstamos y títulos comprados en el marco del programa. Esas compras serán incorporadas al previamente anunciado programa de obligaciones respaldadas en activos (TALF, por su sigla en inglés) de la Fed, destinada a activar el crédito, mediante la compra de varios tipos de obligaciones.
Si bien las inversiones estarán en manos del sector privado el riesgo de la operatoria, o buena parte de él, será asumida por el Estado, quien pondrá el dinero para garantizar la compra de los activos sin liquidez. El plan será dirigido por la Corporación de Inversión Pública, a cargo de adquirir los activos tóxicos junto con sector privado, la FDIC y la Reserva Federal. Sin embargo, el costo de la inacción sería mucho mayor para el sistema financiero que el que implica al gobierno no recuperar el dinero invertido. El grado de exposición determinará también la rentabilidad que obtendrán cada uno. Los inversores privados pondrán a disposición 30.000 millones de dólares y el gobierno 150.000 millones, convirtiendo al Estado en el mayor “hedge fund” del mundo. Por cada dólar que obtenga el sector privado, el Tesoro obtendrá cinco.
El Tesoro y la Fed emitieron a última hora un comunicado con el detalle de la estrategia del programa que se anunció el mes pasado y provocó un derrumbe generalizado de las bolsas por la falta de definiciones (Wall Street perdió ese día 4,6 por ciento). “Si nos limitamos a esperar a que los bancos se deshagan de dichos activos a la larga correríamos el riesgo de que la crisis financiera se prolongue, como sucedió en el caso de Japón”, señala el texto oficial difundido por las autoridades.
El premio Nobel Paul Krugman alertó sobre los riesgos del programa. “Si pensamos que sólo es pánico, entonces la compra oficial de acciones de los bancos en problemas los volverá solventes otra vez y finalizará la corrida. Pero si pensamos que los bancos han administrado mal sus inversiones, simplemente será malgastar el dinero de los contribuyentes”, definió el economista.
En cambio, el presidente estadounidense se mostró “muy confiado” en que el programa permita limpiar los bancos de sus activos de riesgo y contribuya al descongelamiento del mercados de crédito. “Consideramos que éste es un elemento más que será absolutamente crítico para lograr que el crédito fluya otra vez”, aseguró Obama tras reunirse con sus consejeros económicos en la Casa Blanca. Insistió en que se está yendo en la “dirección correcta”, aunque advirtió que la recuperación “no sucederá de la noche a la mañana”. “Todavía existe mucha fragilidad en el sistema financiero”, agregó.
Las bolsas respondieron positivamente a la decisión. A diferencia de los anuncios anteriores, la buena recepción del mercado de ayer radicó en el hecho de que la ayuda no llevará implícita una nueva ola de nacionalizaciones de entidades al borde de la bancarrota. “Se ayudará a aumentar su capital privado, lo que incrementará su capacidad para sustituir las inyecciones de capital aportadas por el Tesoro”, explicó Geithner en una columna publicada en el Wall Street Journal.
En Nueva York, el índice industrial Dow Jones avanzó 6,8 por ciento, en tanto el Nasdaq acompañó con una recuperación de 6,7 por ciento. El despegue de la acciones en Wall Street, impulsado por el plan y su impacto en el sector bancario, se replicó en las últimos negocios de las bolsas europeas y latinoamericanas. En la región, la bolsa de San Pablo remontó un 5,9 por ciento y el índice porteño MerVal se alzó con un 5,1 por ciento (ver aparte).
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