Miércoles, 28 de mayo de 2008 | Hoy
DISCOS › EL EXILIO DE LAS ESPECIES (THEND), LO NUEVO DE INTOXICADOS
Aun con altibajos, la banda de Pity Alvarez concibió un álbum honesto y sin dobleces. El cantante de a ratos se pone el traje de “Bukowski de Lugano”, a veces derrapa y, musicalmente, vuelve a mostrarse cerca de Andrés Calamaro.
Por Roque Casciero
Cualquiera que haya ido a un show de Intoxicados en los últimos tres o cuatro años sabe que el ticket habilita a entrar al reino de la incertidumbre. Durante el concierto, todo dependerá de los vaivenes de Cristian “Pity” Alvarez, cerebro tóxico del cuarteto de Piedrabuena y cronista suburbano de lucidez humeante: él es quien lleva a sus compañeros de la gloria a la autodestrucción (y viceversa) en cuestión de segundos, a veces incluso dentro de un mismo tema. En los discos, hasta aquí, todo era más sólido, porque incluso las derrapadas estaban dentro de lo que puede pasarle a cualquier músico. Pero con El exilio de las especies (Thend), ese carácter imprevisible de los Intoxicados queda plasmado en plástico redondo como nunca antes. Y los altibajos de este disco, que cierra una trilogía más que difusa, son el reflejo de la personalidad intoxicada de Pity: cuando se lo endiosa hasta un paroxismo injustificado, el tipo muestra sus costados débiles con puerilidades como “Pila pila” (lejos, lo peor que escribió para Intoxicados) o el chiste del “Himno a Bolaños”; pero si se lo da por demasiado quemado, sale con una joyita como “Un secreto” o les da vuelta los prejuicios a los que sólo quieren rock con el beat discotequero asesino de “Mayonesa”.
Tal vez el mayor mérito de Pity esté en que su obra es el fiel reflejo de su vida agitada. Y no sólo porque de a ratos se pone el traje de Bukowski de Lugano (como en el hip hop “Comandante”, de flow trabado e historia alucinante), ya que también sus viajes internos dan resultados que descolocan. Un ejemplo es “Quién soy”, donde canta: “Hace tiempo que no sé quién soy / buscando la manera de encontrarlo / cuánto tiempo llevará llegar a esto / no entiendo por qué no lo encuentro”. La producción es ambiciosa y delirantemente certera, como si Brian Wilson hubiera tocado en Viejas Locas: la garganta de Pity está al límite, se mete el “ocupado” de un teléfono, corta una grabación radial y alguien grita “ya va”, mientras las cuerdas sostienen el maelstrom.
No hay silencio entre los temas: introducciones, diálogos, ruidos, respiración agitada y gritos conforman un constant concept que recuerda al Say No More que estaba en llamas cuando no se acostó. Pero, en realidad, musicalmente los Intoxicados están, otra vez, más cerca de Andrés Calamaro: “Casi sin pensar” (“Siento en el corazón a Dios, siento en los pulmones al diablo”) es bien salmonesca, “Noche con amigos” (del bajista Jorge Rossi) es un brindis a la Rodríguez y “Pila pila” es una ranchera calcada de las de Andrés. También hay algo de rocanrol (“Me vuelvo al sudeste”), un funkero homenaje a James Brown (“Jaime Marrón”), dub pantanoso (“Africa”) y una balada preciosa (“Del mar”) cantada con la voz quebradísima. Thend, un disco honesto y sin dobleces, es casi como pasar un rato con Pity Alvarez, ese tipo entrañable que le lleva flores a María Marta Serra Lima, pero que puede llegar a andar armado y a veces no sabe ni quién es él mismo.
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