El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, echó ayer por Twitter al secretario de Estado, Rex Tillerson, y propuso al director de la CIA, Mike Pompeo, para reemplazarlo. 

El mandatario alegó divergencias en cuanto a opiniones sobre asuntos de política internacional para justificar la salida de Rex Tillerson, un texano de 65 años, como secretario de Estado. Según dijo Trump ante la prensa en Washington, él quiso abandonar el acuerdo nuclear alcanzado por la comunidad internacional con Irán en 2015, pero Tillerson no. “Cuando uno mira el acuerdo nuclear con Irán, yo pensaba que era terrible, él pensaba que estaba bien. Así que realmente no estábamos pensando lo mismo”, admitió. 

A su vez, el presidente anunció ayer que el hasta ahora director de la CIA, Mike Pompeo, ocupará el cargo de secretario de Estado. “Con Mike Pompeo tenemos una forma de pensar similar. Tiene una tremenda energía, un tremendo intelecto; siempre estamos en la misma onda”, señaló. El director de la agencia de inteligencia es un ardiente enemigo del acuerdo nuclear con Irán.

Tillerson, quien había tenido públicos desencuentros con su jefe, fue despedido horas después de regresar de una gira por África y sin mantener ninguna conversación previa con el presidente. En una sus primeras declaraciones en público tras ser destituido, dijo que delegará todas sus funciones en el vicesecretario de Estado John Sullivan y que su último día en el cargo será el 31 de marzo. Desde el Departamento de Estado, el funcionario saliente afirmó que Trump lo había llamado por teléfono mientras volaba hacia California. El llamado se produjo horas después del tuit con el que el mandatario había anunciado su salida de la administración. En su declaraciones, Tillerson agradeció al pueblo, al personal a su cargo y a toda la diplomacia del país, pero no al presidente. 

En un reflejo del abismo que separaba a Tillerson y Trump, asesores de ambos ni siquiera pudieron ponerse de acuerdo sobre las circunstancias del despido. El subsecretario de Estado Steve Goldstein y otros funcionarios del Departamento de Estado dijeron que Tillerson no se enteró de que había sido echado hasta que vio el tuit matinal de Trump, y que no había discutido antes el tema con el presidente. Goldstein dijo que el ex CEO de Exxon Mobile no estaba al tanto de la razón por la cual fue echado y que tenía toda la intención de quedarse porque sentía que estaba haciendo progresos en su tarea. Horas más tarde, Goldstein también fue despedido.

Según la cadena CNN y otros medios, funcionarios de la Casa Blanca afirmaron que Tillerson fue comunicado de la decisión el viernes, cuando estaba en Etiopía. Un funcionario que pidió no ser identificado dijo que el jefe de gabinete, John Kelly, llamó por teléfono a Tillerson el viernes y el sábado para contarle que Trump estaba a punto de tomar la decisión él mismo si no renunciaba, y que ya tenía un reemplazante en mente. 

La partida de Tillerson llegó en momentos de intensa rotación de funcionarios del gobierno que ha alarmado tanto dentro como fuera de la Casa Blanca. El senador Robert Menéndez, el demócrata de más alto rango del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara alta, opinó: “El presidente Trump ha demostrado una vez más que es el Comandante en Caos (...) Su constante ruido de sables y sus andanadas verbales contra la diplomacia, nuestros aliados y nuestros valores, en última instancia, han debilitado el liderazgo estadounidense en el escenario global”.

Dentro de las últimas bajas dentro del gabinete se encuentra el asesor económico número uno del gobierno, Gary Cohn, quien anunció su renuncia la semana pasada, no mucho después de que la directora de Comunicaciones Hope Hicks y el secretario de gabinete Rob Porter abandonaran la administración al inicio del segundo año de Trump en la Presidencia.