La abuela de Facundo, el pibe de 12 años que días atrás fue asesinado por la Policía con un balazo en la nuca, contó en una entrevista que su nieto, con quien vivía en el barrio Villa Bombilla, uno de las más pobres de Tucumán, quería ser Messi para poder “comprarle una casa a su mamá”.

La historia es, en líneas generales, similar a la de todos los pibes que juegan al fútbol y quieren ser como Maradona, o ahora como Messi. Uno cuando es pibe se identifica con sus ídolos y quiere imitarlos.

El inconveniente surge cuando empezás a pensar que la única forma de “salvar a tu familia” es transformándote en una estrella.

Porque lo cierto es que Messi hay uno solo. Entonces, si en esta sociedad las únicas opciones de muchos pibes y pibas de barrios humildes para tener futuro es la improbable posibilidad de llegar a ser Messi, estamos ante un problema grave.

Y si ese camino incluye, además, la probabilidad de que te maten por la espalda desde el Estado, la vida se convierte en una tragedia.

La indignación y la bronca por el asesinato de Facundo nos lleva a pensar en qué tipo de sociedad queremos vivir o en qué tipo de sociedad se puede vivir.

En este sentido, surge una pregunta. ¿Es lo mismo un proyecto que genere mayor igualdad, mayor distribución de la riqueza, mayor solidaridad y horizontes colectivos que un proyecto de país donde la única respuesta sea la desigualdad, la meritocracia, el sálvese quien pueda y un Estado que hace uso de la violencia para liquidar a los Facundos?

Como sabemos, el gatillo fácil no es patrimonio sólo de la Policía de este gobierno. Pero sí lo es premiar a los policías que asesinan por la espalda y otorgarle jerarquía institucional a esos procedimientos.

El caso Chocobar marcó un antes y un después en este sentido y abrió la puerta: habilitó que, hoy y ahora, en este gobierno, las fuerzas de seguridad puedan disparar cuando se les antoje. La doctrina Chocobar se transformó en la política de Estado en la Argentina de los Macri. Y la policía de la Tucumán gobernada por Manzur fue, con el asesinato de Facundo, ejecutora de esa doctrina.

Hoy este gobierno despliega políticas que estigmatizan a las y los pibes de nuestras villas. Todos recordamos cuando, dos años atrás, la Gendarmería baleó a una murga en Bajo Flores en pleno ensayo.

Pero no sólo se trata de nuestras villas. Hoy, ningún pibe y ninguna piba de cualquier barrio está seguro con estas políticas. Hoy, nuestros pibes y pibas están bajo la amenaza del gatillo fácil.

Eso pasó con Facundo: la policía de Tucumán lo mató porque “circulaba en una moto de manera sospechosa”. Después, llamativamente, inventó versiones que –se comprobó más tarde– eran argumentos falsos para ocultar el asesinato. La autopsia determinó que Facundo recibió un balazo en la nuca.

Hoy este proyecto de país no propone un futuro posible, sino que invita a la ficción de ser Messi como única salida. Y en el camino te pega un tiro por la espalda.

Esta es la Argentina de Macri. A esta Argentina no tenemos que acostumbrarnos.

* Presidente de Nuevo Encuentro Ciudad de Buenos Aires.
Ex legislador porteño.