“No vamos a inventar nada para bajar la inflación”. Esta es una de las frases más divertidas que expresó en público el presidente del Banco Central Federico Sturzenegger. El funcionario la utilizó para decir que se iban a aplicar las mejores prácticas de los países desarrollados para frenar el proceso inflacionario. A casi dos años y medio de inicio de la gestión adquiere un nuevo sentido. La suba acumulada del 80 por ciento de los precios del mercado interno desde diciembre de 2015 deja bien claro que esas prácticas no funcionaron y que no se generó nada nuevo para poder enfrentar el desafío de la inflación. Los modelos teóricos con los que el Banco Central justificó sus políticas tienen mucho sentido cuando se los estudia despejando las ecuaciones pero pierden la gracia cuando se los quiere aplicar en la Argentina.   

El punto que debe reconocerse es que el Central nunca baja los brazos. En su última exposición, Sturzenegger volvió a asegurar que la inflación va a bajar una vez que termine este primer cuatrimestre. “Estamos transitando el desafío que se presenta hasta abril. Pero una vez superado todos los factores coinciden en anticipar que la inflación consolidará la tendencia a la baja”, dijo. La declaración ya no genera impacto en el mercado. Una búsqueda rápida en Google filtrando por fechas muestra que en 2016 y 2017 estimó lo mismo y el dato duro finalmente lo desmintió. 

“Hoy las expectativas de inflación ya están prácticamente alineadas con el objetivo. Es decir que aquello que se consideraba hace tan sólo unos pocos meses inalcanzable, hoy no solo es una realidad, sino que se alcanzó incluso dos meses antes de lo pautado”, mencionó Sturzenegger en octubre de 2016. A los tres meses agregó que “la inflación promedio del segundo semestre de 2016 fue la más baja desde 2008 y en 2017 vamos a cumplir la meta de precios de 15 por ciento”. Las complicaciones con los precios en la primera mitad de 2017 lo llevaron a reforzar el argumento en julio de ese año: “la inflación en el segundo semestre va a ser más baja”. Las estadísticas indicaron que en 2016 la inflación fue la más alta en 25 años y que en 2017 el error entre objetivo inflacionario e inflación efectiva fue de 10 puntos porcentuales.

Lo interesante de buscar en el archivo no es sólo encontrar errores de pronóstico sino cambios en la manera de actuar. Hasta hace muy pocos meses el titular del Central seguía sosteniendo que la inflación iba a bajar sin sacrificar las políticas de libre mercado, es decir evitando la intervención y la regulación del sector público en la economía.  “La inflación baja con precios y dólar libres”, dijo en diciembre del año pasado. 

La idea de una autoridad monetaria que deje al mercado auto regularse fue defendida por Sturzenegger desde que asumió. “Tuvimos por muchos años un Gobierno que en vez de gestionar se ocupaba más bien de decir lo que ustedes (sector privado) debían hacer. Hoy creemos en la libre empresa y la libertad económica”, mencionaba en 2016 en el Coloquio de Idea. Pero el libre mercado no dura para siempre. El defensor de la desregulación se convirtió a partir de marzo en el gran interventor. La entidad sacrifica divisas a ritmos de 100 millones de dólares diarios para manipular el precio del dólar para empezar a usar la estabilidad del dólar como ancla inflacionaria. “Todas cosas que se intentaron en el pasado con escaso éxito” le diría el Sturzenegger de 2016 al presidente del Central del 2018.