No sos vos, sos tu data

¿Cómo le va, lector?  ¿Cómo anda, lectora? ¿Lo saben? ¡Bien por ustedes! Aunque quizás estén pecando de certeza y no escucharon, o no entendieron  a nuestro  ex Ministro de Educación Privada, actual “Senadrón” electo, cuando explicó, entre embrión con derechos y cerveza artesanal,  que lo que hay que disfrutar es la incertidumbre.

Sí, lector, lectora, uno debería disfrutar la incertidumbre desde que es embrión hasta que es jubilado. Esos vendrían a ser los dos estadios opuestos, límites, de la existencia.  El primero lleno de derechos, y el segundo, privado de casi todos.

Entonces, lectora, lector, le pedimos que nos asegure que no se trata de faltarle el respeto a nuestro Autoritario  electo. Diganos que su corazón late al ritmo de “sí, se puede” ( “sí”, vendría a ser la sístole, por similcadencia, y “ se puede” la diástole). Así podemos seguir.

Continuamos  ahora con la nota sin temor a que nos denuncien por algo que nunca hicimos. Si lo hubiéramos hecho ni siquiera constitutuiría un delito, pero en las redes sociales nos condenarían. Eso sería una prueba irrefutable para que actúen los medios, y a partir de allí, a la justicia no le quedaría otra que hacerse eco, de acuerdo al nuevo código Pro-cesal.

Usted nos había dicho, o le hicimos creer que nos dijo, de acuerdo a las nuevas maneras de estar comunicados, que sabe cómo le va,

¡Ma-ra-vi-llo-so! ¡Maravillento! ¡Maravillérrimo!  (Si el Sumo Maurífice puede decir “atractividades” y nadie lo corrige, no es de extrañar que en las notas periodísticas, en las tribunas, o en las escuelas, sigamos su ejemplo neologista)

¿Pero está segura de que lo sabe?  ¿Está seguro?  ¿Cómo hace para saberlo sin consultarlo primero con su almohada, con su analista,  con su cónyuge, con su “nosestamosconociendo”, con sus amigos, con sus ex, con sus jefes, con la AFIP, con los medios, con los amigos-contactos-referentes. Y sobre todo, con las redes sociales?

¡Mire si hoy usted se despierta triste, y en feisbuk le decían que tiene que estar contentísimo, porque cumple 8 años de “amistad en feis” con José Nosecuanto, de quien usted no recuerda nada, ni siquiera haber apretado la tecla que hace ocho años selló su entrañable vínculo!

¡¿Mire si en medio de su tristeza personal le avisan que Gabriela Quienserá acaba de cumplir nueve años desde que se hizo la primera dentadura postiza, y desea compartirlo!? ¿No le cambia el ánimo?

¡Vamos, no sea insociable, que eso hoy en día se castiga feo!

Pero vayamos un poquito más allá. Mire si usted cuenta en su muro que está disconforme con  el último tarifazo, y de pronto recibe una lluvia, no de inversiones, sino de  emoticones de “me gusta” “me divierte” “me asusta”, “me chupunhué” “me parece levemente inverosímil”  “me pregunto si no deberías consultarlo en terapia” “me enamora a primera vista virtual” “me agobia” “me provoca deseos de denunciarte ante alguna autoridad constituida” “me calienta” “me supercalifragilisticaespiralidosea”.

¿Qué balance puede hacer ante tanta  dispersión?  ¿Cual sería su paradigma actual?  ¿En qué se ha convertido, lector, se llame usted Daniel, o no?

Ahí es donde la red se apiada de usted, y con todos los datos suyos y de sus amigos, le dice como está, que quiere en la vida, lo que le conviene comprar, y por quien va a votar en el 2019

Porque antes uno sabía cómo estaba uno,  les preguntaba a los demás como estaban ellos, y miraba por la ventana para ver cómo estaba el clima. Ahora la red social le dice como está el clima, cómo están sus amigos y allegados, y cómo está usted, sin necesidad de… de nada. Sin necesidad de nada. Usted no necesita más nada. Todo lo que usted cree que necesita, es porque se lo hicieron creer, los muy populistas

Lector, lectora, no sé si a ustedes les pasaba de niños, esa cosa de admirar el conocimiento y la sabiduría.  Eran aquellos viejos y lejanos tiempos en los que cualquiera que respondiese a una pregunta, lo hiciera correctamente o no, era por apelación a su propio cerebro, o a lo sumo, “lo consultaba con el equipo”. No nos referimos al “mejor equipo  contrario de los  últimos 50 años”, que sabe mucho acerca de cómo reducir la pobreza sin reducirla. No

Eran otros tiempos, mas ingenuos. Los muchachos de antes no usaban arroba.  James Bond era un espia inglés con licencia para matar, y Maxwell Smart era el terrible agente del recontra espionaje.

Existían los maestros como transmisores del conocimiento,  y, en los mejores casos, como formadores, estimulaban a las personas ( cuando ya habían dejado de ser embriones) a preguntarse.

Los libros, las enciclopedias, eran parte de las casas. Recuerdo una, se llamaba “Lo sé todo”. Siempre me impresionó ese título. ¿Todo, sabían esos libros? Mi ingenuidad infantil no me permitía conocer que para “saber todo”, alcanza con no saber nada y tener poder como para poder imponer que es cierto y qué no.

Pero todo cambió, sobre todo lo que no cambió. Hoy la red social no te dice “lo sé todo”. No necesita hacerlo.  En cada conversación , cada beso, cada abrazo ( que posteamos), le estamos dando un pedazo, de información.

Y finalmente… lo sabe todo.

Y como siempre, todo puede ser usado en nuestra contra, y que parezca que es a nuestro favor

De esto se trata.

@humoristarudy