Manuel Canelas recuerda muy bien el momento en que conoció la cara de la desigualdad. Su padre, Víctor Hugo Canelas, era el jefe de campaña del histórico Movimiento Nacionalista Revolucionario para las elecciones de 1993. Con 12 años, Manuel lo ayudaba a cargar bolsas de pan que repartían a los chicos con hambre que esperaban al costado del camino que unía La Paz y Cochabamba. La escena formaba parte de una práctica proselitista bastante extendida entre los partidos bolivianos. Era lo común: un candidato aterrizaba en un barrio de la periferia cargado de bolsas de arroz y de azúcar que repartía a personas que probablemente habían pasado días sin comer. Una tarde, en una de esas giras, Manuel reconoció a un chico que iba al mismo colegio religioso donde él estudiaba, ubicado en un barrio residencial de La Paz, en una casona donada a las monjas por su tío abuelo. “Eso me causó una impresión muy fuerte. Hay alguien en mi colegio que conozco, que vive donde yo nunca he venido, y está en la cola para que le dé una bolsa de comida”, cuenta. 

La persecución política desatada en 1980 por el dictador García Meza obligó a Víctor Hugo Canelas a marchar a Venezuela con su mujer. Manuel nació en Caracas al año siguiente, lejos de su país, al que la familia entera regresaría en 1984. El joven dirigente del MAS creció en una Bolivia muy distinta a la de hoy, en la cual los privilegios de clase lo resguardaban de una realidad que mantenía a millones de sus compatriotas excluidos. Después de todo, los Canela eran dueños de varios medios de comunicación y Víctor Hugo, un ministro destacado en los 90.

No fue hasta que se mudó a España para estudiar ciencias políticas en la Universidad Complutense de Madrid que Manuel Canelas comenzó a replantearse la situación de su país. Mucho tuvieron que ver sus compañeros de carrera, quienes más tarde se convertirían en la sorpresa de la política española con Podemos, entusiasmados con los cambios que se estaban produciendo en América Latina. En el medio, un indígena llegaba por primera vez a la presidencia de Bolivia y los jóvenes españoles expresaban su indignación frente a las consecuencias de la crisis. 

Manuel Canelas se identifica con la nueva generación de políticos latinoamericanos de izquierda y desestima cualquier intento por subestimar su potencial electoral: “Cuando dicen fin de ciclo la mejor respuesta es ver a Verónika Mendoza en Perú, a Giorgio Jackson, a Gabriel Boric, a Beatriz Sánchez en Chile. Nosotros sí tenemos segunda temporada. Esa es la hoja de ruta. Una izquierda inteligente y contemporánea”.