“No llegamos siquiera a soñar con cumplir diez años”, recuerda Alejandro Farías, guionista, editor y gestor cultural, uno de los fundadores de LocoRabia junto a su amigo, el dibujante nicoleño Marcos Vergara. “Ninguno tenía experiencia editando libros, desconocíamos el rubro”, confiesa Farías. La editorial empezó con una antología de amigos, siguió editando a otros, avanzó hasta publicar a grandes figuras locales y llegó a publicar autores latinoamericanos y europeos. Además, pasó a integrar dos colectivos editoriales. Uno local y otro con pares uruguayos, lo que amplió su mercado. “Lo interesante es que esto no supuso nunca una inversión, fue orgánico, los primeros libros pagaron el siguiente y así se construyó la editorial. Nunca hubo una inversión sino dos amigos con ganas de publicar libros”, explica.

El tiempo y el hacer trajeron conocimientos y un equipo de trabajo. “Recién ahora siento que somos una editorial, que en diez años llegamos a tener un catálogo fuerte y tenemos esta base”, reflexiona el autor–editor. Farías recuerda una frase que les dijo Daniel Divinsky (ex Ediciones de la Flor), cuando le llevaron sus primeros libros: “Cuando el libro 1 les pague el libro 100, recién ahí van a tener una editorial”. En estos días están lanzando su libro 103. Integrar colectivos editoriales y plantearse coediciones fueron fundamentales para la pervivencia del proyecto, opina Farías. “Muchos costos se nos reducen cuando los ponemos en común. Tener la Fábrica de historietas no sólo es un punto de venta, también es un depósito en común, la distribución empieza a ser compartida, la logística de prensa, un montón de cosas empiezan a centralizarse y es un costo que repartís. Hoy con un trabajo nuevo yo no puedo encargarme de recibir los libros. En otro momento hubiera sido una crisis, pero al tener un lugar común lo recibe cualquiera. Se genera cierto dinamismo y facilidades que te vuelven menos propenso a esas crisis. Ese trabajo colectivo para mí es fundamental”.