El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, indicó ayer que la suba del 2,3 por ciento de la inflación en marzo “es un mal trago”, pero que era “esperable”. El ministro, al igual que sus colegas del Banco Central, se mostró “muy positivo respecto a la desinflación que vamos a tener en los próximos meses”.
Las declaraciones del ministro siguen la misma estrategia que viene usando el Gobierno desde 2016, al asegurar que en el segundo semestre la inflación va a bajar, pero los datos duros de la economía luego no lo corroboran. Analistas del mercado ya están proyectando para este año una suba de los precios cercana al 23 por ciento, contra la meta del 15 por ciento.
Dujovne reconoció que en el primer trimestre la inflación acumulada del 6,7 por ciento “es un número alto”. Sin embargo, el funcionario aclaró que estaban preparados para este tipo de registro. “Sabíamos que estos primeros meses del año, debido a la suba de los precios regulados, íbamos a concentrar las tasas de inflación más altas del año. Los números de inflación van a ser todavía altos en abril, dado que tenemos el impacto de la suba del gas”, adelantó. Aclaró que “a partir de mayo vamos a tener tasas sustantivamente más bajas que las del primer cuatrimestre del año. Es un mal trago que estamos pero era algo totalmente esperable”.
Dujovne mencionó que “cuando se miran las expectativas del Gobierno y las del sector privado la conclusión es que nadie duda que este año la inflación va a ser más baja que la del año pasado y que la de 2019 va a ser más baja que la de este año”. Pero en sus pronósticos los privados no son tan optimistas como asegura el ministro. Estiman una inflación para este año será 8 puntos arriba de la meta de inflación oficial. “La meta es una meta pero no es una proyección. Es un mecanismo ordenador de la política macroeconómica”, aseguró.