“A los que les gusta la plata hay que correrlos de la política. Hay que vivir como el pelotón de la sociedad, como la inmensa mayoría. Si perdemos la confianza de la gente que defendemos, somos unos impostores. Hay que vivir como se piensa, porque de lo contrario terminamos pensando como vivimos. La izquierda del futuro debe defender eso y debe preocuparse por esto”, dijo a Página 12, el ex presidente de Uruguay, José “Pepe” Mujica en una definición que lo pinta de cuerpo entero y que expresa en toda su dimensión la premisa de predicar con el ejemplo, una de sus mayores cualidades como dirigente político latinoamericano.

Mujica, a sus 82 años, dio una extensa entrevista al diario publicada el domingo donde volvió a mostrar su enorme capacidad para comprender la realidad y desafiar a la clase política con su mirada inteligente, sagaz y crítica respecto de los desafíos que América Latina, y particularmente la izquierda, tienen por delante.

El ex presidente uruguayo, abrió las puertas de su chacra a las afueras de Montevideo  y con la sencillez y coherencia que lo han caracterizado durante toda su vida pública, Página 12 accedió a más de una hora de charla donde dejó una cantidad de definiciones sobre Lula y la dirigencia política, las debilidades de la izquierda, la despenalización del aborto y la droga, el exacerbado consumo del capitalismo actual, entre otros temas, sobre los cuáles al día de hoy son motivo de reflexión y discusión.

Durante el encuentro, Mujica también accedió responder unas preguntas para Universidad, en lo que pudiera haber sido una clase de pensamiento político por la contundencia de sus reflexiones y la claridad para transmitir su mirada, y que en parte se transcribe a continuación.

El también senador valoró el rol de los jóvenes, marcó las diferencias del mundo actual con los tiempos de su juventud, el importante rol de las universidades y hasta realizó un desagravio a Marx y a Lenin por endilgarles la responsabilidad de los errados diagnósticos de la izquierda avanzado el siglo XX e iniciado el siglo XXI.

¿Cuál es su consejo para los jóvenes que están hoy en las universidades y que pueden ser los dirigentes del mañana?

Los trabajadores de mi época hablaban del proletariado, los trabajadores del futuro serán todos universitarios. Los trabajadores del futuro tienen una enorme ventaja que es ser más calificados, más cultivados pero también tiene una enorme debilidad, van a ser más débiles, porque son más modernos y menos primitivos. Hoy tienen mejor cabeza pero son más flojitos de cuerpo, más débiles para soportar la dureza de las privaciones, pero muchos más inteligentes para avizorar caminos, vaya contradicción. Yo ya estoy muy usado, no voy a ver ese mundo.

Si bien lo ve lejano, el líder uruguayo retoma esta contradicción entre lo viejo y lo nuevo y hace un llamado al pensamiento de la izquierda y a sus nuevos desafíos frente a un contexto signado por el excesivo consumismo del capitalismo.

En este sentido, se expresa con un fervor que deja de lado el sabor a pesimismo que puede tener alguna de sus consideraciones: “El concepto de felicidad humana no es una boludez poética”, -aclara-. “Hay que crear un entorno amigable para la vida. Si la izquierda no se preocupa por estas cosas, ¿quién se va a ocupar?.

Ahora, si nosotros estamos buscando en los libros viejas respuestas a problemas que aparecen hoy, no es culpa de Marx o de Lenin que no tuvieron los conocimientos respecto a la conducta humana hoy. Antes pensábamos: nosotros somos todos nietos de Robespierre, del Dios Razón. Hoy sabemos del Dios Tripa, que muchas veces lo que decide la cabeza es lo que hace rato decidieron las tripas. Bueno, no tenían por qué saberlo.”

Dentro de esta cultura del consumismo, los jóvenes son permanentemente estigmatizados por los medios y la sociedad en su conjunto. ¿Cuál es el rol de los jóvenes organizados?

Donde he visto gérmenes de un futuro más comprometido y más generoso, y un hombre mejor, es en el piso de las universidades del mundo.  Y eso es lo que tienen en común lugares como Japón y Turquía, y estos con Alemania, con Oxford, con Nueva York, con México, con Argentina o con Brasil. 

El mundo que viene, no por bueno, va a necesitar masivamente trabajadores con capacidad terciaria. El mundo que viene va a multiplicar las universidades porque lo precisa, no por bueno. Esos trabajadores en un mundo tecnológico son los que van a dejar plusvalía.

Pero hay que discutir además de econometría, todas estas cosas que hemos estado hablando. Creo que hay que apostar a trabajar políticamente con los muchachos, es más, trabajar con ellos cumple con el papel que en mi juventud cumplía el trabajar con los obreros. Hay que dedicarle el gran esfuerzo político porque para donde se vayan volcando los jóvenes será el mundo todo.