Con la reposición de Così fan tutte comienza en el Teatro Roma de Avellaneda la temporada de ópera del Teatro Argentino de La Plata, que por los trabajos que se realizan en su sala principal este año tiende lazos hacia distintos escenarios de la provincia. Hoy y mañana a las 20 y el domingo a las 17, la obra maestra de Wolfgang Amadeus Mozart sobre libreto de Lorenzo Da Ponte volverá a la escena con la dirección musical de Diego Censabella, al frente de la Orquesta y el Coro del Teatro Argentino, y la dirección escénica de Rubén Szuchmacher. La escenografía y los vestuarios son de Jorge Ferrari y la iluminación de Gonzalo Córdova. Un dato para destacar es que el precio de la entrada, en cualquier ubicación, es de $100.

Se trata de la producción estrenada en 2016  –también ofrecida el año pasado–, que tras la buena recepción lograda regresa con dos elencos nacionales de cantantes. Las sopranos Carla Filipcic Holm (hoy y el domingo) y Marina Silva (sábado) se alternarán en el papel de Fiordiligi, y Adriana Mastrángelo (hoy y el domingo) y Estefanía Cap (sábado) encarnarán a su hermana, Dorabella. Los tenores Pablo Bemsch (hoy y el domingo) y Santiago Martínez (sábado) serán Ferrando, amante de Dorabella; los bajos Alejandro Spies (hoy y el domingo) y Felipe Carelli (sábado) harán las veces de Guglielmo, prometido de Fiordaligi. El elenco se completa con Héctor Guedes (hoy y el domingo) y Sebastián Sobraran (sábado) como el leído Don Alfonso, y Marisú Pavón (hoy y el domingo) y Constanza Díaz Falú (sábado) como la leal Despina.

Così fan tutte o La scuola degli amanti es uno de los títulos emblemáticos del Mozart operista. Estrenada en Viena en 1790, constituye la tercera de las colaboraciones entre el músico y el poeta y sacerdote mundano Da Ponte, después de Las bodas de fígaro y Don Giovanni, y es, al menos en los rótulos, su última ópera bufa. La crueldad de las relaciones entre géneros y la pretensión masculina del dominio físico sobre el otro son algunos de los temas que atraviesan Così fan tutte, definida por sus creadores como “dramma giocoso”. El tema de la infidelidad, a menudo presente en los expedientes de la ópera bufa, está abordado desde una perspectiva que rompe las convenciones del género: no se trata de campesinas, aldeanas u otras desprotegidas de los aristocráticos manuales de buenas costumbres, sino de damas de elevada condición social, que a partir de sus conductas desinhibidas desafían, por lo pronto, los comentarios masculinos, además de trazar nuevos perfiles para la heroínas del mundo cortesano. La puesta de Szuchmacher traslada la acción hacia finales de la década de 1950, también una época que preludia la disolución de ciertas convenciones en las relaciones.