Vuelve Mamapunk, la “antiópera” que ahora se presenta con el impulso de un musical, inspirado en Nina Hagen, referente del movimiento cultural punk de los ‘80. Con ella vuelve Karina K, referente del teatro musical en la Argentina, y en buena medida, también del teatro off. Pero esta vez lo hace con el protagonismo de su esposa, la actriz, cantante y bailarina Cynthia Manzi. Es ella, en rigor, quien encarna ahora a la cantante alemana. Karina K ocupa el rol de directora y creadora de esta obra en la que, asegura, habla de una cantante para hablar de un modo de ver el mundo. Hoy se presentan en el Teatro Ludé, un espacio que alberga especialmente a los musicales (Montevideo 842), y continuarán con funciones los sábados 12 y 19 de mayo, y 2 y 9 de junio, siempre a las 23.30.

Mamapunk, el concierto –así se llama ahora esta puesta– suma una banda en vivo para la que las actrices no ahorran elogios: Tomás Rodríguez en la dirección musical, Claudio Vidal en bajo, Fernando Seitz en batería, Ezequiel Delgado en guitarra y teclados. La banda se llama “Shiva Galaxina”, un guiño a una de las canciones que Nina Hagen hizo para su hija, Cosma Shiva. Cosma se llamaba también un personaje que era una suerte de deidad, y que en la versión anterior protagonizaba antes Manzi. Ella es ahora Nina Hagen, ocupando la totalidad de la escena.  

Manzi ganó el año pasado el Premio Hugo al teatro musical por su desempeño como mejor actriz de reparto. Ahora se pone en la piel y en la voz de la protagonista. “No es nada fácil encarnar a quien es considerada una de las mejores cantantes del mundo, y no sólo por su condición rupturista de combinar la ópera y el rock en múltiples estilos, también por sus cualidades vocales. Cynthia viene entrenando hace meses, trabajó mucho. Fue fascinante el trabajo de composición que hizo”, halaga Karina K a su pareja artística y de la vida. Además de escribir el guión del musical, la actriz tradujo sus canciones y las adaptó al español. 

–¿Por qué eligió a Nina Hagen, qué vio en ella?

Karina K: –Lo que me atrapó fue la revolución interior de esta artista, que en su momento de máxima fama mundial –porque era conocida en Japón y en la Argentina– hace un viaje espiritual a la India, y enfoca de una manera completamente distinta su forma de ver y entender el mundo. En la India ella se dedica a los cantos devocionales, y regresa en los 90 con la fusión de esos cantos, la música hindú, la ópera y toda la música industrial, eléctrica, sintetizada. No deja nunca de transformarse, es una artista que hace eclecticismo de su arte. La obra refleja también todo ese cambio, ese movimiento desde su etapa de rebeldía, de denuncia pura, a su emancipación espiritual, y cómo todo eso conforma, finalmente, el mensaje que ella transmite como artista. 

Cynthia Manzi: –Esta obra me llevó a conocer profundamente a Nina Hagen, y despertó en mí una admiración por su trabajo como artista y por esa filosofía de la que habla Karina. Yo me siento identificada, sobre todo, en su fortaleza, porque es como un imán. Me encuentro en muchas de sus canciones, en las letras. Poder decir esto sobre el escenario, poder cantar sus canciones, me hace sentir que estoy cumpliendo un sueño que tuve desde muy chica. Siempre se la consideró una artista de vanguardia, y hoy comprobamos que su mensaje es más actual que nunca.

–¿Qué rescatan de ese mensaje?

K. K.: –Ella rompió siempre con el sistema, con lo establecido. Y fue siempre clara y terminante. Es una activa luchadora por el derecho de los animales, por la defensa del medio ambiente, por el cuidado de los mares. Escribió una canción a la ONU promulgando una posición de paz a partir del empoderamiento del ser humano; lo que propone es un cambio de paradigma. Y lo genial es cómo lo hace a través del arte, transformándose siempre. Con Mamapunk, el concierto queremos dar a conocer su filosofía y su ideología, que trasciende las fronteras, porque es universal. Nuestro sueño es poder llevar este mensaje de paz a todas las provincias, a la patria grande, y al mundo. Esa es nuestra decisión. 

–¿Qué significó el corrimiento de rol, al pasar una de ustedes a estar debajo del escenario?

C. M.: –Yo aprendo muchísimo junto a Karina, y teniéndola como directora, mucho más. Le estoy muy agradecida, siento que ha sido un acto de generosidad enorme, y de amor, elegirme para este rol protagónico. Hacia mí y hacia el espectáculo, porque Karina quería continuar con este gran mensaje. Como directora, Karina está en cada detalle, en lo que uno cree que no se ve, pero se ve. En cada área artística, desde lo visual, el sonido, lo actoral, lo vocal, hasta la estenografía. Su mirada es muy abarcadora y muy minuciosa. 

K. K.: –Cada vez me gusta más el rol de dirección, me encanta poder tomar una obra, como un lienzo en blanco, y comenzar a pintar. Eso fue lo que hice con Mamapunk, el concierto: me corrí totalmente de la versión anterior y empecé a pintar, a cambiar la puesta. Me gusta funcionar como ese ojo externo que busca transmitir emociones, con las distinta pautas expresivas que tiene el teatro musical. Es mágico eso, poder generar emociones en el espectador, y sobre todo, reflexiones. Esta instancia como directora me toca en una etapa de mi vida en que me siento en la plenitud, en el máximo esplendor. Esta es la mejor versión de mí misma.

–¿Y eso tiene que ver con su casamiento?

K. K.: –Absolutamente. Formamos una sociedad artística que busca empoderar a la condición humana. Sentimos que somos artistas del humanismo, por eso elegimos a una artista como Nina Hagen. 

C.M.: –Somos esposas en el arte y en la vida, y eso es maravilloso.