Desde Santa Fe

El diputado de la UCR, Alejandro Boscarol, alineado con el intendente de Santa Fe y jefe de Cambiemos en la provincia, José Corral, reveló ayer que no votará la reforma constitucional y la reelección de Miguel Lifschitz. "El principio de no reelección" consecutiva es casi "el único mecanismo de la Constitución" que le "pone límites al Poder Ejecutivo". Así que suprimir esa "regla fundamental de convivencia, nos lleva a pensar" que el gobernador pretende "consolidar un proyecto personal que quiere la hegemonía y la continuidad de las mismas personas en el poder", dijo. El anuncio del radical significa que a Lifschitz le faltan 10 votos para que la Cámara de Diputados declare la necesidad de la reforma y gire la media sanción al Senado, un número de voluntades en el arco opositor que parece difícil de lograr.

La cuenta es sencilla. La ley debe salir de Diputados con mayoría de dos tercios (34 votos). El Frente Progresista tenía 28 diputados, pero hace más de un año separó a dos: Rubén Giustiniani y Silvia Augsburger. Le quedaron 26. Ayer, Boscarol dijo que a él no lo cuenten; ya son 25. Uno debe presidir la sesión, que es el presidente de la Cámara, Antonio Bonfatti, que sólo vota en caso de empate. Por lo tanto, la decisión de Boscarol dejó al bloque oficial con 24 votos si no sigue el desgranamiento; le faltan diez para aprobar la ley que quiere Lifschitz.

El resto de la Cámara es conocido: la Alianza Cambiemos tiene 9 votos, el PJ, 11 y el interbloque de izquierda, cuatro. Ayer, uno de los diputados del PRO, Sergio Más Varela, sugirió que ninguno de ellos votará la reforma constitucional y la reelección del gobernador. "Los santafesinos somos rehenes de una interna del socialismo", se quejó y explicó la "coyuntura" por la "desesperación" política de Lifschitz que "quiere torcer la Constitución de Santa Fe" para acceder a un segundo mandato en 2019.

En el peronismo, ocho de los once diputados desestiman la reelección de Lifschitz. En el bloque del FpV‑PJ lo plantearon su presidente, Héctor Cavallero y Roberto Mirabella, por lo que se puede deducir que los otros tres -Silvia Simoncini, Patricia Chialvo y Germán Bacarella- comparten la posición. En esa línea se pronunciaron sus colegas Leandro Busatto, Claudia Giaccone y ayer, Luis Rubeo, quien propuso que la Constitución se reforme recién en 2020. El Partido del Progreso Social ‑que fundó Cavallero‑ consideró el "apuro" de Lifschiz como una "falta de respeto a las instituciones y a la sociedad santafesina". "Semejante premura nos hace pensar" que la reforma responde a intereses "particulares, personales o sectoriales" del mandatario y "no para mejorar la calidad institucional de la provincia".

Resta saber qué hará el bloque de centroizquierda que integran Giustiniani, Augsburger, Carlos del Frade y Mercedes Meier. Pero Giustiniani ya adelantó un criterio. "El gobernador que juró por una Constitución debe respetarla", le dijo a Rosario/12, lo que descarta un segundo mandato de Lifschitz. Y se declaró partidario de una "reforma total" de la Carta Magna. "Santa Fe necesita una nueva Constitución, no poner parches a la vieja". "Queremos una reforma total y no un traje a medida de ninguna persona", planteó.

Boscarol dijo que "el gobernador es la persona con más poder en la provincia: nombra jueces, fiscales, jefes de policías, directores de escuelas, profesionales de la salud, directivos de empresas de servicios públicos, entes reguladores, entre otros". Y dispone el manejo de "gran cantidad de recursos". "El principio de la no reelección" consecutiva del P.E. es casi "el único mecanismo efectivo" que "le pone límites a ese ejercicio del poder. Una reforma que modifique esta regla fundamental de convivencia, sólo nos lleva a pensar que sirve para consolidar un proyecto personal que quiere lograr la hegemonía y la continuidad de las mismas personas en el poder. Dicho en buen criollo: con más poder para el gobernador, no hay reforma. Así de simple".

 

Según Boscarol, Lifschitz pasó por alto el lenguaje político. "Sostener que alguien no piense en algo tan contundente (como la reelección) es imposible, si le piden, precisamente, que no lo haga".