Nacida al calor de emporios azucareros, Ledesma (como se conoce coloquialmente a Libertador San Martín), es la tercera ciudad más poblada de Jujuy. Ahí, casi sobre la puntera de la bota que compone la fisonomía de la provincia, se anudan día a día batallas y tensiones provocadas por el Ingenio Ledesma, mascarón de uno de tipos más poderosos del país: el sórdido Carlos Pedro Blaquier, imputado por la justicia jujeña por su posible participación en la Noche del Apagón durante la última dictadura (donde fueron secuestradas 400 personas, 55 de ellas aún hoy desaparecidas) y, más cerca en el tiempo, involucrado en los Panamá Papers. 

Entre regímenes laborales cuestionados, casos de habitantes afectados por bagazosis (enfermedad respiratoria causada por residuos azucareros) y sistemáticos despidos acompañados de represión estatales, los ledesmenses llevan adelante su vida en una tierra que le hacen sentir ajena

Por eso no llama la atención que una de las mejores y más emblemáticas bandas de la provincia se haya formado en ese lugar y con un fuerte contenido social. Se trata de Pobre Chango, fundada hace 25 años por el Crotto Castrillo, vocalista de un grupo que sigue militando en Jujuy las canciones de Cosas raras, Basta de mambo, Nací, crecí y perdí y Atrás del comodín, sus cuatro discos autogestionados. 

“Vivir en el Sultanato de los Blaquier es una permanente tentación a explotar rítmica y verbalmente en contra de la mezquindad y el apriete, y a favor de la lucha obrera. Nos sentimos plenamente identificados con la masa trabajadora, sostén permanente de nuestra sociedad. Por eso… ¡no tenemos amigos ingenieros!”, afirma el en tono tragicómico el bajista Christian Matwiczyk, quien comparte la banda con el mencionado Castrillo, Agustín en guitarra y el Pelao Fernández en batería. 

“Nuestras letras se refieren a cosas reales vividas en nuestra región como las injusticias, la opresión al obrero, los niños intoxicados y el reino de Blaquier, sin dejar de lado el toque de humor característico de todo ledesmense hecho y derecho”, amplía Christian. Entre sus canciones más notables se destacan Ni olvido ni perdón, inspirada en la Noche del Apagón y utilizada alguna vez por Madres de Plaza de Mayo para musicalizar un video, y también 22 de mayo, homenaje al día de 1997 en el que el pueblo de Ledesma (influenciado por la ola de piquetes que barrió el país desde Cutral Có hasta Tartagal), se alzó en contra de la represión combinada entre empresas privadas y Gendarmería Nacional. 

“A pesar de los cambios de músicos que hubo en estos 25 años, Pobre Chango se caracterizó siempre por haber tenido en sus filas a gente amateur y laburante, pero con un amor incondicional a nuestra provincia y a su gente. Además podemos jactarnos orgullosamente de no haber tocado jamás para actuaciones convocadas por los poderes de turno”, asegura Christian. Tal es así que hace unos años tuvo singular repercusión en la provincia la censura que padecieron en el Centro Cultural Macedonio Graz, donde les dijeron que “la música no era adecuada al lugar”.

La contracara de esta prohibición es su largo recorrido por cuanto sitio les fuera posible, desde salas en San Pedro, Perico o Caimancito hasta participaciones en el Resistiendo de La Quiaca, el festival de rock más longevo de Argentina. “Nos sentimos cómodos tocando en cualquier lugar. Como buenos adeptos a la adrenalina y menjunjes lupulosos somos capaces de tocar en un living, si hay ambiente”. Su prédica, a la larga, tuvo efectos inspiradores y pedagógicos: es común escuchar a bandas nóveles haciendo covers de Pobre Chango. 

“El rock es universal y no hay que creer que Buenos Aires es el centro del Universo. El interior es riquísimo en cultura y sabores musicales, y Jujuy en particular se caracteriza por su aspereza, pero también por su dulzura. Es que hay bandas de punk rock que te vuelan la marola, pero también heavy del bueno y grupos de rock and roll excelentes. ¡No sólo nos caracterizan los divinos paisajes de las fotos y Los Tekis, jaja!”, concluye el bajista.