La semana pasada el fallo por el caso conocido como “La Manada” causó indignación global. Un tribunal de Navarra desestimó la palabra de la víctima que denunció una violación grupal y consideró que al no haber habido “violencia ni intimidación” no puede considerarse violación sino abuso, figura que implica una pena menor en la legislación española. La reacción fueron protestas en toda España, declaraciones de repudio del movimiento de mujeres en todo el mundo y de casi todos los partidos políticos, y también una ola de tuits que no ha parado de crecer desde el jueves pasado bajo el hashtag “Cuéntalo”

Una cadena de denuncia y desahogo para revivir las voces de las que ya no viven para contarla, y también para sacar a la luz viejas historias de abusos, que tal vez entonces no fueron leídas como tales.

Además de testimonios de mujeres españolas, hay historias de víctimas de violación y femicidio de Latinoamérica y Argentina como Micaela García, asesinada en Gualeguay en 2017; Ángeles Rawson, cuyo cuerpo fue encontrado en el CEAMSE en 2014; Natalia Melman, secuestrada, violada y asesinada a la salida de un boliche asesinada en Miramar en febrero de 2001.

“Si después de todas las historias que están contando en #Cuentalo seguís pensando que la violación y los femicidios son delitos cometidos por enfermos como si fuesen hechos aislados y no producto de un sistema machista, te aviso que estas pensando desde el lado del patriarcado”, dice una tuitera sobre la avalancha de historias escalofriantes en pocos caracteres que no paran de brotar desde el jueves: “Salgo con mi novio y sus amigos a una fiesta, le digo a mi novio que tengo sueño, me lleva al cuarto y al despertar no está él pero si están los 4 amigos conmigo en la habitación encerrados violándome, lo cuento hoy porque hace 4 años no fui capaz”, “Tenía 49 años, la asesinaron en un bar de Caballito, su agresor estaba obsesionado con ella, la había citado en el local para hablar. La apuñaló al frente de todo el bar. Lo cuento yo, porque Gabriela Parra no puede.”, “En el 2001 tenía 16 años. Tres policías me secuestraron, me violaron, me quemaron con cigarrillos y me ahorcaron con el cordón de mi zapatilla. Era el cumpleaños del comisario, yo fui su ‘regalo’ Lo cuento yo porque Natalia Melmann no puede”.