En Sierra Leona, a Esteban Torre lo llamaban aboto. En krio, un dialecto local, significa blanco. Makeni, la quinta ciudad del país, lo recibió en agosto pasado durante la estación seca. Politólogo, con una maestría en Educación en la Argentina y otra en Políticas Públicas en Inglaterra, a los 30 años se sumergió en una experiencia inusual. En el Africa dejó una base de datos y un proyecto de investigación para la organización Street Child que le financió el viaje. Pero también dejó un artículo preciado para él, la única camiseta de All Boys que hoy luce un entrenador sierraleonés. El idioma universal del fútbol le permitió acercarse a chicos que tienen a Messi como jugador fetiche, pero no conocen dónde queda la Argentina. Así rompió una barrera. Se involucró mejor en la problemática que había ido a explorar. Vivió casi 40 días sin rastros de la lluvia. Jugó a la pelota sobre un terreno yermo donde rasparse era normal. Le hicieron muchas preguntas, se hizo otras, hasta que volvió a su cargo de director de Políticas Públicas de La Matanza.

En un libro que no tiene título, editó su actual pareja y condensa textos y fotografías de su paso por Makeni, escribió aquellas preguntas: “¿Lo conocés a Messi? ¿Es tu amigo? ¿Lo viste jugar en vivo? ¿Sabías que es mi brother?”. Las mismas que se responde Torre en sus misceláneas sobre Sierra Leona. El país de los niños soldado, de una guerra civil de 11 años que terminó en 2002 y de una epidemia de ébola que recién se erradicó en 2016.

“Ni krio, ni inglés; el lenguaje que no falla en Makeni es el fútbol”, cuenta sentado en un bar de Constitución. Transmite pasión por lo que vivió en Africa, menciona que dejó su “corazoncito” en aquella ciudad donde nació el ex presidente Ernest Bai Koroma, quien acaba de dejar el cargo.

“Cuando yo interactuaba con alguien, primero me preguntaban el nombre y después me preguntaban de dónde era. Cuando decía mi nombre -que les costaba bastante pronunciar-, hablaba de Argentina y no tenían idea de dónde era. Aunque lo asociaban directamente con Messi y ése era el puntapié obvio para empezar a charlar de fútbol” recuerda.

En la London School of Economics and Political Science (LSE) empezó a sentir que Sierra Leona podía ser un destino concreto en su horizonte. “Durante mi estadía en Londres me interesé en toda la cultura africana. Me hablaban compañeros de Nigeria, Kenia y Sudán del Sur. Fue muy valioso escuchar a un pibe de este país, porque es el más nuevo que existe en el mundo y vivió un conflicto tremendo. O sea, un poco por mis compañeros y otro poco por escuchar conferencias y charlas, me fui interesando en esa región de la que acá se sabe muy poco o que hay que rastrearla en los diarios. Son casi nulos los puentes tendidos con ella”.

Torre tenía varias opciones a través de Street Child, la ONG británica con proyectos educativos en diferentes naciones: Sierra Leona, Liberia, Nigeria, Nepal y Sri Lanka. Cuando surgió la primera no titubeó. En Makeni el agua corriente es un lujo. Las calles de asfalto son una rareza. Son datos de un país donde el 68 por ciento de la población mayor de 15 años es analfabeta, según la Unesco. O cuya escuela primaria la terminan el 67 por ciento de los estudiantes -entre las mujeres el 65 por ciento- y la escuela secundaria el 43 por ciento (el porcentaje femenino baja al 40 por ciento). Sierra Leona, en el contexto africano, invierte el 2.7 de su PBI en educación, cuando el promedio de la región Sub-Sahariana es 4.1. Son estadísticas que el politólogo maneja como insumo diario.

En Buenos Aires juega al handball en All Boys, en la sexta división de la Federación Metropolitana. En el tiempo libre que le quedaba en Makeni, se prendía en los picados. Ahora relata con cierta nostalgia aquellos partidos y cómo le permitieron integrarse: “El lenguaje común del fútbol gracias a Messi, me permitió sumarme todos los días a las 5 de la tarde en el mismo lugar, como en un potrero. Una superficie de tierra que como no llovía estaba más seca y tenía que ir con patines para jugar. Esa actividad recreativa con los pibes me copaba. En Makeni hay fútbol semi-profesional los miércoles y domingos y eso me facilitó integrarme a la vida social de la ciudad”.

La influencia colonial británica y su cruce con el Islam en el mismo territorio, se tradujo en experiencias que Torre percibió en el mundo del fútbol local: “Como Sierra Leona fue una colonia inglesa, allá son del Manchester United o del City, del Arsenal, Chelsea, eventualmente del Liverpool, son de esos equipos. Esa es la liga que tienen en su cabeza. Los autos y las combis tienen pegados vinilos con los colores de esos clubes. Pero Sierra Leona es un país 70 por ciento musulmán y el futbolista musulmán del momento es Mohamed Salah del Liverpool. Me pasó que hablé con un par de pibes de esa religión y Salah era su jugador, por encima de Messi o de Cristiano Ronaldo”.

El color de un partido en el estadio Wusum Field de Makeni, donde juega de local el Wusum Stars, quedó reflejado en los escritos del politólogo que trabaja en el municipio de La Matanza: “El anillo alrededor del alambrado es una prolongación de la calle, no solo por la presencia de autos y motos, sino también por los mismos vendedores ambulantes que desfilan con los recipientes en su cabeza ofreciendo naranjas, maní, pochoclos, brochettes de pescado y bebidas”.

Una entrada tiene un valor único: dos mil lions, unos cuatro pesos argentinos. Y el césped es sintético -”decisión sabia” dice Torre- porque en la temporada de lluvias sería imposible jugar. No hay túnel, sí una casa con galería pintada de blanco que oficia de vestuarios y los jugadores llegan apiñados al Wusum Field en una combi, incluso sobre el techo. En su libro, aboto cuenta que “hay una voz del estadio que brinda información del torneo y de los equipos. Lo peculiar será que no se callará con el inicio del partido, sino que lo relatará. Así como suena: fútbol en vivo con relatos en vivo”.

Para el visitante que narra estas historias “la experiencia del fútbol no sería completa si uno no juega, al menos un picadito”. Percibe que sus compañeros son buenos, rápidos, electrizantes. Llama a su estilo de Playstation, porque hacen toques de primera, gambetas cortas y quieren meterse con la pelota adentro del arco. Ante semejante despliegue Torre cuenta que sus primeros pases:  “Fueron conservadores, para atrás, al pie de los compañeros porque si fallaba sería muy difícil que confiaran en mí”.

Mientras jugaba por última vez con su camiseta de All Boys que quedó en Makeni, escuchaba los nombres de quienes corrían a su lado: Messi, Pogba, Piqué, Marcelo, Agüero, Kaká, Essien. En aquella ciudad donde se destaca el vecino monte Wusum, los jóvenes se hacen llamar como esas figuras del fútbol mundial. “Alguna vez les contaré a mis nietos que jugué en Sierra Leona con todas esas estrellas”, dice Torre con una sonrisa cómplice antes de despedirse cuando cae la noche sobre Buenos Aires.

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