Después del escándalo de los inmigrantes caribeños que le costó el cargo a la ministra del Interior, una ola de denuncias acusa al gobierno británico de dificultar la vida a los inmigrantes ilegales que llegan al Reino Unido con su dura política inmigratoria. La semana pasada, la crisis del trato hacia a los inmigrantes caribeños de la llamada “generación Windrush”, que llegó al país después de la Segunda Guerra Mundial, obligó a la ministra del Interior, Amber Rudd, a renunciar a su cargo. Ayer, y presionada por el laborismo, que la acusa de “encubrir” lo sucedido con esos inmigrantes, la primera ministra, Theresa May, anunció que hará revisar las decisiones que provocaron la crisis de Windrush, un modo de cerrarle a la oposición el acceso a los documentos que detallan el proceso. May dijo que el nuevo ministro del Interior, Sajid Javid, estaría “anunciando un paquete de medidas para traer transparencia sobre el tema”.