Las editoriales del mundo, de América latina y España, también están en la 44° Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. La edición independiente Latinoamericana brilla en el catálogo de la chilena Hueders –con espacio propio por primera vez en La Rural–, la peruana Estruendomudo –que también debuta con stand propio– y la chilena Ediciones UDP (Universidad Diego Portales), que participa junto a otros sellos universitarios de Chile y de la región en el nuevo stand de la distribuidora All spanish books. Funambulista, con sede en Madrid, cuyos títulos son distribuidos por Waldhuter –un clásico entre las distribuidoras con sellos de una gran calidad literaria–, aprovecha la experiencia para difundir su fondo editorial. “Por tamaño de mercado y por el valor de su tradición literaria, es muy importante para nosotros estar en esta feria, que viene siendo como jugar en primera”, reconoce Alvaro Matus, editor de Hueders, a PáginaI12. “Sin embargo, y a pesar de haber hecho un ajuste importante de precios, hemos notado que nuestros libros resultan un poco caros para el público. Y aquí creo que se mezclan dos cosas: históricamente el libro en Chile ha sido más costoso que en Argentina, aunque ahora la verdad es que se están nivelando. Lo otro es que acá Hueders aún no es demasiado conocida, no como en Chile o México. Por eso es tremendamente valioso en términos de visibilidad estar en esta feria con un stand solos”, agrega Matus.

Narrar ideas, vidas, delirios 

El primer libro que publicó Hueders fue La sociedad contra el Estado, de Pierre Clastres, en 2010, y el último Los sonámbulos, de Arthur Koestler, poco antes de que empezara la Feria. “El primero corresponde a uno de los etnógrafos más originales de esta época, un discípulo de Lévi-Strauss que a partir del estudio de las tribus más primitivas de América elaboró un trabajo sobre la lucha contra el poder único, el que ejercen las clases privilegiadas, que puede extrapolarse hasta nuestros días, hasta nuestra época –compara el editor–. El otro libro, el de Koestler, narra las diversas ideas que emergieron en el mundo occidental sobre el origen y la evolución del universo. La obra parte con los griegos y concluye con Galileo, es decir, describe la vida de los grandes investigadores que vivieron cuando se estudiaba el cielo a simple vista y la manera en que sus mentes buscaron explicarse lo que admiraban”.

Matus se refiere al eclecticismo de un catálogo que conjuga “propuestas comerciales” con otras más literarias. “Lo que caracteriza el catálogo de Editorial Hueders es su vocación por la narración y, por lo tanto, su rechazo al academicismo. Lo que quiero decir es que se pueden narrar ideas, vidas, delirios, lo que sea, y que el único rasero es que esas ideas, esas vidas, esos episodios imaginarios, estén bien contados. De ahí que no tengamos una división por géneros y que en nuestros títulos figuren propuestas tan variadas como las de César Aira con las novelas Actos de caridad y Eterna Juventud, Alejandro Zambra con su libro más experimental, Facsímil; Horacio Castellanos Moya y su Cuaderno de Tokio, Roberto Merino con Todo Santiago (crónica urbana), Wislawa Szymborska con Lecturas no obligatorias –uno de los éxitos en esta feria–; Mónica González con los reportajes que estremecieron al país durante la dictadura pinochetista, Apuntes de una época feroz, y Paulina Flores con Qué vergüenza, el debut en narrativa más exitoso de los últimos años en Chile”, plantea el editor. “Queremos que nuestros libros los lea cualquier joven o adulto con cierta cultura, pero no un antropólogo o un filósofo o un cientista político. Para resumir, diría que apuntamos a un lector culto no especializado. Y curioso, claro, curioso por las más diversas áreas de la cultura humana”. En el stand de Hueders se pueden conseguir Los años de Allende, novela gráfica de Carlos Reyes y Rodrigo Elgueta (500 pesos), Alguien, de Robert Princhet (350 pesos) y Facsímil de Alejandro Zambra (290 pesos) Alguien, de Robert Princhet (350 pesos). 

Amor a la literatura

Qué acento tan melodioso tiene la joven peruana Paloma Temple, una de las vendedoras del stand de Estruendomudo. Quiere tanto a los libros de la editorial –los recomienda con un fervor excepcional– como si ella misma los hubiera editado. Un cartel de fondo resume el itinerario de este pequeño sello independiente peruano: “Nuestra travesía ha llegado por fin a Buenos Aires. Pase, pruebe y compruebe el sabor de Latinoamérica”. Temple cuenta que la editorial comenzó hace 13 años en Lima y en 2015 abrieron una sede más en Santiago de Chile. “A partir de ahí pasamos a ser peruano-chilenos”, afirma.

–¿Hay alguna posibilidad de que pasen a ser peruano-chilenos-argentinos?

–Sería genial, pero no lo sé...

En Estruendomudo esperaban más afluencia de público, aunque reconocen, como los otros sellos que están por primera vez con stand propio, que la ventaja está en ganar visibilidad. En el stand se encuentra Los ríos profundos, de José María Arguedas, “una novela autobiográfica hermosa en la que él cuenta cómo iba viajando por ciudades costeñas y serranas del sur y del centro de Perú con su papá, cuando era niño”, explica Temple y añade que la edición tiene fotos de la época y un apéndice con cada palabra del quechua que el autor utiliza (400 pesos). Entre las antologías se destacan dos: Selección peruana 2000-2015 (290 pesos), con cuentos de Jeremías Gamboa, Gabriela Wiener, Sergio Galarza, Daniel Alarcón, Carlos Yushimito, Dany Salvatierra, Katya Adaui, Claudia Ulloa, Jorge Vargas Prado, Francisco Ángeles y Pedro José Llosa; y la Selección chilena 2000-2016 (240 pesos), con textos de Diego Zúñiga, Germán Carrasco, Alejandra Costamagna, Lina Meruane, Matías Celedón, Nona Fernández Silanes, Alejandro Zambra, Pablo Toro, Simón Soto, Iván Monalisa Ojeda, Alvaro Bisama, Rafael Gumucio y Juan Pablo Roncone. La joyita de Estruendomudo es una edición especial de Los inocentes de Oswaldo Reynoso (1931-2016) a 200 pesos. Encabeza el rubro “rareza” Las Nikas, la reconstrucción de un largo viaje en las vidas de las descendientes de una gran familia, de la autora rumana Monica Savulescu Voudori, que vive entre Holanda y Grecia, traducida por primera vez al español (235 pesos).

–¿Qué significa para Estruendomudo editar libros en el siglo XXI? 

–No soy editora, soy lectora –aclara Temple-. Creo que para Estruendomudo editar libros sigue siendo la misma pasión de hace 13 años. Las editoriales independientes tienen que ir remando y remando para sobrevivir. Estruendomudo sigue remando con un amor inmenso a la literatura.

Para la editora española Concepción Cuesta, de la editorial Funambulista, con sede en Madrid, estar en la Feria del Libro de Buenos Aires “significa una gran oportunidad porque llevamos unos años distribuyendo el sello en Argentina, con la complicación de ser un producto importado, y estar en Nuevo Barrio nos dará mucha visibilidad y podemos exhibir más fondo que hasta ahora ha pasado desapercibido”, reconoce la editora que fundó la editorial en 2004 con el objetivo de “aportar al panorama editorial literatura de calidad buscando nuevos autores y nuevas obras no traducidas”. Cuesta subraya que en Funambulista “cuidamos mucho los contenidos y es muy importante el libro como objeto, que sea de fácil lectura, bonito, que se pueda distinguir nuestro sello en las estanterías y mesas cuando están al lado de tantos otros ejemplares de otras editoriales”. En el stand se destacan Un cuento de enfermera de Louisa May Alcott, una novela de intriga de la autora de Mujercitas (750 pesos); El hundimiento, relatos autobiográficos de Francis Scott Fitzgerald (370 pesos); la Correspondencia entre Anton Chéjov y Máximo Gorki, un título que va por su tercera edición (590 pesos); y la best seller del sello es la escritora japonesa Yoko Ogawa (nacida en 1962) con La fórmula preferida del profesor, que va por la edición número 21 (640 pesos). De la misma autora hay otros títulos como La niña que iba en hipopótamo a la escuela (570 pesos). Uno de los más bellos títulos que tienen en Funambulista es El olor de la lluvia en los Balcanes de la novelista serbia Gordana Kuic (750 pesos).

All spanish books, que está por primera vez en la Feria, distribuye varias editoriales chilenas como Ediciones UDP (Universidad Diego Portales), Editorial de la Universidad de Valparaíso (UV), Lom, Catalonia, Amanuta, Lecturas Ediciones, Ediciones UC (Universidad Católica de Chile), Overol y Los tres editores (Costa Rica), entre otros. Alejandro Mediondo confiesa que las expectativas no se cumplieron. “Lo que más me preocupa tiene que ver con un tema cualitativo. Yo veo gente golpeándose para comprar mandalas, cómics y saldos. Lo vimos reflejado en lo que fue la jornada de la Conabip. El problema es que el bibliotecario no hace curaduría de su biblioteca y escuchás que dice ‘me pidieron crucigramas’… o ‘en la ciudad donde yo vivo la gente es muy básica’… Precisamente, si es básica ofrecele buena literatura para que deje de ser básica. Me sorprende la exigua cantidad de personas interesadas en eso que podríamos llamar literatura con un poco más de vuelo”, advierte Mediondo y revela que hasta ahora vendieron un poco más mil libros, pero que el ideal de venta sería exactamente el doble: dos mil. En el stand hay descuentos que van del 10 al 30 por ciento, depende los días. El distribuidor recomienda Vamos a tocar el agua, de Luis Cháves, publicado por Los tres editores (320 pesos); Poco hombre, de Pedro Lemebel (UDP), a 420 pesos con descuento; Pasión de enseñar. Pensamiento pedagógico, de Gabriela Mistral, una edición bellísima a 850 pesos de la UV, entre otros.

Angustia y complicaciones

La distribuidora Waldhuter cumple 22 años. Desde hace ocho años que distribuye a las mejores editoriales de América Latina y España. Aunque tiene 200 editoriales, cuenta con el fondo completo de 40 sellos, entre los que se destacan las españolas Páginas de Espuma, Impedimenta, Nórdica, Asteroide, Montesino, La Cúpula, Acantilado; y editoriales argentinas como Eterna Cadencia, Mardulce, El Hilo de Ariadna y Mansalva. Cuesta recomendar un puñado de títulos, pero entre lo más destacado está Solenoide, de Mircea Cartarescu, publicado por Impedimenta (850 pesos), Las dos Besson y otras almas, de Juan Manuel Villalobos, editado por Campo de niebla (245 pesos), De aquí nadie sale vivo. La vida de Jim Morrison, de Jerry Hopkins y Danny Sugerman, publicado por Capitán swing (790 pesos) y David Lynch. El hombre de otro lugar, de Dennis Lim, editado por Alpha decay (690 pesos). “La Feria arrancó bien el primer fin de semana por los autores potentes que vinieron -Paul Auster, Richard Ford, (Mario) Vargas Llosa, Elvira Sastre- y después empezó a decaer. El 1° de mayo pasó como un domingo y fue muy flojo, en cambio hubo mucha gente el lunes 30 –repasa Gabriel Waldhuter–. Las compras de la Conabip fueron malas, no vinieron la cantidad de bibliotecarios que vienen siempre y se les dio el mismo presupuesto para comprar que el año pasado, cuando los libros aumentaron entre un 20 y un 30 por ciento. O sea que con el mismo dinero podían comprar menos libros. Nosotros lo sentimos y también sé que lo sintieron otros stands con lo que estuvimos conversando. Para los stands más pequeños, las compras de la Conabip pueden representar hasta un 20 por ciento de las compras de toda la feria, un número que es importante. Para nosotros representa un día de venta, un 5 por ciento”.

–¿Qué pasó con la estampida del dólar del pasado “jueves negro”?

–Nosotros la vivimos con mucha preocupación al trabajar con libros importados. Al ser distribuidores, a mí me deben en pesos, pero yo a la editorial española le debo en euros. Cuando me pague el librero, no sé si me va a alcanzar para pagarle a la editorial. Todas las devaluaciones las vivimos con muchísima angustia. La devaluación del 2001 fue terrible para nosotros. Después de la salida del 1 a 1, se multiplicó por tres la deuda. En esa época teníamos pocas editoriales y los editores españoles entendieron la situación y nos dieron un buen plazo para pagar y pudimos pagar todas las deudas. Y aquí estamos.

–¿Aumentaron los precios de los libros?

–Ahora no porque tomamos recaudos previos. Tenemos un seguro de cambio; pero si el dólar sigue subiendo y pasa ese seguro de cambio vamos a tener que tocar los precios. El problema es que el papel cotiza en dólar y seguramente las papeleras van aumentar el precio.

Es absurdo que digan que con la devaluación nos volvemos más competitivos. Los libros van aumentar como aumentó el dólar. Estamos complicados y como en una encerrona.