Producción: Javier Lewkowicz


La solución es crecer

Por Gustavo Ludmer *

Pomelos de España, vinos de Chile, cerdos de Dinamarca y papas fritas de Canadá. Son sólo ejemplos de una larga lista de productos importados que nos acostumbramos a ver en las góndolas. El discurso oficial prometía que nos convertiríamos en el supermercado del mundo y, al final, el mundo nos llenó los supermercados. La contracara de este fenómeno es la crisis de varias economías regionales, ilustrada con productores nacionales regalando manzanas, bananas y lechuga en Plaza de Mayo a modo de protesta. Las importaciones también desplazaron producción local en segmentos intensivos en empleo, como textil, confecciones, calzado, madera, muebles, entre otros.

¿Acaso nuestros productores y trabajadores se volvieron menos eficientes que hace unos años? No. Esta problemática es consecuencia de la política económica reciente, en particular, de dos grandes factores. El primero es el fenómeno del, hasta hace unas semanas, dólar barato, que viene de hace unos años y fue usado tanto por este Gobierno como por el anterior como herramienta anti-inflacionaria. El segundo es la apertura comercial que se llevó a cabo desde diciembre de 2015, basada en una administración del comercio exterior que marcha a contramano del renovado proteccionismo de importantes potencias económicas.

Dólar barato y apertura comercial llevaron a que Argentina cierre el año 2017 con un déficit de la cuenta corriente de 31.000 millones de dólares, equivalente a 4,8 por ciento de nuestro PBI. En criollo: le compramos más al mundo de lo que le vendemos. El resultado de 2017 fue el peor de los últimos 40 años (el -4,5 por ciento de 1998 fue el más cercano). Para peor, esta dinámica se profundizó en el primer trimestre de 2018. Su contrapartida es el endeudamiento externo. Ahora bien, la pregunta es si nuestro país utiliza dicha deuda para inversiones que mejoren la competitividad de nuestro entramado productivo y generen capacidad de repago en el futuro. O si el endeudamiento es utilizado para financiar importaciones que deterioran la producción nacional (una nota aparte merece la especulación financiera). Una posible respuesta: desde diciembre de 2015, la industria nacional destruyó 65 mil puestos de trabajo asalariados.

Esta dinámica estructural que atraviesa la economía argentina es el problema de fondo detrás de la corrida cambiaria de las últimas semanas. En un contexto mundial donde el dólar transita un sendero de fortalecimiento respecto al resto de las monedas, en nuestro país pareciera que entró en crisis la dinámica macroeconómica del dólar barato y el déficit comercial.

En economía hacer predicciones resulta, al menos, aventurado. Sí se pueden señalar algunas tendencias que se avizoran adelante. En primer lugar, la depreciación del peso de las últimas semanas llevaría al abandono de la meta oficial de inflación del 15 por ciento. En este contexto, la pauta salarial del 15 por ciento que fijó el Gobierno llevará a una reducción del poder de compra de la población, afectando el consumo y la demanda. En segundo lugar, la suba que realizó el Banco Central de la República Argentina a las tasas de interés de las LEBACs (en niveles cercanos al 40 por ciento), pone la vara muy alta para el resto de las tasas del sistema financiero, lo que compromete seriamente a la cadena de pagos. La especulación financiera pone al borde del Knock out al entramado productivo. Por último, si bien la producción nacional se beneficia por el encarecimiento de los productos extranjeros, las subas del dólar de los años 2014 y 2016 muestran que la actividad económica termina resintiéndose por la caída del consumo.

Nuestro país necesita encarar un proceso de crecimiento económico que resuelva, de una vez por todas, la restricción externa, el problema estructural de la economía argentina. La actual coyuntura permite concluir definitivamente que la apertura importadora financiada con endeudamiento externo no es el camino correcto. Hace falta poner en marcha nuestras fuerzas productivas. Más allá de estos momentos difíciles, nuestra historia posee ejemplos de que tenemos con qué recuperarnos y salir adelante.

* Director ejecutivo de SIDbaires.