La mesa chica del PRO se vuelve a agrandar. Luego de un extenso período donde la mesa chica fue quedando cada vez integrada por menos personas, el presidente decidió sumar nuevamente a las reuniones semanales a dos figuras que integran la llamada “ala política”: el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, y el presidente de la Cámara baja, Emilio Monzó. Este último volverá a formar parte de las decisiones luego de que fuera exiliado tras disputas con el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y con la gobernadora María Eugenia Vidal, con quien estuvo reunido en secreto la semana pasada. Según trascendió, la mandataria le habría pedido que no abandone el cargo frente a diputados, como anunció Peña que iba a hacer. También harán otras reuniones con los radicales y la Coalición Cívica, pero será más adelante.

La crisis cambiaria y la situación de encierro del Gobierno forzó al presidente a dar un gesto de apertura para contener. 

Las reuniones de la mesa chica del PRO habían llegado en los últimos tiempos a su mínima expresión. Incluían, además del presidente Mauricio Macri, a Peña, a Vidal y al jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta. El “hermano de la vida” de Macri, Nicolás Caputo, hace tiempo que se alejó del día a día, aunque –según detalló Clarín– el lunes pasado ingresó al despacho presidencial y tuvo una reunión con el presidente. Algunos especulan que es encuentro estaría relacionado con al decisión de volver a “abrir” la mesa. 

En buena medida, la decisión responde al intento de la cúpula del Gobierno por contener una serie de críticas sobre cómo se vienen tomando las decisiones: de hecho –como informó este diario– la resolución de volver a pedir un préstamo al FMI no fue comunicada ni al sector político del Gobierno, ni a sus aliados, pese a que el día que se tomó estaban en Casa Rosada para respaldar el rumbo económico. Frigerio se enteró recién en la reunión de coordinación en la que definieron la forma de comunicación.

Los radicales y Elisa Carrió recibieron llamados poco antes de que se difundiera la grabación de dos minutos en la que el presidente Macri informó con cara larga lo que tenía pensado hacer. 

Esta forma hipervertical de tomar y comunicar decisiones, sumado a la mala situación económica, viene sumando críticas sobre las espaldas de la conducción del Gobierno por parte de sus aliados de Cambiemos, pero también internamente. Hay para todos: al presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, le facturan no controlar el tipo de cambio; al de Hacienda, Nicolás Dujovne, no reducir el déficil; a Peña, Carrió lo fustigó por la forma de comunicar del oficialismo. Una tormenta perfecta. 

La decisión de sumar a Frigerio y a Monzó a las reuniones semanales de la mesa chica es una forma de intentar mostrar apertura. En el caso de Monzó, se trata de un regreso muy postergado, luego de que fue expulsado del círculo áulico del presidente, tras las discusiones sobre el rumbo del Gobierno que tuvo en 2016 con Peña y de las diferencias que ya arrastraba con Vidal. Según publicó La Nación, la gobernadora tuvo un encuentro con Monzó el jueves pasado en el que le expresó que es “muy valioso” y le pidió que reconsidere su decisión de dejar la Cámara de Diputados. El anuncio de que lo volverán a integrar a la mesa chica corona la estrategia del oficialismo de no perder a una de sus principales espadas parlamentarias. Peña fue el encargado de comunicarselo a Frigerio y al titular de la Cámara baja, en la previa del encuentro del presidente con los jefes de bloque del Senado. La estrategia de informar que se iba del Congreso parece, finalmente, está rindiéndole sus frutos a Monzó. 

El presidente de Diputados había sido muy crítico de las estrategias de Jaime Durán Barba, incluso en entrevistas públicas. Habrá que ver cómo digiere la mesa chica del oficialismo el regreso de una voz que no comparte la totalidad de las decisiones que se toman, si bien siempre mantuvo su apoyo al rumbo general. Según confirmaron en la Rosada, las reuniones serán para definir “políticas a corto y largo plazo”. La decisión de sumar a Frigerio también implica tener una mirada puesta en cómo se comportan los gobernadores, que en los últimos días hicieron saber su descontento por cómo se los buscó dejar pegados a las negociaciones con el FMI.

A esta decisión para contener, Macri evalúa sumar otra: será armar reuniones de una suerte de mesa chica con aliados, que incluirá a radicales y lilitos. Principalmente, al macrismo le preocupa sumar a dos gobernadores radicales: el titular de la UCR y mandatario de Mendoza, Alfredo Cornejo, y el de Jujuy, Gerardo Morales. Sería el reemplazo definitivo de Ernesto Sanz como consigliere presidencial: hace un año que los radicales se quedaron sin un interlocutor permanente con Macri. Carrió también tendría su curul en esa mesa, aunque queda claro que no lo necesita: cada vez que se genera un choque con ella, Macri la invita a Olivos.