Ismael Serrano se considera un continuador de la obra de autores como Silvio Rodríguez, Luis Eduardo Aute y Joan Manuel Serrat. El cantautor español reivindica una canción que no le esquiva a la poesía ni a los problemas sociales y políticos de su tiempo. Una postura estética que a veces le trae algún dolor de cabeza, pero que a la vez le valió ganarse la atención, el respeto y el afecto de públicos de todo el mundo. De hecho, su obra goza de mucha llegada en Argentina, una especie de segundo hogar para el músico. Es que ha grabado con Mercedes Sosa (“Zamba del emigrante”), le ha dedicado una canción a las Madres de Plaza de Mayo, ha recordado alguna vez a Ernesto “Che” Guevara (en “Papá cuéntame otra vez”), le ha cantado a nuestras crisis (“Buenos Aires 2001”) y su compañera de vida es una actriz argentina. Y ahora se prepara para llenar hoy y mañana a las 21 el Estadio Luna Park (Av. Madero 420) y luego emprender una gira por Córdoba, Mendoza, San Juan, Rosario y Mar del Plata, en el marco de la presentación del disco-DVD en vivo 20 años. Hoy es siempre. “Siempre he sentido que la vigencia en este trabajo es algo precario. Un día uno está y al día siguiente, no se sabe. Es como montar en bicicleta: tienes que pedalear constantemente para no caerte”, le dice Serrano a PáginaI12 sobre este disco retrospectivo.

En este nuevo trabajo, revista toda su discografía, regala nuevas canciones y versiona a autores a los que admira, como “Ojalá” de Silvio Rodríguez o “Todo cambia”, del chileno Julio Numhauser. Y sorprende con una versión muy personal de “Spaghetti del rock”, de Divididos. “Me la llevé a mi terreno, porque la original es insuperable. Me pareció un reto porque es un universo poético onírico que es ajeno a mí, porque tiene mucho que ver con el rock argentino, con Spinetta”, cuenta Serrano. La canción toma vigencia con esa idea de “remontar un barrilete en esta tempestad”. Y eso da pie para hablar sobre el avance de la derecha en la región: “Podríamos pensar que evolucionamos, pero está claro que no. El mundo es cíclico y las canciones recuperan su vigencia. Lo del avance de la derecha es un fenómeno generalizado, no solo en Argentina. Las recetas que están aplicando aquí no son novedosas, buscan perpetuar un modelo económico y social que pone los recursos del estado al servicio de intereses particulares muy concretos. Y es lo que ha ocurrido en Brasil: por más que dibujen a Lula (da Silva) como un político terrible y corrupto, (Michel) Temer tiene causas bastantes más feas y no veo a la comunidad internacional o a los medios tan preocupados y urgentes por tomar medidas. Y en el caso de Argentina igual: yo tengo una canción que dice ‘hoy Boca gana y una joven que me recuerda a ti hace las maletas y el FMI te desnuda en el peor invierno’. La escribí en 2001 y parece ser premonitoria. Se ha demostrado que hay recetas que no funcionan, pero no se piensa en los ciudadanos. En Europa ocurre lo mismo”.

–En España se estigmatiza la figura del cantautor comprometido con la realidad política y se lo considera algo “solemne”, anacrónico. ¿Le preocupa discutir esa etiqueta?

–Hay un proceso colectivo que está sucediendo. Por ejemplo, en la izquierda y su replanteamiento a la hora de comunicarse con la gente. El 15M, el movimiento de los  indignados, fue un detonante: la reivindicación de la alegría casi como herramienta de lucha. Esa idea de Mario Benedetti de “defender la alegría como una trinchera”. Hace 20 años, cuando yo empecé, me resultaba inevitable ponerme serio y circunspecto. Veía a la industria musical como un territorio hostil en el cual uno tenía que ponerse a la defensiva. Pero con el paso del tiempo te vuelves cada vez más seguro de ti mismo y tienes más claro que la permeabilidad no tiene que llevar concesiones. No con lo político, porque yo sigo fiel a mis principios. Pero cuando se impone una estética musical de manera homogénea que tiene que ver con el escapismo permanente pues no está mal que uno invite a la reflexión en profundidad. Se da una paradoja que no deja de ser una impostura absoluta. Si dices que tus referentes son Serrat, Aute o Silvio y te dicen que son anacrónicos. Pero si dices que tus referentes son Bob Dylan, Neil Young, Leonard Cohen eres un tipo cool y mola. Hay un desprecio a la propuesta local, que se hace desde la canción de autor. Desde cierta crítica musical especializada se impone la evasión y el hedonismo como única posición estética. Esto con el 15M ha cambiado un poco. Pero en la década del noventa la canción, como hija de su tiempo, era hiperindividualista y de alguna manera se omitía lo que tenía que ver con el “nosotros” como colectivo. Predominaba el contenido amoroso, pero siempre desde el mismo lugar común simplificado, con los mismos elementos.

–Silvio decía que muchas veces empezaba cantándole a una mujer y acababa refiriéndose a una guerrilla…

–¡Porque así lo vivimos nosotros! No es algo que haga exclusivamente Silvio. Nuestras relaciones sentimentales se ven traspasadas por el acontecer político. Hay un libro de Richard Sennett, que se llama La corrosión del carácter, que habla de cómo la precarización de nuestra vida en el ámbito laboral afecta también las relaciones humanas. Si se traspasa en nuestro día a día, ¿cómo no se va a mezclar también en las canciones? Es algo natural. Un ejemplo es “Te recuerdo Amanda”, de Víctor Jara. Somos seres políticos. Pero ha habido un empeño por disociarnos de nuestra esencia de animales sociales, despolitizarnos.