El independentista Quim Torra tomó posesión como nuevo presidente de Cataluña en una breve ceremonia en Barcelona casi sin invitados y marcada por la ausencia total de símbolos o alusiones a España y la Constitución.

En un acto de apenas cuatro minutos, el secesionista de 55 años se limitó a prometer “cumplir lealmente las obligaciones del cargo de ‘president’ de la ‘Generalitat’ y ser fiel al pueblo de Cataluña”. Omitió, en cambio, toda mención al rey de España o la Constitución.

En contraste con los cerca de 400 invitados que participaron hace dos años en la jura de Carles Puigdemont, antecesor de Torra, el acto de ayer se dio en un ambiente casi íntimo con la familia del político y el presidente del Parlamento regional, Roger Torrent. Tampoco asistieron representantes del Gobierno español de Mariano Rajoy. Madrid explicó en un comunicado que el Gobierno catalán intentó imponer el nivel de la delegación y consideró además que el modelo del acto “degrada la propia dignidad de la institución”.La particular toma de posesión reflejó así dos aspectos clave de la nueva etapa que comienza en Cataluña: la continuidad de la tensión entre los independentistas y el Gobierno español y el carácter “provisional” que el propio Torra da a su Gobierno.