Seamos realistas, pidamos lo imposible. El lema del Mayo francés resume el espíritu de los trabajadores de Cresta Roja, luego de ser reprimidos y de cara a una reunión con la empresa prevista para el lunes. “Queremos que el plan operativo cambie, y mantener todos los puestos de trabajo, sobre todo por los compañeros que tienen mucha antigüedad porque afuera no van a conseguir nada, tenemos pocas esperanzas de que suceda pero ese es nuestro objetivo”, resumió el delegado Matías Bafini. Los operarios continúan con el acampe sobre la ruta 205, a 100 metros de la avícola ubicada en Ezeiza, en rechazo al plan presentado por la empresa y aprobado por el Gobierno, para reducir la planta y cesantear a 800 trabajadores. Protestan también porque no cobran hace más de cuatro meses, y denuncian la precariedad en que trabajan muchos de los que ingresaron, además de rebajas salariales. El miércoles, Gendarmería los reprimió con balas de goma, gases y tanques hidrantes. Al cierre de esta edición, un cordón de efectivos rodeaba a los manifestantes que aguardan ese encuentro con la empresa y recién después evaluarán si levantan la medida de fuerza.

Anoche frente a los obreros permanecía un provocador operativo de cientos de efectivos de Gendarmería con caballos y perros, a lo que se sumaban drones que ya habían sido utilizados para arrojar gas pimienta hace tres días. Los voceros de los obreros de Cresta Roja denunciaron que “Gendarmería avanzó y nos apuntó con escopetas, no nos pagan, nos quiere dejar afuera esta empresa que iba a ser el modelo de país, y encima viene con los garrotes”. El miércoles los operarios que acampaban a la altura del cruce de la estación Unión Ferroviaria fueron desalojados por Gendarmería e Infantería bonaerense con balas de goma, con un saldo de dos empleados heridos.

El acampe y bloqueo de la planta comenzó semanas atrás, cuando la nueva empresa que operará en el frigorífico, Wade S.A., del grupo Granja Tres Arroyos, dio a conocer un programa de reestructuración con un plantel mínimo de trabajadores. Según denunciaron los empleados, la empresa busca hacer funcionar el frigorífico con 180 trabajadores, con la promesa de incorporar a 250 dentro de un año. “Una reestructura que deja afuera a 800. Queremos una solución a cuatro meses sin cobrar, padeciendo en la calle, sin trabajo ni telegramas ni sueldo”, exigió otro delegado, Daniel Vega.

Los empleados explicaron en estos días a quienes se acercaron al acampe que en vez de indemnizar a los que quedaron afuera de la reestructuración, la empresa ofreció un bono de 10 mil pesos durante un año. “Ellos quieren 225 trabajadores en la planta y mil en la calle, con la promesa de incorporar una tanda más en julio. Quedarían 850 personas en la calle, gente que queda sin posibilidad de trabajar. Si nos quieren despedir que lo hagan pero pagando indemnización. Con este plan pretenden suspendernos por un año con una mensualidad de diez mil pesos”, sostuvo Vega, que criticó el acuerdo autorizado por la cartera que conduce Triaca. Por su parte, para el delegado Bafini es el mismo escenario que en 2015 porque “nunca fue reactivada, sólo hemos tenido inestabilidad, jamás se acercó un funcionario a dar soluciones, nos reprimen y no somos escuchados, por eso invitamos al señor (ministro de Trabajo Jorge) Triaca a una mesa de diálogo, con todos adentro y que todo esto sea un mal recuerdo”.

Los obreros están acompañados por trabajadores aeronáuticos y ferroviarios, y de otras fábricas que les acercaron alimentos, así como organizaciones políticas como el PTS, el PO y Convergencia Socialista. 

El conflicto de Cresta Roja comenzó en 2014 y se fue agudizando hasta que en diciembre de 2015 los trabajadores que había cortado la autopista Ricchieri fueron reprimidos con balas de goma. Fue el debut de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, quien en un comunicado oficial justificó el operativo en que había un “infiltrado del PO que pretendía tomar el aeropuerto de Ezeiza”. Tras la quiebra del grupo Rasic, intervino el ministerio de Trabajo y la planta volvió a producir en abril de 2016 pero con sólo un tercio del personal, rebajas salariales y contratos temporarios. Luego de reprimir a los despedidos, el macrismo nombró a la avícola como un emblema de la “reactivación”, y anunció allí el veto a la ley Antidespidos ponderando los cinco turnos, cuando en realidad funcionan tres de nueve horas cada uno.