El editor jefe del diario Clarín Julio Blank reconoció que en los años  kirchneristas hicieron “periodismo de guerra”. Este columnista político reconoció que eso no fue periodismo. Sin embargo, la guerra no concluyó con la salida del kirchnerismo del poder. La centralidad política que conserva Cristina Fernández de Kirchner los obligó a continuar en esa senda. El objetivo principal del círculo rojo es apuntalar un régimen bipartidista amigable con los mercados. En ese marco, las alternativas políticas quedan reducidas a realizar meros cambios cosméticos dentro de una hoja de ruta previamente trazada. Es lo que pasó en la Argentina en la década del noventa. El sociólogo argentino Atilio Boron supo decir que el gobierno de la Alianza fue un “menemismo sin Menem”.

La pretensión del establishment es retornar a ese “estado de gracia” a imagen y semejanza de lo que ocurre, por ejemplo, en Europa. El vaciamiento ideológico de la socialdemocracia determinó la inmutabilidad de la política económica con independencia de quien triunfe en las elecciones. El proceso de descomposición de la socialdemocracia europea comenzó hace tiempo. La idea de la “Tercera Vía”, formulada por Anthony Giddens y ejecutada por Tony Blair (foto), fue un mojón en ese camino. El profesor catalán Vicenç Navarro sostiene que la socialdemocracia inglesa se convirtió en un social liberalismo. Los dos pilares del gobierno de Blair fueron la desregulación financiera y la flexibilización laboral. Así, el sector financiero se transformó en el motor de la economía británica. 

El economista argentino Alejandro Rofman sostiene en ¿Socialdemocracia o socialdesgracia? que las finanzas “crecieron en representatividad en cuanto al porcentaje del PIB, pues se elevó al 32 por ciento en 2010 desde la mitad que tenía 20 años atrás. Al mismo tiempo, el sector industrial caía fuertemente pues en ese período se redujo su incidencia en el PIB del 20 por ciento en 1978 al 12 por ciento en 2010”.

La idea de la Tercera Vía no quedó confinada en tierras inglesas sino que fue abrazada con fervor por los principales dirigentes socialdemócratas europeos. Por caso, Gerhard Schroder implementó fuertes reformas neoliberales cuando estuvo al frente del Ejecutivo alemán (1998-2005). Desde hace años, la más vieja socialdemocracia del mundo (el SPD alemán) integra un gobierno de coalición con la conservadora Angela Merkel. Un derrotero similar se produjo en Francia, España y Grecia.

El Partido Socialista (PS) y la Unión Cívica Radical (UCR) son los únicos  partidos políticos argentinos miembros plenos de la Internacional Socialista (IS). A fines de febrero de este año, el brazo juvenil de la IS (la Unión Internacional de Juventudes Social- IUSY) suspendió a la Juventud Radical (JR) argentina. La JR es miembro pleno de la IUSY, de la mano de Luis “Changui” Cáceres, desde 1977. Ese mismo dirigente santafesino fue el que impulsó el tardío ingreso de la UCR a la IS en 1999. La IUSY informó que la suspensión de la JR fue por formar parte del gobierno de derecha de Mauricio Macri. 

“Contra un gobierno que aplica una política económica liberal, aumenta la desigualdad, continúa con la destrucción de los recursos naturales, soporta a fuertes grupos de medios y criminaliza la protesta social, los jóvenes que luchan por la igualdad, la solidaridad y la libertad, debemos expresar nuestra preocupación porque sin duda este tipo de gobierno nos lleva lejos de la transformación mundial que estamos buscando”, concluye el comunicado de la IUSY. El gobierno de Macri ni siquiera es aprobado por la devaluada socialdemocracia europea.

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@diegorubinzal