Está raro el clima en Florencia. Después de la ola polar que azotó a Europa hace un par de meses, la gente sortea días de 25 grados con lluvias esporádicas que no detienen el flujo de turistas que pasean por una de las ciudades más lindas de Italia. Fiorentina no escapa a lo atípico del panorama, pero a su hinchada poco le importa la temperatura. Es un club que debió curtirse después de atravesar uno de los episodios más tristes de su historia: la muerte de Davide Astori, símbolo del equipo.

Hace dos meses y medio, concentrado a la espera del encuentro ante Udinese, una falla cardíaca dejó al Artemio Franchi sin el jugador más querido por la parcialidad violeta. Un zaguero tan confiable y expeditivo dentro del campo de juego como imprescindible fuera. El capitán sobresalía por su personalidad, la misma que demostraron sus compañeros para finalizar un campeonato que los dejó a tres puntos de clasificar a la Europa League, pese a que no era el objetivo en una etapa de renovación del club, que se traza esas metas para un poco más adelante en el tiempo.

Dentro de ese contexto hay que analizar la temporada de Germán Pezzella. Después de un buen paso por el Betis, de España, llegó a Italia con el sueño de integrar la lista argentina para la Copa del Mundo que se disputará en Rusia. Si bien su rendimiento no fue suficiente en la óptica del cuerpo técnico de la selección argentina, el bahiense con pasado en River se transformó en uno de los líderes del vestuario. 

Pezzella se ganó la titularidad rápidamente y con Astori conformó una de las mejores duplas centrales de la Serie A. Por la vorágine del fútbol moderno no tuvo ni tiempo de hacer el duelo. Apenas pudo llorar a su compañero, figura fundamental para su adaptación a la dinámica del fútbol italiano. El calendario lo obligó a mirar para adelante, a convertirse en un referente para los más chicos.

Con la misma tranquilidad que lo caracterizó en River, el central recibió a Enganche en Italia y contó cómo vivió las semanas más complejas de su carrera. A los 26 años, fue uno de los encargados de llevar adelante la capitanía que dejó Astori, una responsabilidad que no solo marcó su ascendencia dentro del plantel, sino también su carrera.

 

 

-Después de lo que pasó, ¿cómo fue saber que ibas a ser el capitán?

-Cuando estaba Davide en algún momento faltó el sub capitán y yo ocupé ese lugar. Entonces, cuando se lesionó Milan Badelj se daba a entender que yo iba a ser el capitán, algo que el técnico confirmó en rueda de prensa. Es una situación muy particular, en la que realmente no me hubiese gustado estar porque significaría que mi compañero esté aún con nosotros. Es una responsabilidad grande por todo lo que representa, pero a la vez es una motivación para ayudar al equipo, sobre todo en ese momento. 

-¿Qué recordás de ese primer partido sin Astori?

-Fue contra Benevento y no fui el capitán porque Milan estaba en cancha. Ese partido fue... Te soy sincero, el más difícil que me ha tocado jugar en mi carrera, porque (hace una pausa) era imposible poner la cabeza en lo futbolístico.

-¿Y la primera capitanía?

-El día que sabía que me tocaba llevar la cinta fue contra Crotone, también de local. Y estaba muy nervioso. No por el partido, sino por todo lo que se me pasaba por la cabeza, por lo que significaba. Se me venían un montón de imágenes a la cabeza. Gracias a Dios, después que pasó ese partido le pude ir encontrando una visión un poco distinta a las cosas para seguir con un poco de tranquilidad.

Por más complicado que sea recordar los momentos posteriores al fallecimiento de su amigo, Pezzella continúa tratando de transformar su partida en una enseñanza. Los consejos y las formas de Astori fueron las herramientas que adoptó el plantel para continuar. Resultados al margen, los seguidores de la Fiorentina valoraron la entrega de los jugadores, que consiguieron llegar al cierre del campeonato con posibilidades de meterse en competencias internacionales.

“Solo agradecimiento”, expresa Luca, mozo de uno de los bares que lindan con el aeropuerto de la ciudad. “El espíritu de Davide está en todos esos chicos, y seguirá acompañando al club durante el futuro”, agrega Vera, estudiante de la Università degli Studi di Firenze, que comenzó a seguir de cerca la actualidad del equipo a partir de la conmoción que generó el suceso. 

El llanto de Gianluigi Buffon durante el homenaje al defensor fue el ejemplo más claro para graficar el cariño que despertaba Astori en sus colegas. Al igual que el mítico arquero, los que recuerdan al zaguero ponen énfasis en su alegría y en cómo lograba relacionarse con sus pares.

-¿Cómo tomás este cierre de temporada que pocos imaginaban?

-Sinceramente, cuando empezó el torneo nuestra realidad era la de un equipo con gente nueva; quedaban cinco o jugadores, y al principio los grupos hay que formarlos. Las diferencias de culturas e idiomas en un equipo nuevo hacían que todo cueste. Entonces, Davide era la persona que hilvanaba todas estas cosas, que hacía ese trabajo silencioso que uno no percibe. Después que pasó lo que pasó nuestra pregunta era: “¿Cómo seguimos después de esto?”. 

-¿Y cómo hicieron?

-Es difícil, porque todo sigue. No hay manera de frenar el tiempo ahí. Los primeros días ir a entrenar era muy complicado, el día a día se hacía muy duro. Cuando te ibas a dormir lo hacías con unas imágenes en la cabeza que son duras. Pero hemos tenido la suerte de encontrar un grupo de gente muy sana, un club que después de esto creó un ambiente de familia que quizás antes no se vivía del todo. Los chicos tuvieron la fuerza de decir “si algo podemos hacer es ir para adelante”. Esa fue la forma de valorar todo lo que él nos había dejado, lo que nos había inculcado todo este tiempo, porque era el primero que creía en el grupo, en las posibilidades del equipo. A partir de ahí tratamos de dejar todo por conseguir resultados y por hacer las cosas bien. Y si bien la clasificación a la Europa League no era uno de los objetivos, al final estuvimos cerca por el buen trajín del equipo. Pero bueno... la verdad que se hizo un año bastante duro.

Emociones al margen, Pezzella se toma su tiempo para reflexionar. Piensa bien cada palabra, porque tiene fresco cada momento. No se refiere nunca a la muerte de su compañero, habla “de lo que pasó”, sabiendo que la mención lo traslada automáticamente a las semanas más difíciles de su vida. Aclara que una situación así solo importa desde lo personal, que lo deportivo es secundario. Perdió a uno de sus socios dentro de la cancha, pero tiene el recuerdo del otro Astori, ese que lo ayudó a adaptarse a la ciudad y le permitió que el cambio de la metodología española a la italiana fuese natural.

Fiorentina no dudará a la hora de ejecutar la opción de compra que Betis fijo en más de diez millones de euros. Pezzella está a gusto en Italia, y la dirigencia encantada con su aporte. Además del cuerpo técnico, gran parte del plantel se sorprendió al verlo afuera de los 23 elegidos por Jorge Sampaoli. Así de importante fue para el club en el último tiempo.

-¿Sacás algo positivo de todo lo que pasó?

-Una frase, que es una mierda, pero que siempre te dicen: “La vida sigue”. La realidad es que es así, y hay que intentar que todas estas cosas para las que uno no sabe reaccionar te dejen algo, cosas que uno muchas veces no ve. Porque para nosotros fue cenar con un compañero, con un amigo, y al otro día se apagó todo.

-¿Cuáles son esas cosas?

-Uno empieza a valorar lo que no ve en el día a día, lo que considera pavadas pero son importantes. Darle un beso a tu vieja a la mañana, decirle “buenas noches” a tu mujer. Él tenía una mujer, una hija, y se fue a dormir como cualquier día, y eso dejó algo que no cierra, por eso trato de buscar un aprendizaje a una situación tan horrible como esta.

-¿Qué cambió en Germán Pezzella?

-Me influyó mucho en lo personal, lo futbolístico en momentos así es totalmente secundario, pasa por la vida misma. Después si ganamos o perdemos es lo mismo. Obviamente uno juega para ganar, pero esto no tiene nada que ver con lo que pasó. A mí me hizo y me hace valorar un montón de cosas, me tomo todo de otra forma.

-¿Por qué?

-Y porque a mí él me ayudó muchísimo, tuve una relación espectacular. Estábamos juntos en los entrenamientos, jugábamos juntos todo el tiempo. Sabíamos lo que podía cada uno, era un pibe espectacular. Para mí fue un palo desde todo punto de vista. Por eso ahora, aunque sea difícil, hay que seguir y recordar lo bueno.

-¿Quién es ahora para ustedes Davide?

-Es todo. Una guía. Todavía sigue su foto en el vestuario y sus cosas están intactas. El día de partido su ropa está siempre porque nos falta a todos. Nos falta todos los días porque era el referente que teníamos, por su forma de ser. Es duro, pero gracias a Dios el grupo tiene muy buena gente y presente todo lo que nos transmitió.

-Ese es su legado…

-Seguro, pasa también que como era un futbolista siempre se piensa en el equipo, pero él dejó una familia. Y el hecho de estar cerca de ellos, que nos visitaron el último partido, creó un ambiente diferente en el club, y sin dudas eso es lo que nos ayudó a seguir adelante.

-¿Cómo tomaron la reacción del planeta fútbol?

-Recibimos muestras de apoyo increíbles, que a veces te hace pensar que tenemos que llegar a una situación así para ver esa cara del deporte. Pero es como en la vida, que muchas veces necesitás un palazo para darte cuenta.

-¿Falta contención para poder desdramatizar la vorágine con la que se vive?

-Es difícil, porque es una pelota de nieve, y hay que ver cómo la parás. Los jugadores también somos responsables de permitir muchas cosas, es un ambiente que está muy intoxicado. Empresarios, periodistas, jugadores, pasan cosas que se naturalizan que están mal. Hoy en día se falta el respeto sin problemas, porque después se pide disculpas y ya está.

-¿Qué te permite a vos tener los pies sobre la tierra?

-Lo fundamental es tener gente al lado que te frene cuando estás yendo mal. Y la formación de cada uno, el interés de cada uno. A veces, cuando sos chico y te llega todo de golpe tus prioridades empiezan a cambiar. Si no tenés la suerte de que tu entorno te ayude se hace complicado.

-River, liga española, Serie A… ¿te sentís un viejo de 26 años?

-Sí, ja. Lo hablo mucho con mi mujer, llevamos una vida que no es normal para la edad que tenemos. Me fui a vivir a Buenos Aires a los 15 años y dejé cosas de lado por hacer lo que me gusta. Y si bien nunca pensé en lo que resignaba,  eso te lleva a madurar antes de lo normal, a desarrollar ciertos hábitos antes.

-Tanto cambio te permite tomar cierta distancia... 

-Hay que hacerse cargo, desde el momento que uno empieza a vivir de esto tiene que saber que es un deporte donde mucha gente encuentra su refugio. Por eso hay que superar prejuicios, hay que entender que esto es un negocio y que muchos se acercan con intereses. Quizás eso hace que se pierda lo que pasa detrás de patear una pelota. Uno puede tener problemas, como cualquiera, y eso afecta tu día a día; no somos diferentes ni somos como se nos muestra. Pasamos a una idealización del jugador de fútbol que para mí no está bien.

-En relación a eso que márcás, ¿cómo ves a las generaciones que se vienen?

-Todo este conjunto de cosas que envuelve al fútbol es difícil de comprender. Hoy por hoy es muy difícil, pero tiene que ver también con el hambre que tiene cada uno. Con las cifras que se manejan y todo depende mucho de cómo es cada uno.

La figura de Davide  Astori permanecerá eterna en la memoria de la Fiorentina. Será el capitán del espíritu violeta. Un equipo que perdió a un referente, y que, sin proponérselo, encontró a otro en Germán Pezzella. El veterano que con solo 26 años supo llevar la cinta más pesada, esa que carga el legado de su amigo.