En forma intempestiva el presidente Mauricio Macri anunció el inicio de negociaciones con el Fondo Monetario Internacional para obtener un préstamo “stand-by”. El mensaje grabado fue inesperado y su semblante dejaba entrever una evidente e incómoda soledad. Su lenguaje corporal resultó más esclarecedor de la situación en la que hoy se encuentra la economía que la seguidilla de acciones y declaraciones de sus subalternos. 

La crisis actual es el resultado de un cúmulo de políticas económicas que han pavimentado el camino, ya transitado por la economía, que llevó hoy, como entonces, a estrellarse con el FMI. La desarticulación de los controles cambiarios, que fueron exaltados como el gran éxito del gobierno a su inicio, es la primera de las medidas que culmina en este resultado. Esa desregulación permitió comprar la cantidad de dólares sin límite sin justificación y sin que la sociedad pueda, a través del Estado, priorizar su destino hacia actividades más provechosa para el conjunto. La eliminación de los encajes bancarios obligatorios y de la obligación de liquidar divisas en la plaza local para los exportadores terminaron de trasladar el limitado control que podía ejercer el Estado en el mercado cambiario, al mercado. 

Las consecuencias de este esquema se agudizan por la política monetaria del Banco Central: en sus ansias de aplicar la receta ortodoxa a raja tabla para reducir la inflación, aumentó la tasa de interés al 38 por ciento anual. El saldo fue iniciar con las Lebac una bicicleta financiera para capitales golondrinas que entran y salen del mercado local sin estorbo y se retiran con ganancias astronómicas. En ese contexto, quien invirtiera en la producción estaba en desventaja y la lluvia de inversiones, lógicamente, no llegó.

El fracaso de la política antiinflacionaria sirvió de excusa para una mayor apertura de las importaciones que ha generado uno de los déficit comerciales más grandes de la historia. La quita de retenciones a la agroexportación y la gran minería no provocó aumentos compensatorios en los valores exportados.

La alta tasa de interés, los despidos del sector público y la suba irracional de tarifas de servicios domésticos afectaron el salario real y el consumo popular, hundiendo el motor más importante de la economía: el PIB hoy sigue siendo menor que al de 2015. La resultante caída del mercado interno y la quita de retenciones redujo los ingresos reales del Estado, dificultando el balance fiscal y sirviendo de coartada para impulsar su política de reducción del gasto público: típico recetario neoliberal.

Día de los Inocentes

En este contexto se llega al 28 de diciembre de 2017. En un gesto extremo de desautorización de la política monetarista y del Presidente del Banco Central, se anuncia un aumento en la meta de inflación establecida por el BCRA y el abandono de la política de tasas altas. 

A partir de diciembre se empiezan a registrar las primeras pulseadas del tipo de cambio. Las fuertes intervenciones del BCRA en marzo y abril logran mantener el precio del dólar por debajo de 21 pesos a costa de vender 6700 millones de dólares. Los primeros días de mayo el BCRA vendió casi 1000 millones de dólares y el valor del dólar siguió subiendo y al día siguiente (4 de mayo) subió la tasa de interés al 40 por ciento anual. La semana siguiente (7 de mayo) el precio del dólar siguió subiendo y el BCRA vendió contratos de dólar futuro.  Por último, el 8 de mayo se anuncia del inicio de las conversaciones con el FMI.

Resulta esclarecedor tratar de analizar esta cronología de eventos desde una perspectiva de economía política. 

El bloque social que sustenta al gobierno de Cambiemos y por consiguiente al modelo económico se basa en el sector agroexportador, histórico aliado de las experiencias políticas conservadoras, al sector de empresas transnacionales y al sector financiero. Las primeras medidas de gobierno tienden a favorecer a los tres sectores: (i) devaluación y quita de retenciones, para el sector agroexportador; (ii) desregulación cambiaria, desregulación financiera, suba de tasas para el sector financiero; y (iii) suba y dolarización de tarifas para las transnacionales energéticas.

Después de dos años de política de tasas elevadas sin resultado en cuanto a la reducción de la inflación, los sectores del bloque de poder que representan la economía productiva pujan para un cambio de política que reduzca las tasas para que pueda revivir el mercado interno, o por lo menos que no se quiebren las cadenas de suministro y cesen los pagos.  Estos grupos incluyen las transnacionales del mercado interno, pero también las empresas nacionales de comercio y servicios (por ejemplo, supermercados), y en menor medida el sector agroexportador. 

La respuesta del sector financiero fue brutal. La salida de capitales golondrinas se agudizó y los mercados internacionales de capitales le cierran las puertas al ministro Luis Caputo desde marzo. En definitiva, el sector financiero obliga al gobierno a acudir al FMI para que garantice la valorización financiera y proteja los intereses del capital financiero en la Argentina.

Bomba de tiempo

No obstante, la situación económica actual y las respuestas que ha recibido Argentina del sector financiero internacional, no favorecen la perpetuación eterna de la bicicleta financiera por ausencia de dólares. La bomba de tiempo que constituyen las Lebac, cuyo monto actual en pesos es equivalente a las reservas internacionales, es el escollo mayor para una reducción de tasas. Parece evidente que la huida hacia el FMI tiene como objeto poder obtener dólares para alimentar la bicicleta financiera o bien ofrecer una salida en dólares a los tenedores de Lebac.

La hegemonía en el bloque de poder que sustenta a esta experiencia política es el sector financiero, y los sucesos de este año lo dejan en evidencia. No hay margen de maniobra en el modelo actual para medidas que favorezcan a los sectores productivos. Hay entonces una disputa intracapital entorno a la tasa de interés, que puede generar un quiebre en el bloque de poder en los meses venideros. La huida al FMI busca evitar el quiebre, permitiendo bajar la tasa de interés y a la vez financiar la salida de Lebac a los dólares del FMI 

* Integrante del Centro de Economía Política Argentina (CEPA).