Las noticias llegan tarde a la villa del Rosario, demasiado pequeña y despoblada para ser tenida en cuenta por los revolucionarios de mayo.

‑ Había un gran alboroto en los Buenos Ayres ‑exclama una mañana templada de junio de 1810 don Arístides, que acaba de llegar al Rosario.

‑ El 25 de mayo un grupo de gente díscola se reunió en la plaza de la Victoria, pidió un Cabildo abierto y lanzó voces hostiles contra el señor Virrey ‑contó.

‑ Nada bueno puede venir cuando prenden en el populacho las ideas diabólicas de la Revolución Francesa ‑replicó un vecino a modo de respuesta por las noticias que traía el viajero.

Recién el 7 de junio llegó al Cabildo de Santa Fe la comunicación de la Junta Provisoria del gobierno de Buenos Ayres, que anunciaba la abdicación del virrey del río de la Plata, Baltazar Cisneros, por la "decidida voluntad del pueblo".

Hubo un rosarino en el Cabildo Abierto: Vicente Anastasio Echevarría. Como sus otros dos hermanos menores, quedó huérfano en 1784. (Juan, el otro hermano, partió a Pergamino mientras María Catalina fue adoptada desde los dos años por Pedro Tuella y su mujer Ana Nicolasa.) Vicente Anastasio dejó de niño el Rosario y fue adoptado por su tío José de Echevarría y Madina, quien se desempeñaba como Escribano de la Real Casa de la Moneda de Buenos Ayres. Hombre poderoso y rico, lo hizo estudiar en el Colegio de San Carlos y luego lo envió a la Universidad de Charcas para que fuera sacerdote pero Vicente renunció al mandato y se recibió de abogado.

Con 34 años, volvió a Buenos Ayres a la casona del tío benefactor y allí conoció a su prima hermana María Antonina, de diecisiete años, y se enamoró de ella y ella de él y juraron casarse, en el mayor de los secretos, entre besos y abrazos clandestinos. Cuando se enteró, don José lo echó de su casa. Un año después de la muerte del tío, con la dispensa del Papa Pio VII, los primos se casaron y tuvieron doce hijos. Echevarría se hizo amigo de Manuel Belgrano en el Consulado, uno de los lugares de debate y planificación de la política económica virreinal, la sociedad de los principales comerciantes porteños.

Los sucesos de mayo modificaron el panorama del pago de los Arroyos: el cura Julián Navarro, Manuel Vidal (futuro alcalde) y el capitán Pedro Moreno (el comisionado de los realistas) abrazaron rápidamente la causa revolucionaria. Un miliciano y ex Alcalde de la Hermandad, Gregorio Cardozo, fue uno de los más entusiastas y ordenó a los desconcertados aldeanos jurar lealtad a Cornelio Saavedra.

Tuella junto a otros vecinos como Francisco Fernández, Fermín Zavala y José Rodríguez, mantuvieron su espíritu monárquico. "Europeos", los calificó el comandante militar del Rosario, Gregorio Perdriel.

Si no hacen mal es porque no pueden pensaba el coronel.

 

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