Los números, hoy, dicen que la legalización del aborto podría tener media sanción dentro de tres semanas. Diputadas y diputados consultados por este diario –en algunos casos, bajo reserva de nombre– coincidieron en que hay al menos 114 votos favorables y que los opositores al proyecto rondan los 108. La cantidad de indecisos varía según la jornada y el interlocutor: hasta hace unos días eran 40; luego de la audiencia del jueves, eran 37 o 36, porque a último momento hubo quienes detectaron otro apoyo nuevo oculto. En tiempo de descuento, todos los gestos tienen peso político, señalaron legisladoras y legisladores que comenzaron a notar en sus propios despachos cómo el lobby eclesiástico aumentó la intensidad, tanto como para que algunos refirieran haber recibido llamados telefónicos del Vaticano y comparen la situación con los días previos al debate en recinto de la ley de matrimonio igualitario. Por eso mismo, explican –y comprenden–, muchos de sus pares resolvieron votar positivamente pero prefieren callarlo hasta último momento. “Hay algunos diputados a los que no les resulta conveniente anticipar su voto favorable porque tienen que volver a sus provincias”, contó una legisladora. Otros callan porque todavía no tomaron posición. Otros, finalmente, no están convencidos de votar a favor pero tampoco resolvieron hacerlo en contra, por lo que podrían llegar a ausentarse de la sesión convocada para el 13 de junio, para no obstaculizar, porque la media sanción en este caso requiere mayoría simple (más de la mitad de los presentes). En el voto pesan la calle (los miles de chicas y chicos jóvenes a favor, particularmente; las más bien raleadas manifestaciones antiderechos, a pesar de la intervención decidida de la Iglesia) y las intervenciones de figuras públicas que resultaron disruptivas y potentes, como –recordaron los consultados– las de la escritora Claudia Piñeiro, las actrices Florencia de la V y Muriel Santa Ana. 

También incide la coyuntura, que demuestra cómo la legislación actual viola derechos y arruina, literalmente, vidas como las de la niña salteña, y cómo hoy eso sí tiene costo político. Coinciden, legisladoras y legisladores, en que hoy lo piantavotos es no acompañar la legalización. El presidente de la Comisión de Legislación General –cabecera del proyecto–, Daniel Lipovetzky (PRO), quien preside las audiencias, fue optimista: “Vamos a elaborar un dictamen de consenso; creo que los indecisos cuando vean este proyecto van a dar su apoyo, al menos 15 votos más que necesitamos para estar tranquilos”.

“Los diputados que estaban indecisos y resolvieron votar a favor no quieren quedar expuestos ahora, están resguardados para no tener ningún tipo de presión. Me consta que existen esos diputados porque laburo para conseguir ese apoyo, llamo uno por uno y también me piden que no lo diga”, admitió la diputada Mayra Mendoza (FpV), habitué de las audiencias de martes y jueves, junto con Brenda Austin (UCR), Karina Banfi (UCR), Victoria Donda (Libres del Sur), Araceli Ferreyra (Peronismo para la victoria), Natalia González Seligra (PTS), Mónica Macha (FpV), Cecilia Moreau (Federal), Romina del Plá (Frente de Izquierda). Por su parte, Banfi, también advirtió que el silencio es en estas semanas una estrategia para evitar presiones, y que le consta por saber quiénes han tomado posición favorable en estos meses. “No voy a decir quiénes son por no comprometerlos, porque han pedido reserva de sus nombres para evitar el hostigamiento que reciben de este grupo de interés que es la Iglesia católica. Porque eso tenemos que denunciarlo: la Iglesia está teniendo comportamiento de grupo de interés, algo institucional. Quienes apoyamos la legalización no los llamamos, no los hostigamos, no les decimos asesinos. Sí les decimos antiderechos, porque son eso. Provida somos todos, como dijo Claudia Piñeiro”, detalló. 

El recuento es interminable. Puede variar en cuestión de horas. Lo reconoció, por ejemplo, Marta Alanís, integrante de la Campaña por el Derecho al Aborto, para quien el número de indecisos no es 37 sino 36: “En los últimos días nos dimos cuenta de que teníamos uno a más a favor. No. No se dice el nombre”. El compromiso, en esos casos, se asume puertas adentro, pero se asume, aseguraron diputadas y diputados que prefirieron mantener sus propios nombres en reserva.

En estos días, la procesión de las jerarquías religiosas no va por dentro pero tampoco, explícitamente, por los pasillos del Anexo donde los diputados tienen sus despachos. Sí se está haciendo sentir en los teléfonos, redes sociales virtuales y redes personales de la vida real. Eso cuentan varios legisladores y legisladoras, alguno de los cuales aseguró haber recibido un llamado directamente desde el Vaticano. Varios coincidieron en señalar que las presiones recrudecieron la semana que pasó, en particular después de la conferencia de prensa que compartieron diputados firmantes e integrantes de la Campaña por el Derecho al Aborto. “Creo que hasta ahora (los altos cargos de la Iglesia) habían estado más calmos porque creían que el proyecto no podía salir, y ahora creen que sí y están preocupados. En estos días hubo más diputados que me dijeron ‘me están presionando, estoy recibiendo muchísima presión’. Para alguno, esto puede ser un problema, pero creo que en el debate ha aparecido mucho la idea de que es necesario votar no en función de las creencias religiosas, porque uno legisla para toda la sociedad, no sólo para los de religión católica. No me consta que haya diputados que hayan cambiado de opinión favorable a negativa por presión de la iglesia. Pero sí creo que es un error de la Iglesia ejercer esa presión”, añadió.

Marta Alanís, que como fundadora de Católicas por el Derecho a Decidir dijo que no la sorprenden las presiones eclesiásticas, hizo, en cambio, una reflexión política. “Hay algo que me parece muy interesante: siempre que un gobierno perdió legitimidad o credibilidad, recurrió a la Iglesia. Hoy recurre a un debate pendiente, que es la agenda feminista. El feminismo tiene fuerza popular, y desde la lógica de los partidos políticos, para ser prudentes, se cuentan votos: hoy se cuentan votos teniendo en cuenta el feminismo y se toma en consideración una reivindicación feminista que no tenían en cuenta el año pasado. Han visto la fuerza del movimiento y han sabido hacer una lectura. Es novedoso”.

El impacto de las y los jóvenes no es menor en el proceso que en tres semanas llegará a un punto histórico, con el tratamiento de la legalización del aborto en el recinto. Además de la presión social en las calles, de las presiones que llegan mediante redes sociales, existe lo doméstico. “Hay algo hermoso. Yo hablé con cuatro diputados que, en otras palabras, me dijeron ‘si vuelvo a mi casa después de haber votado en contra de aborto, mis hijas me matan o no me dejan entrar’. Es bueno eso. Habla de un corte generacional, de otras generaciones. Muchos hombres no se van a poder bancar eso”, repasó Mendoza.