A sus 42 años, De la Serna vuelve a protagonizar una miniserie en la TV argentina, tras haber dado muestras de su capacidad interpretativa en el cine y el teatro. “Estoy más tranquilo. Antes sentía que rendía examen todo el tiempo. La exigencia ahora es más alta. Estoy protagonizando, que era algo que no hacía hace mucho. La tranquilidad me la da el hecho de que laburé con un equipo maravilloso que viene trabajando en Pol-ka desde hace veinte años, con Daniel Barone a la cabeza, con quien tengo un vínculo afectivo y profesional”, reconoce el actor, que a la ansiedad lógica ante el estreno se le suma el hecho de que la serie ya está grabada íntegramente. “Tengo muchas ganas de verla. En tiempos en los que el streaming se impuso, no sólo se modificó la manera en que la gente accede a esos contenidos, sino que incluso se ha cambiado la manera en que se graba la ficción semanal en la TV. Ahora grabamos toda la serie antes de su estreno. Hacer una miniserie es como hacer un largo durante tres meses, sin tener referencia alguna de lo que uno está haciendo, porque no tenés la devolución del público ni lo que uno puede apreciar de su propio laburo ni tampoco el intercambio con los compañeros. Eso que era habitual no existe más”. Aunque reconoce que el nuevo esquema de producción blinda al programa de cambios abruptos en función del rating, De la Serna –cuya última participación en la pantalla chica fue Tiempos compulsivos– dice no sentirse del todo “cómodo”. “Son variables nuevas a las que habrá que acostumbrarse. Es verdad que muchas veces el rating hizo desastres en el desarrollo lógico de alguna ficción. Sobre todo en las tiras diarias, cuyos capítulos estaban más abiertos y eran más sensibles a modificaciones. Ahora un programa parece estar más contenido artísticamente. Se graba una serie y se cierra antes de salir al aire, sin posibilidad de cambiar algo. Pero yo soy bicho de la vieja escuela.”