"Quiero pedirles que recuerden el primer libro que tuvieron en sus manos, el primero que fue suyo", propone la ministra de Educación de la provincia de Santa Fe, Claudia Balagué, a un auditorio colmado de gente y de emoción en la cuarta jornada de la Feria del Libro de Rosario en el Centro Cultural Fontanarrosa. El clima que se respira en la sala G del tercer piso es de celebración. Lleva un año en pie la colección "Redes de Tinta", proyecto de política educativa santafesina para el fortalecimiento de la lectura. La ministra lee una ponencia bien estructurada, intercalada con videos. "¿Recuerdan los colores de la tapa, las letras del título, el olor inconfundible de aquel libro, las marcas que le hicieron, el subrayado, la hoja dobladita?".

"Porque al libro hay que sentirlo y usarlo", advierte, dando comienzo al relato de una experiencia donde participan las cinco mil escuelas que integran el sistema educativo de la provincia, con sus 850 mil alumnos y sus familias. "Esta historia santafesina tiene raíces en el mundo entero. Dimos los primeros pasos con el grupo Crea de la Universidad de Barcelona, de la mano de Cippec y del instituto Natura, con la implementación del programa Comunidades de Aprendizaje, que nos mostró una idea que funcionaba: en las tertulias literarias los chicos se acercan a los clásicos, y las familias también se acercan a los chicos, a través de la lectura", recordó.

"En 2016 comenzamos a implementar la formación docente situada, a través de nuestro programa Escuela Abierta, que comenzó con 2000 docentes formados, y que este año alcanzará a los 80 mil maestros y profesores de toda la provincia. Elegimos las obras, las adaptamos, ilustramos, editamos, imprimimos y entregamos a nuestros estudiantes 300 mil libros", resume.

Cuenta que para la mayoría de ellos era el primer libro propio. Y muestra en un video cómo el sentarse en ronda, con turnos de palabra y una escucha activa, generan un entorno afectivo con relación a la lectura. (O, por decirlo de otro modo, una implicación subjetiva en el texto leído).

"La capacidad de escucha permite el reconocimiento del otro como sujeto que habla, como portador de una voz propia que se construye precisamente en el marco del encuentro y del reconocimiento. De allí la importancia capital que tiene el docente, moderador de la tertulia, en el sostenimiento de su escucha, de su posición de escucha". "Llaves al mundo", los libros son materiales de construcción del lenguaje.

Así, en adaptaciones ilustradas, en traducciones originales, pensadas para distintos niveles educativos incluida la educación para adultos, se leen en la provincia los cuentos de Roberto Arlt y Horacio Quiroga; las fábulas del liberto Esopo, la Antígona de Sófocles, El Avaro de Molière. Y bastante literatura inglesa: un ensayo de Virginia Woolf, Alicia en el País de las Maravillas, de Lewis Carroll; Sueño de una noche de verano, de William Shakespeare (no cualquier noche: la de Litha, o San Juan, la mágica festividad del solsticio) con los grabados de William Harvey para la Pictorial Edition; Mary Shelley, "la madre del monstruo más famoso de todos los tiempos", o el espectro de las navidades pasadas que le pregunta al avaro Scrooge de Charles Dickens: "¿Vas a mostrarme la sombra de las cosas que no han sucedido todavía, pero que sucederán con el tiempo?".

¿Cuál será el nombre exacto del efecto óptico que hacen las luces del estrado sobre el marco de los anteojos de Pablo Aristizábal, sentado a la derecha de la ministra? No todos los días se ve tan de cerca a un gurú tecnológico. De pronto, la patilla se hace transparente; al instante es verde fluo. "Yo me conecto desde antes de internet", se presenta el creador de "Los creadores". ¿No será un holograma? ¿Cuál será su rol en la colección Redes de Tinta? ¿Un asesor? ¿La madre del invento?

Esta persona, que probablemente es uno de los constructores de videos de Edutainment más grande del mundo, dice: "Cuidado, porque la palabra en el video tiene un cableado más débil que el cableado que generan los libros". Desde su candor de artista del Renacimiento, Aristizábal conecta con la literatura en términos de complejidad estadística y literal riqueza de lenguaje. La obra de Shakespeare tiene 70 mil palabras; para entender un diario hay que saber 4.500; del secundario se sale con dos mil, informa al auditorio. Su discurso está compuesto por consignas. "¿Se trata de que lea o qué lee? (el niño). "¿Cómo aprendemos a imaginar? Imaginando".

El volumen de los aplausos, parejo en duración e intensidad con el que cerró el discurso de la ministra, da una pista sobre quiénes integran el auditorio. Son ellos: los maestros, las maestras, los trabajadores de este programa. Aplauden algo más grande que un orador o que ellos mismos. Celebran con su aplauso los 130 años de educación pública que Aristizábal no dejó de consignar entre sus cifras. Festejan que su labor fructifique.

La periodista sentada a la izquierda de la ministra no se identifica por su nombre sino por la empresa donde trabaja: Telefé. Nadie la presenta. No figura en el programa. Habla a una velocidad sobrehumana: "Yo me levanto a las cuatro y media de la mañana, voy al canal, hago dos programas en vivo, produzco un noticiero, a las 12 me siento en el estudio y hago de nuevo en vivo un noticiero. Yo tengo tres horas y media de aire todos ‑ los ‑ días ‑ de ‑ mi ‑ vida. Ocho locales, ocho internacionales; hago deportes, hago espectáculos, pongo el combo. No es una velocidad normal. A las dos de la tarde salgo del canal y soy mamá". Aplausos (para Sonia Marchesi).

La lectura desacelera, une, humaniza. Por las dudas, la cronista ruega no chocársela; teme romperse varios huesos, por aquello de la fuerza como el producto de la masa por la aceleración que le explicaba la profesora de Física del secundario.