Un piedra, papel o tijera. Un embotellamiento. La suba del dólar y la inflación. ¿Qué tienen en común todas estas situaciones?

John Forbes Nash, matemático estadounidense, hizo aportes fundamentales a una teoría y una potente herramienta matemática que permite abordar, sacar conclusiones y analizar cómo evolucionarán estas situaciones y muchas más. La Teoría de Juegos es una manera de realizar modelos matemáticos sobre cualquier problema al que nos enfrentemos. Se trata de un conjunto de individuos que siguen una serie de reglas y toman decisiones racionales. A su vez, cada uno tiene un objetivo o recibe una recompensa dependiendo del desarrollo del juego. Un ejemplo simple puede ser un juego de mesa entre dos personas. Pero también podemos pensar en juegos de múltiples personas -una sociedad- donde cada uno persigue objetivos particulares y toma decisiones para llegar a ciertos resultados específicos. Qué ocurre con ese juego y cómo evoluciona son las preguntas que nos hacemos y que se pretenden abordar desde la Teoría de Juegos.

Esta teoría revolucionó la economía, pero también produjo importantes aportes en otras áreas. De esta manera, un “juego” puede ser la modelización de una diversa gama de problemas provenientes de la sociología, la biología, las ciencias políticas, la estrategia militar y la psicología, entre muchas otras disciplinas.

Probablemente uno de los factores más llamativos de la vida de Nash fue su sobresaliente rendimiento académico, que convivia con la lucha contra una grave enfermedad mental. Fue diagnosticado con esquizofrenia paranoide y durante gran parte de su vida convivió con alucinaciones. A la par de recibir importantes premios y participar de conferencias, llegó a considerar que era perseguido por comunistas, que los extraterrestres entregaban mensajes en el New York Times y fue internado y sometido a tratamientos psiquiátricos en reiteradas ocasiones. Su lucha contra la enfermedad mental es bellamente ilustrada en la película “Una Mente Brillante”, ganadora de varios Premios Oscar. Su rehabilitación, con el acompañamiento indispensable de su esposa, lo convierte en un ícono en la lucha contra el estigma a las enfermedades mentales.

A los 21 años escribe su tesis de doctorado, de escasas 27 páginas, donde realiza un aporte fundamental en la Teoría de Juegos que venía siendo desarrollada unos años antes por Von Neumann y Morgenstern. “Los equilibrios de Nash”, por los que recibe el premio Nobel, son estados donde a ningún jugador le conviene individualmente hacer una acción distinta a la estrategia que está utilizando. Son estados donde la situación queda “trabada” y por lo tanto, en equilibrio. Lamentablemente, estos estados no necesariamente son óptimos para el conjunto de la sociedad (¡incluso pueden ser perjudiciales para todos los participantes!). Esto refuta un postulado importante del liberalismo de Adam Smith, que es tomado por gran parte de los economistas actuales, el que esboza que si los individuos (o las empresas) persiguen cada uno su bien individual, se alcanzará el bien común. 

 

Para Nash, en cambio, el desarrollo de un juego libremente puede llevarnos a equilibrios que pueden implicar, por ejemplo, un embotellamiento o  una crisis financiera. La Teoría de Juegos es entonces una herramienta poderosa para poder predecir cómo evolucionarán distintos fenómenos. Pero sobre todo nos sirve para poder pensar las relaciones e intervenciones que queremos construir para poder cooperar y lograr un bienestar común que sirva ya sea para mejorar el tráfico o para generar una política económica más justa.

 Lucía Pedraza es Licenciada en Ciencias Matemáticas, Becaria de CONICET, docente del CBC y la Facultad de Exactas (UBA).