Las presiones cambiarias se mantienen en la city. El dólar mayorista cerró al borde de los 25 pesos y fue necesaria la intervención de bancos públicos ofreciendo divisas para evitar que el Banco Central continúe sacrificando reservas. Las tensiones estuvieron potenciadas por un clima financiero internación más complicado. La Zona Euro volvió a mostrar debilidad con la devaluación de la moneda europea contra el dólar. Esto vino acompañado con fuertes caídas de los bonos de deuda italiana, retroceso de la bolsa española y derrumbe de las acciones de la banca alemana (Deutsche Bank y Commerzbank).

Estos elementos externos dejan al país muy expuesto a nuevas turbulencias cambiarias. El Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad de San Martín reunión a fines de la semana pasada a investigadores heterodoxos para intentar encontrar una explicación estructural a la tensión permanente sobre el dólar a partir de marzo. El coordinador de la mesa fue Guillermo Wierzba, ex director del CefidAr, entidad en la que se realizaron innumerables investigación sobre las consecuencias de la fuga de capitales, el sobre endeudamiento y las desventajas de desregular el sistema financiero. El CefidAr fue desarticulado por el macrismo en el poder.

Los economistas se concentraron tanto en aspectos internacionales como en las distorsiones locales para explicar la corrida. “El desequilibrio de las cuentas externas responde a causas orgánicas. No hay que pensar exclusivamente en la coyuntura”, dijo Germán Feldman, docente de la maestría en Desarrollo Económico de la Unsam y doctor en Economía por la Universidad de Franckfurt. Realizó una investigación sobre las etapas de regulación y desregulación de la cuenta capital en los últimos 15 años. “La apertura irrestricta genera mayor inestabilidad macroeconómica y no resuelve ninguno de las dificultades del país para conseguir divisas. Hace falta hacer política industrial”. Planteó que la experiencia argentina demuestra que los controles a los flujos de capitales requieren hacerse por precios (es decir a través de impuestos y subsidios) y no por cantidades (poniendo límites de tipo cuantitativo a la compra de divisas).

El investigador del Centro Cultural de la Cooperación, Nicolás Zeolla, planteó que los capitales no se comportan en función de los intereses o los deseos de un Gobierno sino a intereses propios. “Hubo un diagnóstico muy equivocado al abrir la cuenta capital en forma completa. Los funcionarios pensaron en base a las teorías ortodoxas que iba a revertirse la salida de divisas gracias a la libre movilidad de capitales pero el efecto fue el inverso. Las estimaciones muestran que la fuga acumuló 13.971 millones de dólares entre diciembre de 2015 y noviembre de 2016, cifra que duplicó a la registrada el año anterior”, indicó. Zeolla aseguró que la situación siguió acelerándose en 2017 y provocó un desequilibrio externo explosivo. Planteó que la visión del Banco Central acerca que un dólar que entra a la economía es igual a un dólar que sale es ingenua y remarcó a las Lebac como el gran foco de tensión en los próximos meses.

El último expositor de la mesa fue Pablo Nemiña, quien realizó junto al investigador Jorge Gaggero, el documento “Pensar la Dolarización Argentina”. Apuntó a explicar a través de una lectura interdisciplinaria entre la economía y la sociología los procesos de fuerte demanda de divisas a lo largo de la historia local. Aseguró que la dolarización comenzó a mitad de los setenta y a partir de ese momento fue imposible erradicar del imaginario colectivo la idea de que “con el dólar nunca perdés”. Nemiña aseguró que avanzar en un proceso de desdolarización es posible, requiere mirar antecedentes regionales y globales, y en el que podrían aprovecharse herramientas de indexación para intentar motivar un ahorro en moneda local. El investigador, no obstante, reconoció la fuerte dificultad de desalentar la dolarización ante una sociedad “acostumbrada a crisis crónicas y en el que las expectativas devaluación son permanentes”.